viernes, 10 de julio de 2009

Por qué el golpe de Estado en Honduras.


María Linares


Los recientes acontecimientos en Honduras han puesto en evidencia que en la región centroamericana se está dando cambios sociales en América Latina. En efecto, la revolución bolivariana, la creación del ALBA, han inducido a los movimientos políticos no sólo a examinar sus concepciones sobre la lucha revolucionaria y sus métodos, sino que también ha obligado al gobierno de los Estados Unidos a revisar su política hacia Centroamérica y el Caribe y a instrumentar, por el momento, una política “dura” hacia la región. De allí, el golpe de Estado reciente en Honduras. Hoy, América Latina es el continente revolucionario. Apareció en Europa casi con el siglo XX y allí se mantuvo agónica entre la primera guerra mundial y las postrimerías de la segunda. La revolución frustrada en Europa donde sólo alcanzó a entronizarse en Rusia; luego la marea revolucionaria pasó a otros continentes, llegando a Asia, específicamente, a China. La revolución china crearía la vietnamita, que se midió con tres imperialismos, el japonés, el francés y estadounidense. Actualmente, la llama se ha avivado en América Latina. En América Latina desde el momento en que apareció la revolución se hizo ciudadana de nuestro continente y entró a ser uno de los componentes del drama latinoamericano. La actividad revolucionaria de nuestra región, única en el mundo, no es casual ni inesperada. Aquí se están dando las condiciones que culminarán en el cambio revolucionario como en ninguna otra latitud del planeta tierra. Ahora bien: ¿Por qué el golpe de Estado en Honduras? Para explicar este golpe de Estado, partiremos desde el campo geopolítico y militar estratégico. Desde este sentido, por una parte, diremos que para los Estados Unidos, Honduras es un enclave militar; por otro, el Presidente Zelaya ha tenido el atrevimiento de adherirse al ALBA del Comandante Chávez, cuyos miembros no están de acuerdo con las bases militares en el territorio de América Latina. Como estrategia militar, el golpe hondureño está orientado a preservar una pieza clave del control militar de la región. Honduras le sirve al imperialismo estadounidense para mantener el poder armado sobre las reservas de petróleo, agua y biodiversidad; todo control militar tiene un objetivo económico. Asimismo, la “revoltosa ALBA” complica y desestabiliza la presencia directa del Pentágono en Honduras. Para Estados Unidos es inaceptable “una solicitud futura por parte de ese país del desmantelamiento de la base militar, ubicada en Soto Cano a 97 kilómetros de Tegucigalpa”. Este escenario no causa un perjuicio económico al imperio yanqui, sino otro, y es de orden político-militar. Pero Washington para mantener su dominio usa la fachada, denominada “sistema democrático”, por ello debe respetar formalmente las decisiones de los gobiernos de la región. Por ejemplo, el Presidente Rafael Correa decidió retiró la base militar estadounidense de Ecuador. Mucho menos acepta gobiernos que luchan por la justicia social. En conclusión, la estrategia de control con el poder blando de la “democracia”, constituye la principal debilidad de Washington. Es decir, se encuentra en la imposibilidad de reprimir abiertamente los movimientos desestabilizadores contra su aparato de dominación militar. Por ello acude al poder duro, que consiste en golpes de Estados, invasiones. De esta manera, ha mantenido por más de un siglo su hegemonía en nuestro continente.


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