Maryclen Stelling.- Los últimos acontecimientos nacionales, fronterizos e internacionales ratifican y denuncian la existencia en el país de burbujas políticas informativas, que operan realmente en calidad de cárceles desinformativas. Fenómeno producto de la polarización que nos encierra en un ambiente de seguridad y certeza, que excluye a quienes piensan diferente a “nosotros”, el enemigo a derrotar.
Filtros informativos, que, en una suerte de circularidad, devienen en filtros perceptuales impidiendo que interpretemos correctamente lo que acontece en nuestro entorno. Ello, en consecuencia a la tendencia creciente a consultar medios y redes afines a nuestras posiciones político-ideológicas, filtrando y/o desechando otras perspectivas que provienen de fuentes políticamente opuestas. Estamos en presencia del fenómeno conocido como filtros de información, burbujas de información, burbujas de filtro, burbujas de opiniones y convicciones. Una suerte de cárcel informativa que somete, dirige y controla nuestra percepción de la realidad; condiciona como nos informamos y como navegamos…Permite ignorar aquello que no queremos ver, oír o leer…Limita la capacidad para conocer, juzgar y valorar la información. Secuestra la posibilidad de elección, impide la exposición a ideas contrarias, las invalida o desacredita. Ambiente excluyente de autoafirmación que alimenta el eco informativo para beneficio propio.
Así, la vida en esta burbuja autoconstruida transita entre medios y sesgos afines; consolidando un entorno aparentemente apacible que blinda contra ideas, creencias y argumentos adversos; protege de la crítica y de quienes piensan, opinan diferente y plantean argumentos contrarios. Ambiente de supuesta armonía y coherencia interna que permite mantener la compatibilidad en las actitudes, el comportamiento, las creencias y el conocimiento…Sin embargo, niega la posibilidad de contrastar, rebatir y aprender, coartando la posibilidad de elaborar argumentos efectivos y defender las ideas. Prisión informativa que, dada la propensión a consumir contenidos afines, debilita la capacidad crítica, caldo de cultivo para la difusión de noticias falsas.
De allí que se alerte sobre la grave patología que nos aqueja, caracterizada por el síndrome del autoencierro político-informativo y un importante número de prisioneras y prisioneros aquejados por tal enfermedad.
Maryclen Stelling
@MaryclenS
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