viernes, 3 de julio de 2009

Zelaya encara a los golpistas con el respaldo del mundo democrático.


Aurelio Gil Beroes


El depuesto presidente de Honduras, José Manuel Zelaya Rosales, quien dentro de una gran incertidumbre, ha dicho que regresará este sábado a Tegucigalpa, luego de casi una semana de exilio forzado, representa la ruptura histórica con las tradicionales corrientes políticas de su país, y al mismo tiempo es el puente de esa nación centroamericana con las nuevas épocas continentales. Proveniente del histórico y tradicional partido liberal, surgido en la segunda década del siglo XIX, Zelaya, ha seguido una línea política discordante con la de ese partido y en general, con los intereses de la oligarquía hondureña, desde que fue electo como presidente, en diciembre de 2005. Ello le ha valido la condena de esos sectores, que consideran un atrevimiento intolerable el esquema de relaciones que el depuesto mandatario ha venido desarrollando con los miembros de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) y con la República de Cuba, con la cual reanudó relaciones diplomáticas. Primeros choques Una de las primeras confrontaciones de Zelaya con el estamento político hondureño, ocurrió cuando declaró inconstitucionales las medidas represivas instituidas por su predecesor, Ricardo Maduro, para enfrentar a los grupos pandilleros que han proliferado tanto en ese país, como en El Salvador y Guatemala. Zelaya ha planteado que los altos niveles de violencia en Honduras tienen origen estructural, por estar asociados a muy bajos niveles de desarrollo humano y a la pobreza extrema. Se incrementan las diferencias Luego siguieron las decisiones políticas comentadas en párrafos anteriores sobre el ALBA, Cuba y también Petrocaribe, que fueron incrementando los desacuerdos, hasta que la idea de convocar a una Asamblea Constituyente, los llevó a su máxima expresión Esta propuesta ha sido repudiada y calificada por todas las instancias de poder del Estado hondureño, Congreso de la República, Corte Suprema de Justicia, Órgano Superior Electoral, entre otros, como inconstitucional. Consiste en colocar una urna adicional (la “cuarta urna”) en todas las mesas de votación del país, el próximo 28 de noviembre, día de las elecciones generales, para que el pueblo manifieste su acuerdo o desacuerdo con la convocatoria a la Constituyente. En los comicios de noviembre próximo, en cada mesa electoral habrá tres urnas a través de las cuales los hondureños votarán por sus candidatos a: presidente de la República, diputados al Congreso Nacional y a alcalde de su municipio. A pesar de la condena institucional y del rechazo a la oligarquía hondureña, Zelaya insistió en sondear la opinión del pueblo sobre ese asunto, y para el 28 de junio dispuso la realización de un sondeo, no vinculante, a fin conocer el parecer del pueblo sobre ese asunto. Ese mismo día, en horas de la madrugada, los militares lo depusieron con un golpe de Estado y lo trasladaron a Costa Rica. Romper el cerco Cerradas las posibilidades institucionales de convocar a una Asamblea Constituyente, por la negativa de la institucionalidad del Estado, Zelaya apela a la opinión del soberano y para ello planteó la consulta, no vinculante, que habría de realizarse el día del golpe. El presidente legítimo de Honduras parece haber comprendido que la oligarquía de su país, que controla todos los poderes, y los militares asesorados por Estados Unidos, no van a permitir un proceso constituyente que conduzca a la refundación del país, como en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Para romper ese cerco de intereses se propuso, entonces, abrir un canal de comunicación con el pueblo a través de esa consulta que, a la postre, fue eliminada por el golpe militar. Este sábado, después de siete días de exilio, Zelaya, con el respaldo del mundo democrático y de los organismos internacionales (OEA, Naciones Unidas, Unión Europea, UNASUR, Alba y otros) regresa para reasumir su cargo de presidente legítimo y a encarar a los golpistas. Su determinación refleja valor y compromiso democrático con el pueblo que lo eligió, que como otros pueblos de nuestro continente, ha comenzado a transitar por el sendero del futuro hacia nuevos tiempos de justicia e igualdad.

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