Carola Chávez
Esa mañana, antes de salir a hacer mercado, desayuné leyendo en la prensa los augurios opositores para este año que apenas comienza: “Habrá más hambre” –afirmó Capriles y claro, es que ya Fedecámaras se le había adelantado anunciando, el pasado 8 de diciembre, que el 2017 venía con hiperinflación. Guerra avisada…
Avisada me fui al supermercado a hacer mi primera compra del año. ¡Sorpresa! Casi los alimentos habían subido, desde el 31 de diciembre para acá, en un 50%. Una vaina loca: Las cebollas, por ejemplo, que el 20 de diciembre dejaron de costar 1.500 bolos para costar 2.500, esas mismas cebollas que por caras las vi el 31 de diciembre descomponiéndose en su exhibidor, esas mismas cebollitas ya pútridas y coronadas con moscas, subieron otros mil bolos, ahora a 3.500, para ajustarse a los augurios del antichavismo.
Y ni hablemos del pollo: en el supermercado tenían la pechuga, que viene con espalda y un taco de hielo con víceras entre las costillas para que pese más, porque pobrecito el empresario y su derecho a la ganancia, todo a 7500 bolos el kilo. Pechugas verdosas porque ¿quién va a comprar esa vaina? Bueno, supongo que la señora clase media que me torció los ojos, cual si hubiese escuchado una blasfemia, cuando dije que el dueño del supermercado es un ladrón.
Yo, que crecí escuchando las máximas de la economía del mercado, esas reglas sagradas e inflexibles de La Mano Peluda -perdón- Invisible que lo rige todo por encima de las leyes de la naturaleza, por encima de las leyes humanas… Bueno, yo buscaba ver cómo encajaban esas cebollas putrefactas, que nadie compró por malas y por caras, en la ley de oferta y demanda que dice que a mayor demanda el precio sube. ¡Nadie quería esas cebollas! Se estaban pudriendo porque nadie las compraba. No había demanda y el precio subía. ¡Explícame eso, Luís Vicente, tú que todo lo explicas!… Lo mismo con las pechugas verdosas, ahí, descomponiéndose ante el poco interés y poco bolsillo de los ex compradores que hoy pasan de largo… Cómo sube la carne y el pollo cuando acabo de leer hoy mismo que la asociación de carniceros de Margarita, como supongo que pasa con las asociaciones de carniceros de todos los estados, afirman que sus ventas cayeron en un 70%. ¿Acaso caída de ventas no es lo mismo que caída de la demanda? ¿Acaso no era que a menor demanda menor precio?
Y no hablemos de la perrarina que sube como el oro. El súpermercado parece una tienda para perros. Hay perrarina en todos lados, montañas de alimentos para cachorros, para perros adultos, para perros más viejos, para perros con rayas, para perros con pepas… Y si ya casi nadie podía pagar 50 mil bolos por un saco de comida para su mascota, si por esto se acumula en montañas en los pasillos del mercado, dígame usted por qué subió del sábado para acá a Bs. 70 mil.
Ma llama particularmente la atención el Dog Chow, el alimento perruno líder en aumentos: sube el Dog Chow y todos los demás suben detrás. Resulta que Dog Chow es de Nestlé. Resulta que nuestro gobierno firmó una serie de acuerdos con esa multinacional depredadora -valga la redundancia-. Resulta que vi en VTV al representante de Nestlé hablando, conmovedoramente, sobre su amor y su fe en este país que no es suyo y que no quiere… Nestle es también Cerelac, ese potingue que le hicieron creer a las madres que es bueno para sus bebés. Bueno, mientras el señor de Nestlé suspiraba en VTV, el precio del Cerelac, de un día para se multiplicó por cuatro. Y ahí está, en los anaqueles, sin subir más porque -¡ah, malhaya!- le imprimieron el precio en la bolsa… Nestlé es un sin fin de productos venenosos que aparecen y desaparecen y en esa intermitencia, en cada aparición, llegan un nuevo precio exhorbitante empujando otros precios de otros productos de otras marcas hacia arriba; y es que las empresas se cartelizan derribando también el mito de que la competencia hace que los precios bajen.
Entonces, si la ley de oferta y demanda no es lo que hace que los precios suban y suban, debe ser otra cosa. Sí, sí, el exceso de liquidez, ese que dijo el presidente de Fedecámaras que sería el causante de la hiperinflación… Pero ya va: qué exceso de liquidez si todos los titulares de prensa, todas las declaraciones de todos los voceros antichavistas, denuncian que la gente no tiene dinero, que el gobierno recogió el efectivo y que los bancos están secos. Sequía de dinero, según entiendo es opuesto a liquidez ¿O no?
¿Cuál guerra económica? Preguntan yonofuimente sus principales promotores, mientras acusan al gobierno y sus regulaciones de ser causantes de este despiporre. ¡Si así son “regulados”, imagínenlos sin frenos! Nuestros victimarios haciéndose las víctimas anuncian, como los villanos de Batman, sus siguientes pasos. Guerra avisada…
El 2017 tiene, sí o sí, que ser el año de la ofensiva chavista.
Esa mañana, antes de salir a hacer mercado, desayuné leyendo en la prensa los augurios opositores para este año que apenas comienza: “Habrá más hambre” –afirmó Capriles y claro, es que ya Fedecámaras se le había adelantado anunciando, el pasado 8 de diciembre, que el 2017 venía con hiperinflación. Guerra avisada…
Avisada me fui al supermercado a hacer mi primera compra del año. ¡Sorpresa! Casi los alimentos habían subido, desde el 31 de diciembre para acá, en un 50%. Una vaina loca: Las cebollas, por ejemplo, que el 20 de diciembre dejaron de costar 1.500 bolos para costar 2.500, esas mismas cebollas que por caras las vi el 31 de diciembre descomponiéndose en su exhibidor, esas mismas cebollitas ya pútridas y coronadas con moscas, subieron otros mil bolos, ahora a 3.500, para ajustarse a los augurios del antichavismo.
Y ni hablemos del pollo: en el supermercado tenían la pechuga, que viene con espalda y un taco de hielo con víceras entre las costillas para que pese más, porque pobrecito el empresario y su derecho a la ganancia, todo a 7500 bolos el kilo. Pechugas verdosas porque ¿quién va a comprar esa vaina? Bueno, supongo que la señora clase media que me torció los ojos, cual si hubiese escuchado una blasfemia, cuando dije que el dueño del supermercado es un ladrón.
Yo, que crecí escuchando las máximas de la economía del mercado, esas reglas sagradas e inflexibles de La Mano Peluda -perdón- Invisible que lo rige todo por encima de las leyes de la naturaleza, por encima de las leyes humanas… Bueno, yo buscaba ver cómo encajaban esas cebollas putrefactas, que nadie compró por malas y por caras, en la ley de oferta y demanda que dice que a mayor demanda el precio sube. ¡Nadie quería esas cebollas! Se estaban pudriendo porque nadie las compraba. No había demanda y el precio subía. ¡Explícame eso, Luís Vicente, tú que todo lo explicas!… Lo mismo con las pechugas verdosas, ahí, descomponiéndose ante el poco interés y poco bolsillo de los ex compradores que hoy pasan de largo… Cómo sube la carne y el pollo cuando acabo de leer hoy mismo que la asociación de carniceros de Margarita, como supongo que pasa con las asociaciones de carniceros de todos los estados, afirman que sus ventas cayeron en un 70%. ¿Acaso caída de ventas no es lo mismo que caída de la demanda? ¿Acaso no era que a menor demanda menor precio?
Y no hablemos de la perrarina que sube como el oro. El súpermercado parece una tienda para perros. Hay perrarina en todos lados, montañas de alimentos para cachorros, para perros adultos, para perros más viejos, para perros con rayas, para perros con pepas… Y si ya casi nadie podía pagar 50 mil bolos por un saco de comida para su mascota, si por esto se acumula en montañas en los pasillos del mercado, dígame usted por qué subió del sábado para acá a Bs. 70 mil.
Ma llama particularmente la atención el Dog Chow, el alimento perruno líder en aumentos: sube el Dog Chow y todos los demás suben detrás. Resulta que Dog Chow es de Nestlé. Resulta que nuestro gobierno firmó una serie de acuerdos con esa multinacional depredadora -valga la redundancia-. Resulta que vi en VTV al representante de Nestlé hablando, conmovedoramente, sobre su amor y su fe en este país que no es suyo y que no quiere… Nestle es también Cerelac, ese potingue que le hicieron creer a las madres que es bueno para sus bebés. Bueno, mientras el señor de Nestlé suspiraba en VTV, el precio del Cerelac, de un día para se multiplicó por cuatro. Y ahí está, en los anaqueles, sin subir más porque -¡ah, malhaya!- le imprimieron el precio en la bolsa… Nestlé es un sin fin de productos venenosos que aparecen y desaparecen y en esa intermitencia, en cada aparición, llegan un nuevo precio exhorbitante empujando otros precios de otros productos de otras marcas hacia arriba; y es que las empresas se cartelizan derribando también el mito de que la competencia hace que los precios bajen.
Entonces, si la ley de oferta y demanda no es lo que hace que los precios suban y suban, debe ser otra cosa. Sí, sí, el exceso de liquidez, ese que dijo el presidente de Fedecámaras que sería el causante de la hiperinflación… Pero ya va: qué exceso de liquidez si todos los titulares de prensa, todas las declaraciones de todos los voceros antichavistas, denuncian que la gente no tiene dinero, que el gobierno recogió el efectivo y que los bancos están secos. Sequía de dinero, según entiendo es opuesto a liquidez ¿O no?
¿Cuál guerra económica? Preguntan yonofuimente sus principales promotores, mientras acusan al gobierno y sus regulaciones de ser causantes de este despiporre. ¡Si así son “regulados”, imagínenlos sin frenos! Nuestros victimarios haciéndose las víctimas anuncian, como los villanos de Batman, sus siguientes pasos. Guerra avisada…
El 2017 tiene, sí o sí, que ser el año de la ofensiva chavista.
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