Por: PEDRO EUSSE. Especial para TP
Aunque sea de forma sucinta y esquemática, debemos tener presentes algunas categorías y conceptos básicos.
La fuerza de trabajo es la capacidad física e intelectual para trabajar, se dice del conjunto de capacidades de que dispone un ser humano para utilizarlas en el proceso de producción y distribución de los bienes materiales. En el capitalismo, la clase obrera sólo cuenta con su fuerza de trabajo mientras que la burguesía posee los medios de producción. Por ello, a las y los trabajadores no les queda más remedio que vender su fuerza de trabajo a los capitalistas particulares o al Estado –que en definitiva está al servicio de las clases dominantes–.
Es decir que, en el modo de producción capitalista, la fuerza de trabajo no es otra cosa que una mercancía y como toda mercancía tiene «valor de uso» y «valor de cambio» o valor como suele decirse. Al vender nuestra fuerza de trabajo recibimos un salario, que es la expresión monetaria del valor de la mercancía fuerza de trabajo.
El trabajador o trabajadora, para poder vender o seguir vendiendo su fuerza de trabajo a la patronal, requiere al menos tener vida, salud (física y mental) y las destrezas que le permitan realizar una labor manual o intelectual en el proceso productivo; para ello debe acceder a una cantidad de mercancías suficientes que le permitan producir y reproducir su fuerza de trabajo. Cuantos bienes y servicios promedio puede adquirir, he allí el valor de su fuerza de trabajo.
El valor de la fuerza de trabajo, sus altas y sus bajas, está sujeta a los vaivenes propios del capitalismo, a sus crisis cíclicas, la cantidad de desempleados (ejército industrial de reserva), los niveles de inflación, las estrategias de los capitalistas y sus gobiernos para hacerle frente a la caída tendencial de la tasa de ganancia, entre otros; y también a los avatares de la lucha de clases, a las luchas económicas y políticas que da la clase obrera para defender el valor de su fuerza de trabajo, para revalorizarla y para, finalmente, mediante el triunfo de una revolución proletaria y popular, liberarse de la explotación capitalista, es decir, liberar a la fuerza de trabajo de la condición de simple mercancía.
Tasa de ganancia
En el trabajo «La tendencia de la tasa de ganancia y la desvalorización de la fuerza de trabajo en España (1964-2013): crisis, distribución y desigualdad» (F. Boundi y S. Gaviola, Universidad Complutense de Madrid), se explica:
“El actual escenario de crisis económica puede ser explicado en gran medida por la tendencia decreciente de la tasa de ganancia resultado de las contradicciones inherentes del modo de producción capitalista. (…) un incremento de los salarios en un escenario de crisis como el actual, deprimiría la tasa de ganancia, teniendo como efecto la contracción de la inversión privada. (…) el actual contexto de crisis está determinado por el estancamiento de la productividad y la caída de las expectativas de beneficio a consecuencia de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. De todo ello se desprende que las medidas contrarrestantes de esta tendencia pasan por reducir el peso de los salarios en la renta nacional a favor de los beneficios corporativos, lo que se traduce en el incremento de la pobreza y la desigualdad.”
La economía política marxista enseña que en la composición orgánica del capital, el capital constante (para la adquisición de todos los elementos materiales que intervienen en el proceso productivo) tiende a incrementarse más que el capital variable (para pagar los salarios, o sea para la adquisición de la fuerza de trabajo) y, siendo la fuerza de trabajo la única mercancía que genera valor, determinando la tasa de ganancia, ésta tiende a decrecer.
Pero en momentos de crisis, como la nuestra, se reducen en general las inversiones y se manifiesta ostensiblemente la caída tendencial de la tasa de ganancia. Marx explica que la caída tendencial de la tasa de ganancia puede ser contrarrestada mediante una serie de medidas que pueden detener relativamente la tendencia o aliviar sus efectos, una de esas medidas es la depresión de los salarios por debajo de su valor.
Poder adquisitivo
El Gobierno venezolano busca hacerle frente a la crisis en el marco del modo de producción capitalista y, para ello, adoptó la denominada Agenda Económica Bolivariana y puso en funcionamiento el Consejo Nacional de Economía Productiva. En ese contexto ha emprendido una serie de políticas y medidas destinadas a estimular y atraer inversiones, entre ellas están las que crean un clima sociolaboral propicio para ello y condiciones para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia, tales como: la política de “paz laboral” y la depresión de los salarios por debajo de su valor.
En función de lo segundo se consolida la bonificación de la mayor parte de los ingresos percibidos en ocasión del trabajo, mediante el incremento de la base de cálculo del denominado “cesta ticket socialista” (sin incidencias salariales de acuerdo a la LOTTT), elevándose éste muy por encima del salario mínimo nacional, hecho sin precedentes que reduce integralmente el valor de la fuerza de trabajo en la medida que la parte de la remuneración salarial, que tiene incidencias en utilidades, vacaciones y prestaciones sociales cae ante el bono de alimentación en una proporción 40-60. Salvo en los casos –cada vez menores– en que, mediante convenciones colectivas, las y los trabajadores logran evitar o reducir la bonificación del salario.
En consecuencia, de manera directa e inmediata: mayoritariamente se reduce el costo de la fuerza de trabajo y se favorecen las expectativas de ganancias de los capitalistas y, en términos generales, se fortalece al capital frente al trabajo. Es decir que, con esa política, el Gobierno reduce “el peso de los salarios en la renta nacional a favor de los beneficios corporativos”. Otros efectos inmediatos de la bonificación del salario o desalarización de los ingresos de las y los trabajadores: el abaratamiento de los despidos y la depresión de las pensiones, obviamente el deterioro en la calidad de vida de trabajadores activos y jubilados y de sus familias.
En la creciente desvalorización de la fuerza de trabajo también interviene la caída del salario real, o sea, de la capacidad adquisitiva de los salarios y también del bono de alimentación, frente a la incesante elevación de los precios de bienes y servicios, bien sea por la vía de la especulación o de concesiones del Gobierno a los capitalistas con acuerdos de “ajustes de precios”.
Puede afirmarse que la única mercancía que tiende a abaratarse es la fuerza de trabajo. El gobierno anuncia con gran revuelo el aumento del salario mínimo y el cesta ticket, pero ¿realmente se está elevando la capacidad adquisitiva de las y los asalariados y de sus familias?
En la actualidad, la suma entre el salario mínimo y el cesta ticket es 104.358 Bs (40.638 Bs el salario y 63.720 Bs el cesta ticket), ese monto calculado a dólar Dipro (10 Bs/USD) serían 10.435,8 dólares; a dólar Dicom (697,56 Bs/USD) serían 149,6 dólares; y, al llamado dólar today (4.229,94 Bs/USD, al día de escribir este artículo) serían 24,67 dólares mensuales.
En Venezuela toda la actividad comercial está girando alrededor del costo de la divisa, en lo fundamental como consecuencia de la dependencia con relación a los mercados externos, pero nadie vende mercancías calculadas a dólar Dipro, en el mejor de los casos lo regulado se ofrece a dólar Dicom y la mayoría de las mercancías son calculadas a dólar forajido o “today”, es decir que la capacidad adquisitiva del ingreso total mensual de los asalariados, sería equivalente a un promedio de entre 149,6 a 24,67 dólares; con creciente tendencia a utilizar más al dólar today como referente para establecer precios como consecuencia de la merma en la asignación oficial de divisas y al generalizado descontrol en la economía nacional.
Las mayores víctimas de esta situación son las y los pensionados, quienes no perciben cesta ticket y la cuantía de las pensiones al nivel del salario mínimo son insignificantes frente a los precios de medicinas importadas, muchas de ellas calculadas al denominado dólar today, más allá de los intentos del Gobierno por aliviar tal situación con compensaciones sociales.
Aunque sea de forma sucinta y esquemática, debemos tener presentes algunas categorías y conceptos básicos.
La fuerza de trabajo es la capacidad física e intelectual para trabajar, se dice del conjunto de capacidades de que dispone un ser humano para utilizarlas en el proceso de producción y distribución de los bienes materiales. En el capitalismo, la clase obrera sólo cuenta con su fuerza de trabajo mientras que la burguesía posee los medios de producción. Por ello, a las y los trabajadores no les queda más remedio que vender su fuerza de trabajo a los capitalistas particulares o al Estado –que en definitiva está al servicio de las clases dominantes–.
Es decir que, en el modo de producción capitalista, la fuerza de trabajo no es otra cosa que una mercancía y como toda mercancía tiene «valor de uso» y «valor de cambio» o valor como suele decirse. Al vender nuestra fuerza de trabajo recibimos un salario, que es la expresión monetaria del valor de la mercancía fuerza de trabajo.
El trabajador o trabajadora, para poder vender o seguir vendiendo su fuerza de trabajo a la patronal, requiere al menos tener vida, salud (física y mental) y las destrezas que le permitan realizar una labor manual o intelectual en el proceso productivo; para ello debe acceder a una cantidad de mercancías suficientes que le permitan producir y reproducir su fuerza de trabajo. Cuantos bienes y servicios promedio puede adquirir, he allí el valor de su fuerza de trabajo.
El valor de la fuerza de trabajo, sus altas y sus bajas, está sujeta a los vaivenes propios del capitalismo, a sus crisis cíclicas, la cantidad de desempleados (ejército industrial de reserva), los niveles de inflación, las estrategias de los capitalistas y sus gobiernos para hacerle frente a la caída tendencial de la tasa de ganancia, entre otros; y también a los avatares de la lucha de clases, a las luchas económicas y políticas que da la clase obrera para defender el valor de su fuerza de trabajo, para revalorizarla y para, finalmente, mediante el triunfo de una revolución proletaria y popular, liberarse de la explotación capitalista, es decir, liberar a la fuerza de trabajo de la condición de simple mercancía.
Tasa de ganancia
En el trabajo «La tendencia de la tasa de ganancia y la desvalorización de la fuerza de trabajo en España (1964-2013): crisis, distribución y desigualdad» (F. Boundi y S. Gaviola, Universidad Complutense de Madrid), se explica:
“El actual escenario de crisis económica puede ser explicado en gran medida por la tendencia decreciente de la tasa de ganancia resultado de las contradicciones inherentes del modo de producción capitalista. (…) un incremento de los salarios en un escenario de crisis como el actual, deprimiría la tasa de ganancia, teniendo como efecto la contracción de la inversión privada. (…) el actual contexto de crisis está determinado por el estancamiento de la productividad y la caída de las expectativas de beneficio a consecuencia de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. De todo ello se desprende que las medidas contrarrestantes de esta tendencia pasan por reducir el peso de los salarios en la renta nacional a favor de los beneficios corporativos, lo que se traduce en el incremento de la pobreza y la desigualdad.”
La economía política marxista enseña que en la composición orgánica del capital, el capital constante (para la adquisición de todos los elementos materiales que intervienen en el proceso productivo) tiende a incrementarse más que el capital variable (para pagar los salarios, o sea para la adquisición de la fuerza de trabajo) y, siendo la fuerza de trabajo la única mercancía que genera valor, determinando la tasa de ganancia, ésta tiende a decrecer.
Pero en momentos de crisis, como la nuestra, se reducen en general las inversiones y se manifiesta ostensiblemente la caída tendencial de la tasa de ganancia. Marx explica que la caída tendencial de la tasa de ganancia puede ser contrarrestada mediante una serie de medidas que pueden detener relativamente la tendencia o aliviar sus efectos, una de esas medidas es la depresión de los salarios por debajo de su valor.
Poder adquisitivo
El Gobierno venezolano busca hacerle frente a la crisis en el marco del modo de producción capitalista y, para ello, adoptó la denominada Agenda Económica Bolivariana y puso en funcionamiento el Consejo Nacional de Economía Productiva. En ese contexto ha emprendido una serie de políticas y medidas destinadas a estimular y atraer inversiones, entre ellas están las que crean un clima sociolaboral propicio para ello y condiciones para contrarrestar la caída de la tasa de ganancia, tales como: la política de “paz laboral” y la depresión de los salarios por debajo de su valor.
En función de lo segundo se consolida la bonificación de la mayor parte de los ingresos percibidos en ocasión del trabajo, mediante el incremento de la base de cálculo del denominado “cesta ticket socialista” (sin incidencias salariales de acuerdo a la LOTTT), elevándose éste muy por encima del salario mínimo nacional, hecho sin precedentes que reduce integralmente el valor de la fuerza de trabajo en la medida que la parte de la remuneración salarial, que tiene incidencias en utilidades, vacaciones y prestaciones sociales cae ante el bono de alimentación en una proporción 40-60. Salvo en los casos –cada vez menores– en que, mediante convenciones colectivas, las y los trabajadores logran evitar o reducir la bonificación del salario.
En consecuencia, de manera directa e inmediata: mayoritariamente se reduce el costo de la fuerza de trabajo y se favorecen las expectativas de ganancias de los capitalistas y, en términos generales, se fortalece al capital frente al trabajo. Es decir que, con esa política, el Gobierno reduce “el peso de los salarios en la renta nacional a favor de los beneficios corporativos”. Otros efectos inmediatos de la bonificación del salario o desalarización de los ingresos de las y los trabajadores: el abaratamiento de los despidos y la depresión de las pensiones, obviamente el deterioro en la calidad de vida de trabajadores activos y jubilados y de sus familias.
En la creciente desvalorización de la fuerza de trabajo también interviene la caída del salario real, o sea, de la capacidad adquisitiva de los salarios y también del bono de alimentación, frente a la incesante elevación de los precios de bienes y servicios, bien sea por la vía de la especulación o de concesiones del Gobierno a los capitalistas con acuerdos de “ajustes de precios”.
Puede afirmarse que la única mercancía que tiende a abaratarse es la fuerza de trabajo. El gobierno anuncia con gran revuelo el aumento del salario mínimo y el cesta ticket, pero ¿realmente se está elevando la capacidad adquisitiva de las y los asalariados y de sus familias?
En la actualidad, la suma entre el salario mínimo y el cesta ticket es 104.358 Bs (40.638 Bs el salario y 63.720 Bs el cesta ticket), ese monto calculado a dólar Dipro (10 Bs/USD) serían 10.435,8 dólares; a dólar Dicom (697,56 Bs/USD) serían 149,6 dólares; y, al llamado dólar today (4.229,94 Bs/USD, al día de escribir este artículo) serían 24,67 dólares mensuales.
En Venezuela toda la actividad comercial está girando alrededor del costo de la divisa, en lo fundamental como consecuencia de la dependencia con relación a los mercados externos, pero nadie vende mercancías calculadas a dólar Dipro, en el mejor de los casos lo regulado se ofrece a dólar Dicom y la mayoría de las mercancías son calculadas a dólar forajido o “today”, es decir que la capacidad adquisitiva del ingreso total mensual de los asalariados, sería equivalente a un promedio de entre 149,6 a 24,67 dólares; con creciente tendencia a utilizar más al dólar today como referente para establecer precios como consecuencia de la merma en la asignación oficial de divisas y al generalizado descontrol en la economía nacional.
Las mayores víctimas de esta situación son las y los pensionados, quienes no perciben cesta ticket y la cuantía de las pensiones al nivel del salario mínimo son insignificantes frente a los precios de medicinas importadas, muchas de ellas calculadas al denominado dólar today, más allá de los intentos del Gobierno por aliviar tal situación con compensaciones sociales.
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