Hernán Mena Cifuentes
La miseria humana, en sus modalidades mÁs perversas se ha infiltrado a lo largo de la historia en los laberintos de la mente de algunos seres, haciendo que la magnitud de sus crímenes superen los límites de lo imaginable, por lo que para muchos resulta difícil pensar que alguien pueda “sembrar” y esparcir una enfermedad que afecte no solo a varios miles, sino a todos los habitantes del planeta. Pero, una serie de hechos acaecidos en las últimas décadas han determinado que ese tipo de delito, que tiene sus raíces en el desmedido afán de lucro y de poder, ha sido una constante en el accionar de la política criminal de Estados Unidos, por lo que no sorprendería a nadie, que el flagelo que actualmente ataca a miles de personas en el mundo y ha causado hasta ahora, más de un centenar de muertes, haya sido creado en los laboratorios de la guerra sucia del Imperio. En base a ese antecedente, destacados analistas y científicos, sostienen que la epidemia de influenza AH1N1 no tuvo origen accidental, sino que ha sido provocada por mentes criminales con el fin de obtener, o bien grandes ganancias con la venta de medicamentos utilizados en el tratamiento de la enfermedad, o para desviar o impedir el curso de investigaciones orientadas a castigar a los responsables de torturas en Guantánamo y Abu Ghraib. De ser así, la humanidad sería víctima del fraude ético-moral y económico más grande de su historia, ya que hasta ahora la epidemia de influenza amenaza con desembocar en pandemia, tras extenderse de México a EEUU y Canadá y otros países de América, Europa, Asia y Oceanía, matando hasta ahora a más de 170 personas y enfermando a más de 2.380 en 24 naciones, obliga a los gobiernos a invertir billones de dólares en en la compra de fármacos usados en su tratamiento. Entre las razones que originan la sospecha, hay una interrogante difícil de responder por quienes afirman que el nuevo tipo de influenza tuvo origen accidental, ya la misma expresa: ¿Cómo pudieron tres virus de distintas cepas, humana, porcina y aviar, mutar tan fácilmente y adquirir ese poder de transmisión que le ha permitido extenderse por el planeta a pesar de las extraordinarias medidas de control adoptadas por las autoridades sanitarias de todos las naciones? La tesis señala como autores del presunto delito a dos grandes sectores del escenario político y económico del planeta: el gobierno de EEUU y las transnacionales farmacéuticas que habrían logrado, mediante una siniestra estrategia, apoyada por los medios, cuyas noticias hacen cundir el pánico exagerando la letalidad del flagelo, mientras ocultan información sobre la denuncia de los expertos al tiempo que exaltan la supuesta eficacia de los fármacos usados en el tratamiento de la enfermedad. Para ejecutar un proyecto de esa naturaleza y garantizar su éxito, -señalan los expertos- se requiere de alguien dotado de una mente enfermiza, capaz de pasar por encima de toda norma y principio ético y moral, y como otro requisito, experiencia en el manejo de cargos políticos y vinculación al área de la industria farmacéutica, y nadie más adecuado, que un hombre con un prontuario criminal tan amplio como el del ex secretario de Defensa de EEUU y principal accionista de la Gilead Sciences Inc., Donald Rumsfeld. Y es que Rumsfeld, se ajusta perfectamente al perfil del delincuente social que El Libertador Simón Bolívar tan acertadamente llegó a establecer, al señalar que “El talento sin probidad es un azote”, designando de esta manera a las personas dotadas de gran inteligencia pero que utilizan ese don para hacer el mal a sus semejantes. La trayectoria criminal de ese hombre se remonta a la guerra Irak-Irán, -1980-1988- cuando, como enviado especial de Ronald Reagan, facilitó a Irak, para la época, aliado de Washington, precursores para la fabricación de armas químicas causantes de la muerte de 5.000 soldados iraníes y guerrilleros kurdos aliados de Irán, cuya gobierno revolucionario EEUU trataba de destruir, luego que su pueblo liderado por el Ayatola Ruhullah Komeini, derrocara al asesino Sha Reza Pavlevi. La prueba de la masacre, un crimen de guerra y lesa humanidad, quedó registrada en el informe de Pascal Zanders, del Proyecto de Guerra Química y Biológica del Instituto Internacional de Investigaciones para la Paz de Estocolmo (SIPRI por sus siglas en inglés), el cual estableció que los agentes químicos usados en los bombardeos realizados por ocho aviones iraquíes el 16 de marzo de 1988 contra las tropas iraníes y sus aliados kurdos en Halabja. El revelador documento destaca igualmente que los gases arrojados, mostaza, sarín, tabun y VX, fueron manufacturados en Irak con tecnología y sustancias precursoras procedentes de varias naciones occidentales, EEUU, Alemania y España, datos corroborados por un informe Riegle del Senado estadounidense que revela que se utilizó un precursor de venenos nerviosos elaborado por una empresa de Nashville, Tennesse. Otras informaciones sugieren que Donald Rumsfeld dio su visto bueno para el uso de esas armas químicas contra el enemigo común iraní. Gracias a su inteligencia, astucia y fino olfato comercial y político, Rumsfeld ha alcanzado posiciones claves en ambos escenarios, primero como Secretario de Defensa de Gerald Ford, -1975-1977; enviado especial de Ronald Reagan para el Medio Oriente, en los años 80; presidente de Gilead Sciencies Inc. inventora del medicamento Tamiflu, -1997-2001 cargo al que renunció, (conservando sus acciones) al ser designado Secretario de Defensa de Bush hijo, -2001-2006-. Su actuación como promotor del Proyecto para un Nuevo Siglo Americano, -Project for a New American Century- diseñado por los thinck tanks del Imperio para conquistar al mundo, le ganó el tristemente título de “Señor de la Guerra”, por la influencia ejercida sobre el torpe y alcohólico George W. Bush para que se lanzara a las aventuras bélicas de Irak, Afganistán y continuara apoyando el genocidio que el Estado sionista de Israel comete en Palestina. El escándalo provocado en el mundo al conocerse de las torturas aplicadas a los prisioneros en las cárceles de Abu Gharib y Guantánamo, le obligaron a renunciar al cargo en 2006, lo que para nada le afectó en lo económico, ya que se convirtió en uno de los hombres más ricos del país al estimular desde su cargo en el Pentágono, la compra masiva de Tamiflu por parte del gobierno yanqui, cuando entre 2005 y 2006 se desató la epidemia de gripe aviar en Asia. Su riqueza y la de su empresa crece cada día más tras la aparición de la influenza AH1N1 que, una vez convertida en epidemia y ante el temor en todo el mundo de que llegue a transformarse en pandemia hace que la demanda por el Tamiflu, cuya patente vendió en 1996 a los laboratorios Roche, su similar suiza, sea un gran negocio, gracias a las regalías que le paga la transnacional helvética por la venta del producto. El gobierno de EEUU, el otro sospechoso del presunto delito, no tiene autoridad moral para defenderse de los señalamientos realizados por los expertos y analistas, ya que es bien conocida su trayectoria como autor de ese tipo de crímenes en el último medio siglo. A la acción criminal realizada contra Irán, le antecedió otro gran crimen de lesa humanidad, como fue la guerra biológica desatada contra la Isla de la Libertad y recordado esta semana por el Comandante Fidel Castro al rechazar el Informe anual del Departamento de Estado yanqui, en el cual se acusa a Cuba e Irán, de propiciar el terrorismo, y al gobierno bolivariano del presidente Hugo Chávez Frías de no hacer nada para combatirlo. Se trata de uno de los capítulos más sombríos de la conspiración más prolongada desatada contra país alguno en toda la historia, y que junto con el criminal boicot económico comercial y financiero que ya lleva 50 años, cobró gran número de vidas humanas y causó cuantiosa pérdidas a la economía de la entonces incipiente Revolución cubana. El periodista cubano Pastor Guzmán Castro, en un artículo publicado en septiembre de 2007, nos remonta a los inicios y de esa ilegítima agresión, de su desarrollo posterior y de la primera vez que Fidel la denunció, acusación que el tiempo corroboraría tras la publicación de documentos desclasificados y la posterior confesión de varios de los agentes que participaron en esa criminal actividad desplegada contra la vida humana, los animales y la agricultura cubana. “A inicios de junio de 1964, -comienza el artículo- lanzó un ataque bacteorológico contra el territorio espirituano, (provincia de Sancti Spiritus) que devino en una nueva modalidad de agresión contra nuestro país… Y al igual que siempre, la razón asistió al Comandante en Jefe.” “En fecha tan temprana como 1962, agentes de la CIA, infiltrados en los Laboratorios de Productos Veterinarios del Instituto Nacional de Reforma Agraria, (INRA) contaminaron la vacuna contra la viruela aviar con el virus de la enfermedad New castle, la epidemia frustró el despegue de la avicultura isleña al provocar la muerte de más de un millón de aves, con pérdidas totales superiores a los tres millones y medio de pesos.” “Por esta época, la CIA organizó un plan dentro de la llamada operación Mangosta, con el fin de incapacitar a los trabajadores azucareros durante la zafra, al utilizar medios químicos para enfermarlos.” “En 1972, la tenebrosa agencia, con sede en Langley, estado norteamericano de Virginia, introdujo en Cuba el virus de la fiebre porcina africana, lo que obligó a sacrificar más de medio millón de cerdos. Entre 1979 y 1981, nos trajo cuatro destructivas plagas que afectaron a personas y cultivos: la conjuntivitis hemorrágica, el dengue, la roya de la caña de azúcar y el moho azul del tabaco.” “Sólo el dengue hemorrágico, en sus primeras semanas, dañó a 200.000 personas, de las cuales murieron 158, entre ellas, 101 niños. El total de enfermos llegó a 344.203, de los cuales, 30.000, del tipo hemorrágico. Las agresiones biológicas no cesaron, pues desde 1978 y hasta 1996, se detectaron cinco afectaciones por plagas o enfermedades exóticas, y desde 1997 a 1999, otras ocho, es decir, una cada 137 días.” “El enfrentamiento a esta guerra biológica no declarada contra Cuba por parte del gobierno de los EEUU, sus agencias de espionaje y sus agentes, costó hasta el año 2000 un total de 2.158 millones de dólares, con costos adicionales cada uno de los años por otros 59 millones del billete verde, cantidad que se suma a los daños millonarios a la economía cubana derivados del bloqueo, y que hoy, (Sep. de 1997) se estiman en más de 84.000 millones.” El mismo crimen cometido contra Cuba, parece repetirse con la epidemia de influenza AH1N1 que hoy afecta a 22 países del planeta, sólo que en este caso las sospechas sobre su origen provocado las comparten las farmacéuticas por su supuesto plan de recuperación económica, y por el gobierno yanqui, para evitar que se investigue a los jerarcas de la administración, Bush, Rice, Rumsfeld, y a los torturadores de los presos de Abu Ghraib y Guantánamo. La denuncia sobre la sospecha de que el flagelo ha sido provocado, se ha extendido como la epidemia, pero la Gran Prensa evita en lo posible difundirla, y las acusaciones sólo pueden leerse en los medios alternativos, en su mayoría a través de Internet, como el informativo Pacífica elaborado por el colectivo periodístico, Pueblo sin Fronteras, con base en California, en base a un trabajo investigativo de Fernando Velázquez. “Pacífica, -destaca la información- entrevistó a distintos expertos en México y EEUU, que alertan sobre la elaboración de armas químicas en los laboratorios del Pentágono y los millonarios beneficios para las transnacionales farmacéuticas, en este caso, para los Laboratorios Gilead Sciences Inc., dirigidos por Donald Rumsfeld, que tienen los derechos sobre el fármaco Tamiflu que se está vendiendo como remedio para la gripe (influenza AH1N1) y que ya hizo una recaudación millonaria con la gripe aviar.” “Un artículo publicado por la investigadora Lory Price en el sitio web, Global Research, ca., titulado, La Gripe acaba con los Memos de la Tortura, -señala Velázquez- en la que Price señala que la influenza porcina, (ahora denominada Influenza AH1N1) fabricada probablemente en laboratorios militares de EEUU, ha acabado con la noticia sobre los memos de la tortura ordenada por la CIA en Guantánamo, Abu Ghraib y las cárceles secretas.” “Lory Price subraya que la actual histeria provocada por el virus podría dar grandes ganancias a Donald Rumsfeld, el ex secretario de Defensa de Bush y directivo desde hace 20 años de Gilead Laboratories Inc., la firma que fabrica y tiene los derechos sobre Tamiflu el supuesto remedio contra la influenza que aterroriza al mundo.” “El reportaje de Velázquez, confirma la denuncia hecha por las autoridades y prensa cubana al citar el libro, Matando la Esperanza, donde William Bloom, describe “que en 1971, la CIA proveyó a exiliados cubanos con un virus que causa fiebre porcina. Seis semanas después un brote de la enfermedad obligó al gobierno cubano a sacrificar a medio millón de puercos. Diez años después la población fue atacada por una epidemia de dengue transmitida por mosquitos que se extendió por la isla enfermando a más de 300.000 personas y matando a 158 de las que más de un centenar eran niños menores de 15 años.” Entonces, ¿cómo no sospechar, si todos los indicios los acusan, de un personaje como Donald Rumsfeld y del gobierno de EEUU, autores de crímenes de lesa humanidad, tan numerosos, que no caben ya en los prontuarios que reseñan los delitos perpetrados por el Imperio a lo largo de su siniestra historia de guerras de conquista y por su ex secretario de Defensa, en un cuarto de siglo como agente imperial y directivo de una transnacional farmacéutica? La situación parece empeorar tras el anuncio hecho hace pocas horas por las autoridades de la Organización Mundial de la Salud, el cual revela que “la influenza AH1N1 se está extendiendo, y podría afectar a un tercio de la población mundial”, es decir, mas de dos mil millones de personas, especialmente en el Tercer Mundo, el mundo de los excluidos que sufren hambre, miseria y pobreza, expuestos morir miles de ellos, por falta de una adecuada y efectiva atención médica. Por ello, los pueblos del mundo, ante el peligro que la epidemia representa para la humanidad, y la sospecha de que fue provocada, exigen una investigación por parte de la ONU y el Tribunal Penal Internacional, y de comprobarse que se originó por la acción de manos asesinas como las de Donald Rumsfeld y las del gobierno de EEUU, se castigue a los responsables de ese y otros hasta hoy impunes crímenes de lesa humanidad.
sábado, 9 de mayo de 2009
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