sábado, 25 de agosto de 2007

Tres peronistas tras la silla presidencial de Argentina


Buenos Aires, 21 Ago. ABN. Por: Por Felipe Yapur.- El escenario electoral argentino poco a poco comienza a definirse y, como en el año 2003, muestra nuevamente un peronismo con tres aspirantes a la Presidencia, donde destaca Cristina Fernández, quien según todos los sondeos de opinión, es la más firme candidata a suceder a Néstor Kirchner, su esposo. El resto de los participantes, que incluye a los otros dos peronistas más una tercera representante de la centroderecha, aspiran a poder acortar las distancias con la candidata oficialista y así soñar con una segunda vuelta. El domingo pasado, en Argentina hubo elecciones en dos provincias. Ambas pequeñas, de escaso peso electoral, pero cuyos resultados prácticamente definieron la aparición de un nuevo candidato presidencial que surge del partido que creó Juan Domingo Perón. En ambos distritos participaron Carlos Menem y Adolfo Rodríguez Saá, dos de los exponentes de la oposición peronista al gobierno de Kirchner, a quien acusan de haber abandonado las históricas banderas del peronismo y profundizar el odio entre los argentinos al promover, por caso, los juicios contra los militares responsables del genocidio que provocó la última dictadura militar. El peronismo anti K, como se definen, convoca a sectores ultraliberales y conservadores que se mueven en los márgenes de un partido peronista sumido en una de sus mayores crisis como estructura partidaria que se recuerde desde la muerte de su conductor y organizador, allá por julio de 1974. Precisamente, y con los resultados todavía frescos, se puede vislumbrar que en pocos días más Rodríguez Saá, el reelegido gobernador de la provincia de San Luis, será ungido como el hombre que encabezará la fórmula presidencial de este sector, dejando en un oscuro papel secundario al devaluado Menem. Uno de los pretendientes a liderar este sector, y que jugó sus piezas en la provincia de La Rioja el domingo que pasó, era justamente Menem. Hacia allí regresó el ex Presidente, hacia su terruño que lo supo ver tres veces gobernador y que abandonó para hacerse cargo de sus dos períodos como Presidente de Argentina, período en el que aplicó el modelo neoliberal que destruyó la economía nacional y dejó a cientos de miles de argentinos en la ruina y expulsados de la sociedad. Envejecido y maltrecho por los avatares de su último matrimonio, Menem paseó su escuálida figura por su tierra en un intento por repetir su estrategia de controlar su provincia para desde allí afianzar su influencia en el espacio anti K y retomar su sueño de emular a Perón y sus tres mandatos presidenciales. Sin embargo, al ex Mandatario el olfato político parece no funcionarle ya. Sus comprovincianos le dieron la espalda y le provocaron el mayor revés electoral de su historia al resultar tercero, detrás de dos candidatos que se reivindicaban kirchneristas: Beder Herrera (electo gobernador con 42% de los votos) y Ricardo Quintela. Paradojas de la historia dan cuenta de que tanto Herrera como Quintela, los devotos kirchneristas, nacieron bajo el ala protectora de quien entonces era el todopoderoso del peronismo: Menem. Frente a esta derrota, el triunfo de Alberto Rodríguez Saá parece impresionante. Sobre todo cuando los datos oficiales señalan que obtuvo 80% de los votos emitidos de una provincia que representa apenas el 1% del padrón electoral nacional. Más allá de lo relativo que son los porcentajes electorales, Rodríguez Saá, continuador de la dinastía familiar que gobierna esta provincia desde hace 28 años y hermano de Adolfo, quien supo ser Presidente por cinco días durante las aciagas jornadas de diciembre de 2001, se siente ya como el elegido para encabezar la fórmula presidencial con la que planea desbancar a Cristina Fernández de Kirchner de las preferencias electorales. Sin embargo, este es sólo uno de los sectores que llevará un candidato peronista en las papeletas electorales del domingo 28 de octubre. En otro costado de este particular rign-side que resulta el proceso electoral argentino, se encuentra Roberto Lavagna, un peronista de larga trayectoria y que se jacta de haber sido el ministro de Economía de dos administraciones seguidas. Esto es la de Eduardo Duhalde y la de Kirchner. La diferencia estuvo en que con el primero era un ministro con mucho poder, ya que a Duhalde no le gustaba y no entendía de economía. Con Kirchner no fue lo mismo ya que se topó con un Presidente que no sólo le gusta y entiende de economía, sino que además define la política económica que quiere para su gestión. Un detalle que no supo digerir Lavagna, quien recurrió hoy a los sectores que controlan al centenario y desorientado partido Unión Cívica Radical (UCR) en un intento por romper aquel maleficio que dice que ningún ministro de Economía llega a ser Presidente. Los sondeos de opinión dicen que ese maleficio permanecerá inalterable. Hay un contrincante más en la pelea presidencial argentina: Elisa Carrió. Mujer de buena oratoria, de crecimiento exponencial durante la crisis de 2001 pero pendular en lo que respecta a su orientación y desarrollo de la estrategia política. Intenta por estos días conformar un frente electoral con los representantes de la centroderecha, esquina opuesta de lo que supo ser su origen político. Carrió instruyó a sus asesores a que acerquen posiciones con Ricardo López Murphy, quien comparte con ella el haber nacido a la política en la UCR y que es hasta ahora el candidato presidencial del espacio que lidera Mauricio Macri, el empresario de derecha que a partir del 10 de diciembre conducirá los destinos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La decisión de Carrió de aliarse con la derecha puede parecer que tiene un alto porcentaje de oportunismo. Sin embargo, ella ha venido mostrando un pronunciado y constante vuelco hacia la derecha con la incorporación de dirigentes que provienen de ese espectro político primero pero también con definiciones políticas como el rechazo a las relaciones con el Gobierno bolivariano de Venezuela. El acercamiento con López Murphy era cuestión de tiempo. Ambos buscaron crecer a expensas de los casos de corrupción que envolvieron a funcionarios del Gobierno argentino y que fueron separados inmediatamente de sus puestos por el propio presidente Kirchner. Sostienen, puertas adentro, que estos casos de corrupción les permitirán arrancarle votos al oficialismo y lograr así llegar al ballottage que prevé la legislación electoral de Argentina. Mejor juntos que separados parece ser la consigna, y ahora están intentando limar asperezas. Así las cosas, tres son las fuerzas políticas que buscan desbancar a Cristina Fernández. Las tres tienen sus cimientos en la derecha política; sin embargo, y según los sondeos de opinión, ni siquiera todos juntos hoy podrían poner en duda el triunfo de la fórmula oficialista.

*Periodista y vicepresidente de la agencia de noticias argentina Télam

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