Paulina Villasmil Socorro(*)
El tema de la educación en Venezuela posee gran atractivo mediático por ser uno de los de mayor controversia política. Semanalmente se publican artículos en prensa escrita y se realizan programas de opinión por radio y televisión sobre alguna temática educativa, ya sea el currículo, la ley de educación, el contrato colectivo, etc. Sin embargo creo que hay mucha hipocresía alrededor del interés por el avance de la educación y que tanto discurrir es inversamente proporcional a la materialización del apoyo que las instituciones con responsabilidad hacia la educación ofrecen para su mejora. Soy docente de la U. E. Manuel Segundo Sánchez, un liceo bolivariano de la zona oeste de Maracaibo. Lo que me lleva a escribir estas notas es la impotencia que siento al encontrarme con tantas piedras en el camino en el intento por realizar actividades que generen en los estudiantes capacidades para la reflexión y la investigación de procesos geopolíticos nacionales y mundiales. De igual modo, una forma diferente de ejercer la enseñanza en los docentes. Yo sólo deseo demostrar lo mucho que se puede hacer en los liceos, sobre todo en un país cuyo gobierno, además de realizar una inversión en educación como nunca se había hecho en los anteriores años de democracia, ha construido, una plataforma ideal para que la educación mejore. Esto se ha logrado al fortalecer las instancias de apoyo a los procesos educativos en las aulas de clase. Dichos esfuerzos se evidencian en los presupuestos destinados a las instituciones dedicadas a las artes, la ciencia y tecnología, la comunicación e información, la atención al desarrollo económico y productivo de las regiones, todas ellas responsables de apoyar la educación pública. La asignatura que dicto en el 5º año de ciencias del liceo es la de Geografía Económica de Venezuela. En el mes de enero elaboré una unidad de trabajo sobre la relación existente entre los sistemas políticos y los sistemas económicos. Tomamos como punto de partida un tema de actualidad que orientara el análisis: el del conflicto palestino- israelí. Una vez estudiados los tópicos, planteé a los estudiantes la idea de culminar la unidad con la realización de un foro con invitados especialistas en la temática para complementar el estudio del aula. La idea de fondo es la de promover la investigación y la discusión argumentada en estudiantes que están a un año de iniciar sus estudios universitarios. En dicha institución existen situaciones de violencia entre alumnos/as y de alumnos hacia los profesores, las cuales han fortalecido un desapego hacia el liceo y una indiferencia hacia las actividades escolares. Por todo ello se hace necesario suscitar entre los estudiantes una actitud más académica que logre recuperar un clima de estudio, de diálogo de saberes, de encuentro con nuestras costumbres, capacidades y valores. La idea fue apoyada totalmente por los estudiantes. Planifiqué entonces un Congresillo académico – cultural denominado “Palestina e Israel. Una mirada desde la geopolítica sobre los conflictos bélicos en el Medio Oriente”. Comencé a buscar los recursos para su realización. Solicité a Corpozulia el apoyo en autobuses y en refrigerios para los estudiantes, ya que ni los ponentes ni los grupos culturales cobrarían por su participación. En Corpozulia extraviaron las primeras cartas de solicitud, y luego a dos días de la realización del evento, una secretaria por el teléfono, me dijo que las ayudas estaban paralizadas porque ese jueves entregaba la presidencia el Gral. Martínez y tomaría posesión otro presidente, por supuesto era una excusa falsa que sirvió para que yo quedara sin ánimos de volver a solicitar la ayuda en esa institución. Semanas más tarde solicité el apoyo a Fundacite - Zulia. Allí aprobaron una pequeña cantidad para la realización del evento que facilitaba mucho las cosas. Pasé entonces una carta solicitando la sede del Maczul (Museo de arte contemporáneo del Zulia) para realización del evento. Todos sabemos que el Maczul, el teatro Baralt, el CAM Lía Bermúdez, están financiados a través de recursos de la nación. Recibí una llamada telefónica en la que me notificaban la negación de mi solicitud. Pregunté cual era el motivo y me dijeron que era <>. Lo triste de todo esto es que quiero hacer un evento científico que fomente la investigación, pero como se trata de un liceo público no se puede. Si se tratase de una graduación de un colegio privado, o de algún acto protocolar de alguna empresa, mientras tengan los miles de bolívares fuertes que se solicitan para pagar el alquiler, seguro la respuesta sería positiva, aunque la solicitud esté a millas de distancia de los fines de estas instituciones que son las del fomento del arte, la cultura y la investigación en la región. Incluso sabemos que en algunos de nuestros museos se alquilan sus salas para bodas y bautizos, quedando estos espacios más como lugares de agencia de festejos que para la cultura, la ciencia y el arte. En este liceo hay talentos escondidos, muchachos que alcanzan verdaderos niveles de excelencia en los análisis que realizan durante de las horas de clase que transcurren de manera anónima, sin que nadie lo note. Pero de esto no es atractivo hablar, no es del interés de nadie, no atrae a los medios, no atrapa recursos económicos. ¿A quién le interesan en realidad 300 estudiantes de los barrios de Maracaibo? Interesa sí hablar de lo mal que está la educación pública, que el currículo es cubano, que los docentes no tienen formación, Pero cuando se debe convertir el discurso en ayudas materiales a los estudiantes de los liceos públicos, nos cierran las puertas. Es poco decir que esto es injusto. ¿Dónde están las instituciones del estado que garantizan que estos espacios no sólo beneficien a las élites? ¿Donde está la ética de quienes dirigen las instituciones de apoyo a la educación, que no sirven a los nobles fines de educar a la ciudadanía sino de reservar la cultura para los grupos dominantes? ¿Dónde está la sensibilidad de quienes dirigen los centros de la cultura? Una vez más recurrimos a la vieja discusión de a quién sirve el conocimiento, al pueblo o a los grupúsculos que conforman los círculos académicos. Yo quiero hacer pública mi indignación por lo cuesta arriba que se nos hace a los docentes de los liceos realizar actividades extracurriculares que ameriten la inversión de recursos económicos. Por la negación al derecho que tienen los estudiantes de los liceos públicos a disfrutar de experiencias formativas de excelencia. Por la despreocupación de los académicos hacia el crecimiento cultural de las clases deprimidas económicamente. Por lo difícil que se nos está haciendo lograr en este país la inclusión, el fomento de la cultura y el conocimiento para los más desposeídos.
(*)Profesora.
paulinavillasmil@cantv.net
jueves, 7 de mayo de 2009
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