viernes, 10 de julio de 2009

Tribunal Penal Interamericano impedirá impunidad de los golpistas.


Hernán Mena Cifuentes.


El golpe de Estado perpetrado el domingo 28 de junio contra la institucionalidad en Honduras, así como otros eventos generados de esa acción antidemocrática, hacen impostergable la creación en la región, tal como lo propuso Evo Morales, de un Tribunal Penal Interamericano llamado a juzgar y castigar a los autores intelectuales y materiales de ese crimen y a disuadir a quien pretenda en el futuro atentar contra la democracia de ese y cualquier otro país de la región, a pesar de las maniobras de última hora que para protegerlos ha desplegado el Imperio. Y es que el Presidente boliviano, como hijo y líder de un pueblo que ha sufrido en carne propia siglos de opresión no sólo de potencias e imperios extranjeros sino de dictaduras y racistas criollos que lo esclavizaron, explotaron y masacraron cada vez que intentó rebelarse contra ese ultraje a la dignidad humana, ha propuesto esa idea luminosa orientada a poner fin al oscurantismo de la era de los golpes de Estado regionales que se creían superados. Morales es un Aymara de la misma raza heroica e indomable de Tupac-Katari, el guerrero indígena que hace 228 años se levantó contra el imperio hispano y quien antes de morir víctima del más horrendo de los suplicios dijo:“Naya saparukiw jiwyapxitaxa nayxarusti, naranqanakwa, waranqa wrananqanakaw tukutaw kut’anipxani…” “Solamente a mí me matan…Volveré y seré millones”. Y la profecía habría de cumplirse con el triunfo electoral de Evo en 2005. El Estado Plurinacional de Bolivia, manifestó Evo Morales en una histórica declaración hecha en La Paz el primero de julio, 'propone que la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) cree un Tribunal Penal Interamericano para la democracia en Honduras, ad hoc, que tendrá como finalidad la recepción de denuncias, investigación, procesamiento y sanción de las personas que hayan cometido delitos y atentados contra la democracia y los derechos humanos (DDHH) en la hermana república de Honduras”. Morales hizo la propuesta consciente de las dificultades que enfrentaría la OEA para restaurar en sus funciones a Manuel Zelaya, el legítimo mandatario hondureño, cuya residencia fue asaltada por un comando del ejército cumpliendo órdenes de la cúpula militar traidora que, en complicidad con miembros del Congreso, de la Fiscalía, de la Corte Suprema de Justicia, de la rancia oligarquía y de los medios mercenarios; ejecutó el artero y cobarde golpe de Estado. Zelaya, quien fue sacado por la fuerza en ropa de dormir de la Casa presidencial y expulsado del país, llegaría a Costa Rica, donde, tras conocer el mundo la noticia, se inició un proceso liderado por las naciones miembros de la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (Alba). A este esfuerzo se sumarían todos los foros del planeta como la OEA, la Organización de Naciones Unidas (ONU), el Movimiento de Países No Alineados (Noal), la Unión de Estados Africanos (UEA), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el Sistema de Integración Centroamericanos (Sica), el Grupo de Río y la Comunidad del Caribe (Caricom), así como los organizaciones defensores de DDHH y la mayoría de los gobernantes del planeta. La acción asumida por los golpistas al ignorar las medidas adoptadas por la OEA y demás organismos internacionales, así como la represión desatada contra el pueblo, la prohibición de ingreso al país a Zelaya y al grupo de mandatarios y funcionarios que lo acompañaban, es señal inequívoca de que por ahora los golpistas no están dispuestos a ceder en su posición de desobediencia al mandato de la voluntad planetaria. Esa actitud evidencia que gozan del apoyo de quienes desde Washington manejan los hilos del poder oculto que manda por encima de la voluntad de los presidentes de Estados Unidos (EEUU), un poder siniestro a cuyas órdenes debe plegarse todo mandatario yanqui o de lo contrario atenerse a las consecuencias, que no son las más felices, por cuanto ello puede significar la muerte, como sucedió en 1963 en Dallas con John Fitgerald Kenneddy. Dicho apoyo lo comprueba, por ejemplo, el hecho de que, ¿Por qué sí una vez que a la aeronave con Zelaya a bordo se le prohibió aterrizar en el aeropuerto capitalino de Toncontín, no se le dieron las facilidades para llegar a la base militar estadounidense de Soto Cano, ubicada a sólo 97 kilómetros de Tegucigalpa y a sólo cinco minutos de vuelo'. De habérsele permitido llegar a esa instalación el Presidente habría ingresado a su país y recibido por su pueblo. Y es que cualquier cosa cabe esperarse del “Imperio y sus genios tenebrosos”, como lo expresó en un comunicado que bajo ese título emitió hace poco más de siete años el chileno Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en cuya introducción se señala: “En cada Estado imperial a lo largo de la historia de la humanidad han existido los verdugos, los cerebros tenebrosos, los encargados de darle expresión en carne y hueso a un sistema explotador. A modo de ejemplo, en la Roma imperial encontramos a Calígula y Nerón, en la fase imperialista en nuestros días encontramos “genios” tanto o aún más tenebrosos que los romanos”. El documento agrega: “El imperio estadounidense tiene en sus filas a lo peor que ha dado la humanidad, 'genios' tenebrosos que son capaces de inventar las infamias más desquiciadas para dar justificación a los planes de los grupos económicos y organizaciones de intervención civil…” Esos “genios” tenebrosos no están sólo en la capital del Imperio, donde han tramado otra de sus siniestras conjuras para impedir el triunfo de la democracia hondureña sino que permanecen en todo el mundo, como en la propia Honduras, donde sus cómplices inventaron “las infamias más desquiciadas” como la de acusar a Zelaya de violar la Constitución, presentar una falsa carta de renuncia del mandatario y denunciar que tropas nicaragüenses avanzaban hacia la frontera con Honduras. El golpe contra la institucionalidad en Honduras, que sus “genios” tenebrosos pensaron erróneamente que era el eslabón más débil del Alba, se inscribe en el marco de los planes conspirativos con que EEUU pretendía destruir a ese mecanismo revolucionario de integración económica, política y social ideado por el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías, hecho realidad en La Habana, Cuba, con el apoyo de Fidel Castro y que hoy cuenta con nueve países miembros. Fracasaron en Honduras porque no contaban con la solidaridad que la sociedad planetaria daría al legítimo gobierno y su presidente, cuyo pueblo lleva diez días manifestando en las calles soportando sed, hambre, calor, lluvia y una brutal represión que, además de causar muerte y lesionados, mantiene encarcelados a más de 700 hondureños a quienes se les niega sus derechos, porque han sido suspendidas las garantías constitucionales en vano esfuerzo por frenar sus ansias de libertad. En cuanto a la conjura dirigida a desmembrar al Alba, el fracaso fue aún mayor, pues lejos de destruirlo, el mecanismo regional creado por Chávez, responsable en 2005 del naufragio y muerte del anexionista Alca, se ha fortalecido y convertido en punta de lanza de la contraofensiva antigolpista y antiimperialista lanzada por los pueblos del mundo, como parte de su voluntad inquebrantable por restituir la institucionalidad en Honduras. Pero el Imperio y sus secuaces no aceptan fácilmente la derrota, por lo que, a pesar de haber sido vencidos hoy por la fuerza de la razón y aferrados tercamente a su logro inicial, el cual es haber impuesto un gobierno de facto que está a punto de ser lanzado al basurero de la historia, traman juntos nuevas artimañas en desesperado intento por prolongar la presencia de los usurpadores hasta noviembre, mes cuando culmina el mandato presidencial de Zelaya. Y como parte de la conjura, este martes han tendido una nueva celada introduciendo un “Caballo de Troya” en la persona de Oscar Arias, el presidente costarricense, para que sirva de “mediador” en las negociaciones que, según anunció Hillary Clinton, la secretaria de Estado de EEUU, han sido acordadas entre golpistas y el legítimo gobierno de Honduras, aprobadas -aseguró- por Zelaya durante la reunión que sostuvo este martes con el mandatario centroamericano. El diálogo anunciado por Clinton echaría por tierra el andamiaje jurídico y moral levantado por los organismos internacionales del planeta que condenaron el golpe de Estado, especialmente por la OEA que por unanimidad aplicó sanciones políticas, diplomáticas y económicas que han aislado al gobierno de facto del resto del mundo, al que ahora EEUU pretende salvar para que permanezca en el poder contra la voluntad del pueblo hondureño y del mundo. Su propósito es tan claro como siniestro, pues mientras por una parte esperan el vencimiento del período presidencial de Zelaya, por la otra buscan adelantar las elecciones para no dar tiempo a la aprobación de una reforma constitucional, la cual busca introducir reformas sociales que eliminen las caducas normas que durante tres décadas han mantenido “congelados” los obscenos privilegios de la oligarquía y frenan las conquistas sociales a las que aspira el pueblo. A pesar de que Clinton aseguró que el diálogo cuenta con la aprobación de Zelaya, el mandatario manifestó que el mismo no significa que se trate de negociaciones y que no está dispuesto a traicionar al pueblo que lo eligió. Por otra parte, se espera la reacción que frente a esa nueva trampa asumirán los gobiernos y líderes progresistas de la región, para quienes la restitución incondicional de la democracia y del presidente es una cuestión de honor, no sólo por los principios y valores éticos y morales que se defienden sino porque su distorsión significaría una burla a la sociedad planetaria. Por ello y ante el trágico escenario que hoy exhibe el hermano país centroamericano, el mundo debe volver a cerrar filas en defensa del pueblo hondureño para que se garantice la conquista de su libertad y la restitución de su legítimo y único presidente, rechazando la celada imperial que pretende colocar un “Caballo de Troya” en el seno de la OEA para destruir todos los esfuerzos realizados a favor de la democracia del hermano país centroamericano, dejando en el poder a los golpistas. Y es que el Imperio, viendo como fracasó el golpe de Estado, y sus autores no tienen a donde huir, porque el mundo les cerró todas las puertas de escape y no pueden recibirlos en EEUU, ya que si lo hacen admitirían abiertamente su complicidad con ellos; busca mantenerlos en el poder contra la voluntad de la sociedad mundial, recurriendo a esa maniobra que les permite estar dentro del país. De allí que surja la pregunta: ¿Quedarán en la impunidad los crímenes cometidos contra la democracia y el pueblo hondureño por los golpistas: los miembros de la Corte Suprema de Justicia, de la cámara de diputados, el fiscal general de la República, los miembros de la jerarquía de las iglesias católica y evangélica, los dueños de los medios mercenarios, los empresarios, los jerarcas militares y policiales, todos ellos protagonistas de ese vergonzoso capítulo de la historia de Honduras. Por ello la importancia de la propuesta hecha por Evo Morales para la creación del Tribunal Penal Interamericano, donde deben ser sentados en el banquillo de los acusados, juzgados y condenados los responsables de ese crimen, como fue el golpe de Estado perpetrado contra un gobierno democrático y su legítimo presidente Manuel Zelaya Rosales, elegido en transparentes comicios por el pueblo. Su implementación debe realizarse sobre la marcha, a fin de evitar que ese crimen de lesa humanidad contra la democracia, los derechos humanos, la paz y los valores y principios de la sociedad humana se extienda como plaga por el resto de América Latina y el Caribe, amparado en la impunidad que ahora pretende ofrecerle Washington ante la ausencia de esa herramienta eficaz orientada a frenarla, como lo es el tribunal que propone el mandatario boliviano. Porque, a pesar de que se llegue, como es seguro que habrá de suceder, a derrotar el golpe asestado a la democracia hondureña, se corre el grave riesgo de que los autores de ese crimen escapen a la acción de la justicia por falta de un instrumento idóneo que logre impedirlo, por lo que no sólo es suficiente que la sociedad planetaria en pleno condene el golpe. Por tanto, se hace impostergable la aplicación de severas y ejemplares sanciones contra esos fósiles que con su accionar hicieron retroceder la historia a la época de las cavernas, pensando que podrían desconocer la voluntad y enmudecer la voz de un pueblo. Y eso sólo podrá garantizarse con la creación del Tribunal Penal Interamericano, cuya conformación ha sido propuesta y sometida a la consideración de la OEA por Evo Morales, el hijo del pueblo Aymara, que hizo realidad la profecía de Tupac Katari, el guerrero que antes de morir prometió volver hecho millones, como lo hizo Evo al triunfar con millones de votos para rescatar de la esclavitud y servidumbre en la que vivieron durante 500 años sus hermanos.

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