Carola Chávez
Propietarios e inquilinos de clase media aspirante: “Muchos que poco piensan, defienden a los conserjes, y esos la mayoría son unos flojos y vivos, viven gratis en el edificio y hacen lo que les da la gana"
Con el Mazo Dando
Con el Mazo Dando
La clase media opositora repite un mantra cursilísimo y lo hace con fervor, como para que todos añoremos país que nunca fue, pero que ellos recuerdan clarito porque entonces “éramos felices y no lo sabíamos y vivíamos todos en armonía, familias de adecos y copeyanos compartían la mesa, lo mismo que magallaneros y caraquistas y lo mejor, no había clases sociales. Hasta que Chávez y empezó a hablar de pobres y ricos y dividió al país, o sea, qué rabia, porque el resentimiento de rancho, y el rancho en la cabeza y la ranchificación del todo, o sea, Chávez nos llenó de odio…”
El clasismo de siempre, desde la llegada de Chávez se convirtió en bandera libertaria, porque solo con clase se puede derrotar a una revolución que pretende que los pobres tengan derechos como si los merecieran, porque tu derecho, negro lambucio, termina dónde empiezan los míos, y los míos empiezan mucho más que los tuyos porque yo me sí esforcé (mi papá me compró un carro, me pagó la carrera) y fui a la universidad.
Ese clasismo purulento tiene sus picos, erupciones de odio virulento, impúdico, soberbio, sinceramente, asqueroso. En estos últimos días el volcán de odio clasista está hiperactivo. El gobierno chavista les está metiendo el dedo en la llaga y eso es un rotundo ¡No es no!
El primer round de odio fue contra los conserjes y su derecho a un salario digno. Frente a esta afrenta, propietarios e inquilinos de la clase media aspirante, armados con teléfonos más inteligente que ellos, descargaron su arrechera a disparando tuits a quemaropa:
–“Me decía una amiga profesional q ahora la conserje está ganando lo mismo que ella, ese es el plan d los mal nacidos, troquelar a la sociedad, aplicar un igualitarismo asqueroso, tiran al cesto d la basura los estudios y méritos y buscan achatar a la sociedad”.
– “No se tu pero en mi caso la hija de la conserje de mi edificio parió y metió al marido a vivir allí, no entienden q eso es un puesto de trabajo y q uno no está para solucionarle los peos de vivienda a nadie”.
– ”Si, en el mío pasa igual o peor. El marido trabaja y los hijos adultos ya, viven allí. Ella hasta contrata una empleada para no dañarse las manos una vez a la semana y nosotros reventándonos para pagar gastos y más gastos”
– “Muchos que poco piensan, defienden a los conserjes, y esos la mayoria son unos flojos y vivos, viven gratis en el edificio y hacen lo que les da la gana, en fin que el gobierno jodio a los profesionales con este aumento, y no estoy de acuerdo que ganen igual.” (Todos los errores de ortografía y gramática corren por cuenta de los tuiteros decentes y pensantes)
Con el salario mínimo, y las nuevas escalas salariales, recibieron un golpe en eso que ellos llaman dignidad y que uno no sabe qué nombre darle sin ofenderlos. “El conserje, la cajera, los señores del aseo urbano, toda esa chusma va a ganar solo un poquito menos que yo, o sea, que me quemé las pestañas llenas de rimel… ¿De qué sirve estudiar si vas a ganar casi lo mismo que un simple obrero, de qué sirve esforzase?” (porque el obrero, tú sabes, no se esfuerza ni un poquito)
El peor agravio es la igualdad. Si mañana decretara el gobierno un salario mínimo de un millón de euros al mes, para todos; la clase media chillaría y diría que si bien ellos merecen ganar ese dineral, los pobres no han hecho méritos para ganar lo mismo que ellos así que no es no. Ese es el meollo del asunto. La igualdad los acerca a lo que son y no a lo que quieren ser.
Se sienten todos pequeños Lorenzos Mendozas, pero viven de un salario y si dejan de trabajar, se mueren de hambre. Se disfrazan con marcas chic, se endeudan más allá de la cobija que no les alcanza para arroparse, todo para auto convencerse que ellos no pertenecen, como el conserje, como la cajera, como el del aseo urbano, a la clase trabajadora. Y si uno se los recuerda, te escupen: ¡Maldita resentida social!
Y así, disfrazados, sirven a los propósitos de los Lorenzos Mendozas que los usan como papel tualé con la falsa premisa de que Lorenzo es como tú, así que nada impide que tú seas algún día como él. Y todo ese cuento del deseo de superación, motor de la esclavitud moderna.
Así, disfrazados, se prestan a cada trama que impongan los dueños para chuparnos los salarios, míos, tuyos, nuestros y vuestros… “Y es que tú sabes que nadie trabaja a pérdida, y Lorenzo mucho hace ya con quedarse en el país… Y sabes que si quieres comer, pues gánatelo… y que aparezca, al precio que sea, pero que aparezca… y que aumenten esta matrícula escolar, porque si no lo hacemos se nos llena el colegio de pelabolas… Y maldito gobierno que todo está carísimo culpeNicolás, que por cierto tuvo en descaro, el muy autobusero, de comerse una chuleticas más buenas que el carajo, en un restaurante que la clase media nunca va a poder pagar. Erupción tuitera de odio clasista, ooootra vez, porque un autobusero no puede ser presidente, y menos andar comiendo cosas riquísimas, con chispitas de sal, en un restaurant, mientras que en Venezuela, mi bello país, los pobres, que son pobres porque quieren, ve ahí a mi conserje que es un flojo y quiere todo regalado y pretende, repito, ganar un salario que le permita comer en lugar de aceptar que es pobre y que se está muriendo de hambre mientras Nicolás se come unos platos carísimos cocinados por el propio Nusret” ¡Libertad, libertad!
Y para colmo, con la barriga llena y el corazón contento, regresa Nicolás de China, y en una rueda de prensa donde está anunciando los resultados provechosos de su viaje, con chuleticas y todo, sale un ex manos blancas convertido periodista egresado de la UCAB, y en su turno al bate, prefiere preguntar al Presidente por un rumor de tuitero de un burrito andino y unos bomberos.
El Presidente, asombrado por semejante idiotez, pregunta si en verdad ese muchacho es periodista y que dónde se graduó. “En la UCAB” –responde con la cara de sobrado sin sospechar el tamaño de papelón que acaba de hacer. Y con él, los aspirantes todos, fúricos otra vez porque Nicolás no respondió a la pregunta del burro -perdón- del periodista, y de nuevo es clasismo virulento porque ”Maduro no fue a la universidad”, you know…
Y así, escupiendo odio hablan un país mejor, con un futuro retrógrado, como el nefasto pasado que añoran, donde no había clases sociales, porque ojos que no ven corazón que no siente y no hay peor ciego que el que no quiere ver.
CAROLA CHÁVEZ
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