domingo, 31 de mayo de 2009

Juan Germán Roscio: Educador de conciencias, Canciller de la República.

Reinaldo Bolívar

Discurso Ante la Sociedad Bolivariana de Venezuela en homenaje al natalicio de Juan Germán Roscio Venir aquí a hablarles a ustedes de la vida de Juan Germán Roscio, es muy arriesgado. Aquí deben encontrarse sino grandes investigadores de la vida de este ilustre guariqueño, si grandes lectores de las variadas biografías que sobre el hijo de María Nieves y el italiano Roscio, se han escrito. Hijo de José Cristóbal Roscio y Paula María Nieves. En la obra “Los Tiznados”, breve libro, que nos presenta de manera amena y con gran precisión geográfica e histórica a los pueblos de San José y San Francisco, ribereños todos del río Tiznados, en este libro, en el aparte personajes, Oldman Botello, recrea la vida de Juan Germán Roscio, el niño que a los doce años emigró a la capital para estudiar y prepararse para el gran aporte que daría a la libertad e independencia de Venezuela. Poco se habla de la niñez de los héroes, la tendencia es reseñar o bien sus estudios, o bien sus obras escritas, físicas o grandes triunfos. El hombre y la mujer de hoy sienten gran atracción por los currícula. Tal vez en una contraposición contra la mala costumbre de las realezas donde no valían ningún esfuerzo sino ser hijo del rey o de la reina. En las sociedades más avanzadas, como son las indígenas, importaba mucho donde se nace, donde se crece y la ascendencia, no para determinar la pureza, como pretendieron hacerle a Juan Germán Roscio para permitirle ejercer la abogacía, sino para homenajear a la familia, a los ancestros. Ahora descubrimos la importancia de la familia extendida, del afecto de los abuelos, de la presencia de los tíos, primos, parientes y de la solidaridad de los vecinos. De allí nos viene la paisanería. El reconocimiento familiar de donde somos y de donde venimos. El camino hecho y el camino por hacer. Ese es el primer motivo que nos reúne. Reconocer a un paisano, a unos de nosotros, A Juan Germán Roscio. Reconocer su obra, forjada por su preparación. El pequeño Juan Germán, el que nació en la calle Presentación del viejo San Francisco de Tiznados. Yo soy un convencido que la infancia es sumamente importante en la trayectoria futura del ser humano. Un día lo decimos por deducción. Hoy los estudios científicos, la pediatría, la psicología lo confirma. El pequeño ser, llamado niña o niña, forja su carácter a temprana edad. Allí los estímulos emocionales, visuales, auditivos, la vida y las circunstancias que rodean a la persona son fundamentales. El pequeño Juan Germán, pasó sus primeros doce años en las montañas de Tiznados, en el Hato La Guamita, en las calles del viejo “Tiznao”, con su excelsa iglesia colonial, tan inmensa o más como la conocida Basílica de Ortiz, con sus calles empinadas, como las que llevan a San Lorenzo de Tiznados o a las montañas que rodean a San Juan de los Morros. Desde allí, Juan Germán tiraba su vista al infinito llano, desde el río, viendo correr libres al ganado cachilapo, o lo que hoy es el lecho de la represa Montilla, que antes fue una gran sabana por donde se perdían los ojos de Juan Germán y sus hermanos. Esos misterios del llano y la montaña, la guía de su padre de origen italiano José Cristóbal Roscio, de su madre mestiza, en mágica mezcla indígena y negra, que le llenaron el alma de dignidad y nobleza, la aragüeña Paula María Nieves. La certeza de que por aquellos predios del río y más abajo, hasta San José, venían reclamando libertad los hombres y mujeres negras como sus abuelos, huyendo del esclavista que en Caracas, Valencia y las ciudades costeras esclavizaban con saña. Eso queda en la mente, se aviva en la sangre. Allí estaba el germen de la curiosidad que harían de Juan Germán un estudioso, luchador y educador. Quien eligió las armas de las ideas y la pluma, debía apertrecharse. Juan Germán Roscio Nieves, forma parte de la cartera de héroes civiles que dio la Venezuela de los primeros tiempos. Junto a él, Francisco Uztáriz, Vicente Salias, José Rafael Revenga, Cristóbal Mendoza, por citar algunos de los más conocidos. Hace poco el gobernador me comentaba que una nueva Universidad en Guárico llevará el nombre de este ilustre prócer, y recientemente han creado con gran acierto la Cátedra Libre con el nombre de este guariqueño universal. Porque el fue un genio de la enseñanza ideológica. Sus instrucciones estaban cargadas de pedagogía, al igual que sus consejos. Al ilustre Andrés Bello, de quien fue jefe, le dio el siguiente consejo, en una de las tantas cartas que les escribió: ”Ilústrese más para que ilustre a su Patria”. Así se lo recomendó a Bello, el más grande hombres de las letras que ha dado Venezuela, el que hoy en día sigue siendo referencia con su “gramática española”, la cual es de obligatoria consulta ante. Es decir, siguió Andrés Bello el consejo de su amigo Roscio. Tal pensamiento, debería estar expuesto junto a los monumentos que se levantan al gran guariqueño. Recientemente, recibimos la buena nueva de la instauración de la estatua pedestre de Roscio en la entrada de San Juan de Los Morros. La obra del artista Manuel Fuentes, recibe ahora al viajero, yo me atrevería a sugerir que el consejo “Ilústrese más para que ilustre a la Patria”, se incorpore la literatura de la esplendida escultura. Roscio no se conforma con menos, y no acepta límites. Debe hacer más, crecer para ayudar a crecer, educarse para educar, luchar para enseñar a luchar, hacer Patria para ayudar hacer otras Patrias, como Simón Bolívar el que no se conformó con libertar a Venezuela sino que exportó libertad a toda la América. Ser más revolucionario para revolucionar a la Patria. Ilustrarse para ilustrar. Aquel pensamiento se lo tomó muy en serio Andrés Bello que de Caracas llegó a Chile a fundar universidades y hacer leyes. Porque la Patria es América. Esa convicción de Roscio por educar conciencia o por libertarla de la transculturización, queda ampliamente plasmada en su obra más conocida “El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo”. Allí expone su declaración de principios, su esperanza de ver iluminar a los pueblos oprimidos con la luz de la libertad que el mismo observó en su Venezuela, así escribe: “A la confesión de mis errores políticos he querido dar el título de “triunfo de la libertad sobre el despotismo, por la victoria, que ella obtuvo de mis más antiguas preocupaciones; por el deseo de verla triunfante en toda la tierra; y por la esperanza de igual suceso en cuanto la leyeren”. Reconocía Juan Germán Roscio cualquier desliz que hubiere podido cometer en su desempeño patriótico. Es importante saber que este libro fue escrito durante su prisión en el norte de África, en la cárcel española de Ceuta. Escribía Roscio contra la tiranía de las ideas religiosas y culturales que eran el verdadero oprobio al que sometían los imperios europeos a la América Abya Yala. La obra de Roscio era de las más avanzadas, porque se atrevía a cuestionar radicalmente a la Iglesia Católica, se atrevía a llamar a oponerse a los métodos de penetración cultural de aquella iglesia. Roscio daba en el clavo al catalogar a la iglesia católica como instrumento del imperio. Así pensaba alguien que era profundamente cristiano, quien incluso tenía entre sus familiares a un hermano sacerdote, que también profesaba ideas libertarias, el Padre José Félix Roscio Nieves, otro ilustre paisano guariqueño. Criticaba con certeza a la iglesia católica, quien más adelante fue considerado por el ilustre sacerdote revolucionario el Padre Vive Suria, como uno de precursores de la teología de la liberación. Nadie como Juan Germán Roscio se había atrevido a tanto ni en América ni en Europa. Escribía en la ilusión de ser leído, para contribuir a la emancipación de otros pueblos. Escribía desde la cárcel, en 1815, con la convicción de la libertad. Domingo Miliani, prologuista de la edición de la Biblioteca. Ayacucho de “El triunfo de la Libertad sobre el despotismo” define esta obra como “Una lectura jurídico – política y social de las Escrituras (la Biblia), con la intención de aportar argumentos contra la situación opresiva de América en lucha”. Decía que es un verdadero compromiso hablarles a ustedes paisanos de Roscio. Varios han abordado la difusión de la obra de este inmenso hombre de la civilidad en Venezuela. Un prócer fundamental de la nación a quien por desconocidas circunstancias no vemos su nombre en el altar de la Patria, en el Panteón Nacional. Allí falta mucha gente buena, patriótica, de trascendencia ya ustedes saben, por ejemplo, nuestro empeño compartido de ver en ese altar a Matea Bolívar. De los biógrafos, Adolfo Rodríguez, más recientemente nos obsequió su obra “Juan Germán Roscio el máximo constitucionalista de Venezuela”, título que en si mismo expone la gran verdad poco difundida del co autor de la partida de Nacimiento de la República de Venezuela, de su Primera Constitución, del Primer Reglamento para elegir diputados y del manifiesto que lanzó al mundo la República de Venezuela. Juan Germán Roscio, formó parte del grupo de intelectuales, estudiosos, profesionales o pensadores políticos como a bien tengamos calificarlo que tuvo la delicada tarea de edificar la arquitectura institucional de la naciente República. Uno de los más prolijos escritores sobre Roscio, como lo fue Pedro Grases, en su obra “Un hombre del 19 de abril: Juan Germán Roscio”, analiza la participación decisiva de Roscio en los acontecimientos que concluyeron con la Proclamación de la Independencia el 19 de abril de 1810. Sobre ello ya había escrito tempranamente, en 1877, Ramón Azpurua, en un artículo titulado “Participación de Juan Germán Roscio en las incidencias del 19 de abril de 1810”. En intrépida muestra de arrojo irrumpe en el Cabido de Caracas en aquella fecha gloriosa, presentándose como diputado del pueblo. Allí jugaría decisivo papel en el desconocimiento de la autoridad del Capitán General Vicente Emparan. Ningún biógrafo de Roscio, ningún historiador serio de Venezuela pone en duda la importancia de Juan Germán Roscio en el movimiento del 19 de abril de 1810, ni en la edificación de la Primera República. Este Roscio que se presentó allí tenía peligrosos antecedentes en la defensa de los derechos civiles. Ya conocen ustedes el juicio que entabló contra los que se oponía a su ejercicio del derecho. Y más contundente es el juicio que en 1797, realizó contra el Cabildo de Valencia, al defender a una mujer mestiza, como su madre, a quien se le negaba el derecho de usar alfombra para arrodillarse en el templo, debido a que era un privilegio reservado a la mantuana. Se trataba de Isabel María Páez. Este Roscio influiría decisivamente en la decisión que tomó la Junta Suprema de Caracas el 14 de abril de 1810 de introducir africanos esclavizados en el país. Precisamente la presencia de Juan Germán Roscio, idealista, de piel moreno, hijo de mestiza, con lucha jurídica contra la discriminación es un testimonio de que la Revolución del 19 de abril de 1810 no era, como pretende descalificar aún muchos, una revolución de mantuanos, de oligarcas. La generaciones de venezolanos a las que pertenecieron José Leonardo Chirino, Gual, España, Miranda, Rodríguez, Bello, Roscio, Sucre, Rivas, Bolívar y muchos otros estaban concientes de que para construir un país había que prepararse. Un movimiento oligarca se hubiese limitado a exigir reivindicaciones económicas, tributarias, el 19 de abril, como hemos dicho en otra oportunidad recogió las inquietudes soberanas maniatadas durante 300 años. De aquel 19 de abril, surgió la primera institucionalidad de la potencial Republica de Venezuela, porque en realidad, la estrategia maestra de los patriotas en aquella fecha fue abolir las instituciones que ejecutaban las políticas imperiales, e iniciar un camino que llevará a la Proclamación de la Independencia. Roscio integró aquella histórica Junta Supremas de Caracas, la primera institución de la potencial República de Venezuela, junto a él estaban José de las Llamozas; Martín Tovar Ponte; Feliciano Palacios; Nicolás de Castro; Juan Pablo Ayala; José Cortés de Madariaga; José Hilario Mora; Isidoro Antonio López Méndez; Francisco José Ribas; Rafael González; Valentín de Ribas; José Félix Sosa; Juan de Ascanio; Pablo Nicolás González; Francisco Javier de Ustáriz; Silvestre Tovar Liendo; Nicolás Anzola; José Félix Ribas; Fernando Key Muñoz; Lino de Clemente; José María Blanco y Dionisio Palacios. Ellos tenían la misión de pensar y actuar en función de la nueva república. De cada detalles. Sobre la gesta del 19 de abril escribió Roscio: El jueves Santo, 19 de abril, se desplomó en Venezuela el coloso del despotismo, se proclamó el imperio de las leyes y se expulsaron los tiranos con toda la felicidad, moderación y tranquilidad que ellos mismos han confesado y ha llenado de admiración hacia nosotros a todo el mundo imparcial. Tocó al guariqueño Roscio, la delicada e importante función de Secretario de Relaciones Exteriores, lo que quiere decir que fue y así debe ser exaltado el Primer Canciller de Venezuela. Así reza una placa que en el año 1999 colocamos en una gran aula que acondicionamos para reuniones y conferencias en la Escuela de Estudios Internacionales de la UCV, que bautizamos como Salón Juan Germán Roscio. Allí se lee “Juan Germán Roscio, Primer Canciller de la República”. Se le asignó a él la difícil tarea de decirle al mundo los pasos que daba Venezuela para procurarse su propio destino. Eran tiempos de imperios, de dominio cultural de la iglesia católica. Se necesitaba un conocimiento de las culturas de las potencias que podían ser potenciales aliados, o potenciales enemigos. La propia creación de la Junta Suprema de Caracas, llamada oficialmente como Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. El nombre fue una verdadera genialidad diplomática, buscaba dar el paso definitivo de la independencia sin incomodar en demasía a los partidarios de la Corona, mientras se creaba, aceleradamente la necesidad de la separación total. Como jefe de la diplomacia, sería él quien daría instrucciones al propio Simón Bolívar, en la primera misión diplomática de Venezuela. Como es sabido, la misión encabezada por Bolívar se dirigió a Gran Bretaña en búsqueda de apoyo para el proceso de emancipación. El nombrado Coronel Simón Bolívar, por la Junta Suprema, recibió de manos del Canciller Roscio una ayuda memoria que contenía el mensaje a Gran Bretaña, así como en detalle las respuestas a las posibles preguntas de las que pudieran ser objeto la delegación. Era la primera misión diplomática que enviaba Venezuela al exterior, otra saldrían rumbo a Estados Unidos, y varias a las provincias que constituían la Capitanía General de Venezuela, con el fin de convocar al futuro congreso constituyente. A los Estados Unidos de América van Juan Vicente Bolívar, José Rafael Revenga y Telésforo Orea. Para Curazao, Jamaica y otras islas inglesas en el mar Caribe; Roscio envía a Vicente Salias y Mariano Montilla; para Nueva Granada José Cortés de Madariaga y para Trinidad, Casiano de Medranda. A cada uno de ellos le daría similar material similar al entregado a Simón Bolívar a fin de que cumplieran a cabalidad su misión. Desde Caracas, el canciller Roscio, inicio un gigantesco cruce de cartas con personalidades del extranjero, en especial de América, igualmente con artículos en la prensa, y discursos en el Congreso Constituyente de Venezuela. Vale decir que sólo había tres secretarías de gobierno, Relaciones Exteriores, Hacienda y Guerra y Marina. La tarea propagandística de Roscio sería inmensa para el convencimiento de las potencias extrajeras y de las provincias venezolanas. Al parecer hubo efectividad porque en poco tiempo la Junta consigue pronunciamientos favorables en Cumaná y Barcelona el 27 de abril, Margarita el 4 de mayo, Barinas el 5 de mayo, Mérida el 16 de septiembre y Trujillo el 9 de octubre. Guayana se pronuncia el 11 de mayo a favor de la Junta pero al tener conocimiento el 3 de junio de la instalación en España del Consejo de Regencia reconoce a este como el legítimo y se aleja de la revolución caraqueña. Cientos de cartas debieron salir de la pluma rosciana, alguna firmada por él, muchas por miembros de la junta. Como Canciller preocupado por la formación de los cuadros políticos de la nación le escribe a Andrés Bello, que se encuentra con Bolívar en Londres: "Traiga aunque sea un compendio de la actual legislación inglesa y alguna gramática y diccionario anglo-hispano; ítem algunos otros libritos de importancia. Acuérdese Ud. de que Londres fue el lugar donde escribió el Padre Viscardo su Legado y donde obtuvo la mejor apología el Contrato Social de Rousseau". Nosotros siguiendo el ejemplo rosciano siempre le pedimos a los jefes de misión en África que nos traigan libros sobre ese continente, sobre sus pensadores, sobre su historia, el buen diplomático debe conocer su campo de acción y su potenciales aliados, es la lección de Roscio. Junto a tan agotadora tarea de Secretario de Relaciones Exteriores, estaba la redacción de los documentos constituyente, el reglamento para elegir diputados, para regir el congreso, y a veces, como el escribe a algunos de sus amigos “tuvo que ejercer las otras dos secretarias” por diversos motivos que el como buen diplomático no especifica. El período que va del 19 de abril a julio de 1811, fue de activa diplomacia: El propio Roscio evalúa así su exitosa gestión: “Después de haberse visto apoyada nuestra causa con la uniformidad de sentimientos de Buenos Aires, Santa Fe, la Florida, Méjico, Guatemala y Chile; después de haber obtenido una garantía indirecta de la Inglaterra; después de lograr reunir a su causa a Barcelona, Mérida y Trujillo; después de oír alabar su conducta por los hombres imparciales de Europa; después de triunfar sus principios desde el Orinoco hasta el Magdalena…” El pensamiento político diplomático de Juan Germán Roscio se vuelca en el Manifiesto que hace al Mundo la Confederación de Venezuela, 1811. La autoría de Roscio sobre este documento ha sido científicamente comprobada. En el documento quedan muy claras las razones de la independencia venezolana. Era el documento que circularía por el mundo, llevado por mensajeros, publicado en múltiples oportunidades, y que además sirvió de guía para otros movimientos de América: Algunas de las ideas fuerzas allí vertidas son: “La América, condenada por más de tres siglos a no tener otra existencia que la de servir a aumentar la preponderancia política de España, sin la menor influencia ni participación en su grandeza”. Fijémonos que se refiere Roscio a la América, en singular, para englobar la tragedia de la colonización por la que atravesaba todo el continente, salvo la ya emancipada Haití. El Libertador Simón Bolívar en documentos como la Carta de Jamaica, sigue la línea integral de tratar al continente en singular, como una sola nación “la América”. Se presenta otra idea presente en el discurso de Bolívar en la Sociedad Patriótica, los tres siglos de calma, de condena, sin que los americanos no pudieran siquiera participar en la menor decisión “Acaso 300 años de Calma no bastan” digo Bolívar, condenados por más de tres siglos a servir” escribió Roscio. Ya bastaba de calma y servidumbre. En el mismo documento expresa Roscio, valorando el discurso de Bolívar: “Si los trescientos años de nuestra anterior servidumbre no hubiesen bastado para autorizar nuestra emancipación, habría sobradas causas en la conducta de los gobiernos que se arrojaron la soberanía de una nación conquistada”. No podemos olvidar que la Sociedad Patriótica fue creada por la Junta Suprema. Y esta coincidencia resalta la innegable comunicación entre los próceres de nuestra independencia, cuyas ideas no competían sino que se complementaban por se originadas en principios sólidos. En el manifiesto, se proclamaba a la nación americana como pacifista, con vocación de progreso y desarrollo. Expresa que nuestra América en su momento será grande y se expandirá en el mundo para conquistarlo con su creatividad, prosperidad, sin guerras ni imposiciones. Roscio recoge una premisa contenida en su libro “El triunfo de la Libertad sobre el despotismo”, el de imponer ni destruir culturas como lo hizo el imperio y la iglesia europea, dice el manifiesto:La América, levantándose del polvo y las cadenas, y sin pasar por las gradaciones políticas de las naciones, va a conquistar por su turno al antiguo mundo, sin inundarlo, esclavizarlo, ni embrutecerlo. Es sumamente importante para nosotros integracionista la constante mención a una sola América. Entre 1810 y 1812 se producen las declaraciones de independencia en diversos países del continente. Ese tema nos une. Porque las causas y motivos son similares. El tirano era el mismo, el deportismo estaba presente en cada una de los territorios. De nuevo, las similitudes con el pensamiento de Bolívar, lo encontramos en la Carta de Jamaica, escribe el Libertador. “El suceso coronará nuestros esfuerzos; porque el destino de América se ha fijado irrevocablemente: el lazo que la unía a España está cortado” Lazo dice Bolívar, cadenas, remarca Roscio. Aún pérdida la primera República, Roscio continúo su actividad diplomática fuera de su país. Para protegerse en su exilio escribía a veces el seudónimo de Willam Burke. Con el seudónimo de William Burke escribió su ensayo "Derechos de la América del Sur y de México", fiel siempre a su actividad propagandística que lo llevó a Filadelfia a publicar “El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo”. Juan Germán Roscio Nieves, cuyo pueblito en ruinas espera en este año bicentenario ser una muestra perenne de la historia de Venezuela, fue uno de los civiles venezolanos mejor formados e ilustrados del período de la independencia, apenas pudo regreso a Venezuela y se unió a Simón Bolívar. Su preparación lo llevó a ocupar cargos como redactor del Correo del Orinoco, Ministro de Hacienda, Presidente del Congreso de Angostura, del cual surgiría Colombia la grande: Vicepresidente del Departamento de Venezuela y Vicepresidente de Colombia la Grande. De él diría José Rafael Revenga, gran admirador y seguidor, que Roscio era trabajador y honrado. Roscio escribió sobre sí mismo, “Yo no me jactare del complemento y perfección de mis trabajos; pero puedo decir que nada he omitido en cuanto estaba a mi alcance para que ellos fuesen útiles a las personas fascinadas como yo en otros tiempos”. Poco tiempo antes de su prematura muerte en 1821, sin ver completada la liberta de América, el Libertador Simón Bolívar le escribe desde San Juan de Payara una carta que le haría llegar con un mensajero muy especial, Antonio José de Sucre. Allí, mientras da instrucciones al Vicepresidente Roscio, el Libertador Bolívar manifiesta el gran afecto por el brillante hombre, compañero de causa: “Al señor doctor Juan Germán Roscio. Mi querido amigo Roscio: El general Sucre es el portador de esta carta, y ya lo supongo a V. en el mando, pues Zea debe haber marchado ya sin duda alguna para cuando llegue esta carta. A este sujeto he encargado de la más importante de todas las comisiones, que es la de llevar los fusiles a la Nueva Granada; para lo cual lo he facultado de todos los modos posibles y aun le he entregado el dinero que ha venido del Reino, a fin de que no encuentre el menor obstáculo, gaste lo que necesite y aun vaya a las Antillas si no los hay en Guayana. Es necesario que esto se haga rapidísimamente sin atender a firma ni a etiquetas, pues Santander me escribe que se pierde la Nueva Granada si no van pronto los fusiles, y en este ejército hay el mismo grito. Así, V. no se dé por ofendido de la confianza que le hago a Sucre, pues más bien es para acelerar esta operación que para retardarla que yo me serví de este medio a fin de que ni V. mismo tenga el menor embarazo por nada ni en nada”. Más adelante concluye: “Vd. es preciso que se mantenga inexorable en su gobierno, porque la miel se la comen hasta las moscas, y el mayor vicio de un gobierno es el de la debilidad: Vd. sabe muy bien estas cosas y es inútil repetírselas, pero añado que no basta saber las cosas para hacerlas: Vd. no se vaya a desacreditar y a perdernos a un tiempo por una criminal indulgencia con los pícaros y los facciosos. Reciba Vd. estos consejos de un joven que es viejo por la experiencia. Adiós, mi querido amigo: cuente V., con su Afmo., que lo ama de corazón. Simón Bolívar Era el Libertado dirigiéndose a uno de los hombres más probos de la historia de Venezuela, no tanto para aconsejarle como para darle mayor confianza. Bien sabía el Libertador que Roscio debía presidir el Congreso de Cúcuta que daría legalidad por completo a Colombia. Lamentablemente no pudo ser, el grande hombre, el paladín de la pluma libertaria murió el 10 de marzo de 1821, pocos días antes del augusto congreso, pocos meses antes de la Batalla de Carabobo. Todo homenaje que el Guárico haga al más ilustre de sus hijos será pequeño, pero son hoy más que nunca válidos para seguir reencontrándonos con la historia, con nuestra identidad. Es obligante relanzar para todas las generaciones. Un plan de acción es necesario. Que las obras completas de Juan Germán Roscio, sus libros, documentos redactados por él, cartas privadas y públicas puedan ser reedita, considerando que la única edición se hizo hace más de cincuenta año, en 1953. En segundo lugar, el rescate de las ruinas de San Francisco de Tiznados, el viejo, donde nació este genio de civilidad, es un proyecto que los niveles de gobierno deben acometer antes de que no quede nada que rescatar. En estos tiempos, en los que se combinan ecología y turismo, bien pueden los avances de la ciencia y la tecnología devolver para el disfruté educativo esta población injustamente desalojada por los gobiernos insensibles de ayer. Rescatar a Tiznao Viejo es el mayor homenaje físico y didáctico que se haga al gran Roscio. Iniciar prontamente las gestiones para que su memoria sea elevada al Panteón Nacional, junto a sus compañeros de lucha, junto a nuestra Matea. “Moral y luces son nuestras primeras necesidades”, recomendó el Libertador, amigo de Juan Germán Roscio. Muchos años después, el apóstol cubano José Martí, advirtió: “Ser culto para ser libres”. Ya en 1811, Roscio escribía al mundo tal urgencia. Por ello, el mejor de los homenajes, el que como hombres y mujeres, como niños, niñas y jóvenes podemos rendirle culto prócer guariqueño es seguir el consejo que le dio a Andrés Bello, de estudiar y luchar. Así lo nos dijo Juan Germán Roscio, así lo repetimos hoy: ”Ilústrese más para que ilustre a su Patria”. Paisanos y paisanas salud siempre. Muchas gracias.

San Juan de Los Morros, 20 de mayo de 2009

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