viernes, 14 de septiembre de 2018

Chavistamente: De lecciones y necedades

La crítica no es la quejadera y el lamento tuitero, crítica es lo que los campesinos hicieron frente a Nicolás, clarita, con lealtad, con propuestas y con conciencia del momento histórico
La crítica no es la quejadera y el lamento tuitero, crítica es lo que los campesinos hicieron frente a Nicolás, clarita, con lealtad, con propuestas y con conciencia del momento histórico
Con el Mazo Dando

No había dicho nada, pero ya me ladillé: Todavía, y aún después del atentado contra Nicolás, hay quienes no son capaces de entender que somos un país sitiado, con un gobierno amenazado y con la sombra de una guerra encima, SIEMPRE. No solo ayer, también la semana pasada, y la anterior, y la que viene... 

Todavía hay quienes rechazan la prudencia, la necesidad de observar antes de abrir la boca, o de teclear cuatro vainas para que todos vean qué yo también soy chévere, y la llaman cobardía, o peor, jalabolismo. Todavía hay quienes creen que en estas circunstancias se puede ser cándido o impulsivo. 

Todavía hay quienes creen que ellos lo saben todo y tienen la soberbia de no aceptar que si nuestra realidad no es el reguero de sangre que supone una guerra civil, es porque allá en Miraflores hay un comandante bien valiente, bien arrecho que lo ha evitado y un pueblo bien disciplinado que lo ha acompañado aguantando la pela con dignidad y convicción. Y esta rara paz en la que vivimos existe porque allá en Miraflores se maneja más información de la que manejamos nosotros, y a partir de ahí se toman desiciones, muchas de ellas, de vida o muerte. 

No sé si serán capaces de hilar entre por qué no se dejó pasar a la marcha campesina a Miraflores aquella tarde de comienzos de la semana pasada, y el atentado de finales de la misma semana. ¡Es una cuestión de seguridad! Solo piensen que los únicos que no se dedicaron a quejarse y llorar y acusar a Nicolás de traidor y al resto de nosotros de jalabolas, fueron los campesinos. Ellos fueron a Miraflores porque querían hablar con Nicolás, porque sabían que su presidente los iba a escuchar. Ellos no fueron para decir que Maduro no es Chávez, ni que traicionó el Legado, todo lo contrario: fueron porque confían en su presidente y bien claro lo dejaron.

La crítica no es la quejadera y el lamento tuitero, crítica es lo que los campesinos hicieron frente a Nicolás, esa tarde cuando se reunieron. La hicieron clarita, con lealtad, con propuestas y con una vaina que muchos voceros espontáneos del teclado no tuvieron: conciencia del momento histórico. 

Cuánta soberbia la de quienes pretendieron ser sus voceros citadinos, como si los campesinos no tuvieran voz propia, clara, aleccionadora. Cuánta soberbia al pretender usarlos para apuntalar quejas contra Nicolás, que los campesinos no tenían. Mientras ellos esperaban con la paciencia de quien sabe sembrar y cosechar, los auto denominados defensores de quienes no necesitaban defensa acusaban a Nicolás de traidor, de miserable que se reúne con los empresarios y no con el pueblo campesino, como si los empresarios se llegan en cambote cualquier tarde a Miraflores y tienen las puertas abierta. Y la rabia y el descontentismo se desbordó por las redes, y los insultos y cuestionamientos volaron hacia quienes observábamos, no sin cierta tensión, cómo se gestaba uno de los momentos más hermosos, y más importantes que han ocurrido en los últimos tiempos. 

Pretendieron los soberbios dominar la Marcha Campesina y torcerla para sus modos y aquello empezó a parecerse a esos bululúes de curanderos y mercachifles de los cuentos de García Marquez. Hubo muchos intentando revolver un río clarito para ponerse a pescar en él. ¡Hasta Provea estaba pataleando! No sabían que los campesinos están curados en salud de los citadinos. Nuestros brillos sintéticos no los encandilan, ellos solo se encandilan con el sol y si acaso…

En fin, que los campesinos, junto a Nicolás, nos dieron una hermosa lección revolucionaria, que, tristemente, algunos no aprendieron por la soberbia necedad de creer que ellos no están aquí para aprender, sino para enseñar. 

Y es que para el activismo moderno la lucha se libra en las redes, donde al parecer hay que declarar sobre todas las cosas, todo el tiempo y si no declaras, si no publicas una frase cursilona, altisonante y desgarrada, junto a una foto alegórica con filtros y emoticones, no están haciendo nada. Ojalá todo fuera tan sencillo como publicar declaraciones en Facebook.

CAROLA CHÁVEZ
@Tongorocho

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