La
estrategia de permitir la instalación de la casas de cambio del lado
venezolano en la línea fronteriza con Colombia apunta a generar una
nueva referencia en el tipo de cambio paralelo que está marcando
parcialmente, pero en muy buena medida, las operaciones en la economía
venezolana.
El Gobierno de Venezuela estima abrir, en los próximos días, 20 casas de cambio más en la frontera con Colombia y Brasil, para llegar a 28 establecimientos que permitan el canje del bolívar.
Hay que recalcarlo siempre: necesario es reconocer esta estrategia como una medida excepcional en circunstancias económicas excepcionales.
Hasta ahora el dólar paralelo es usado como referente para la determinación de precios especulativos en la economía, esto pese a que según Ecoanalítica sólo un 15% de los insumos y productos de importación entren al país comprados con divisas basadas en esa tasa. De allí las grandes presiones sobre la variable inflación, en un contexto claramente inferido por variables políticas que intervienen en la fijación de esa tasa, bien sea por el marcador Dólar Today como también por el marcador Dólar Cúcuta.
El Gobierno venezolano tiene la necesidad de actuar sobre el tema cambiario en función de disminuir las distorsiones que imponen a la economía, los niveles a los que se cotiza la divisa estadounidense en el mercado paralelo, fenómeno cuestionado por economistas de distintas tendencias por carecer de transparencia y de fundamentos del mercado. La principal misión de las acciones en política cambiaria del Gobierno es quebrar esta referencia, cuestión que explica la apertura de estas tasas de cambio.
Con el establecimiento de una tasa de 4 pesos por bolívar en las casas de cambio venezolanas, el tipo equivaldría a Bs. 734,22 por dólar, al tomar como referencia la paridad que establece el Banco de la República de Colombia entre el dólar y el peso, ya que este es el marcador, lo que implica que Venezuela no está empleando variables arbitrarias y desleales para fijar las tasas, cosa que dista mucho del lado colombiano. Las equivalencias son de 4 pesos por bolívar. Sobre este nivel ha estado moviéndose esa referencia en los días de operaciones que llevan las casas de cambio venezolanas.
Este número está por encima del dólar flotante Dicom (Bs. 678 por dólar) que determina el Banco Central de Venezuela (BCV) y por debajo del referencial de Bs. 949 por dólar, que surge de la relación entre Liquidez Monetaria y Reservas Internacionales, llamado también dólar implícito.
La idea que se maneja desde el Gobierno venezolano es crear esta nueva referencia del Dólar Fronterizo para tratar de contener la tasa del paralelo como referente.
Los riesgos de bachaqueo
Uno de los bemoles a los cuales hay que prestar particular atención es el de la reproducción de una centrífuga de monedas. La alternativa de las casas de cambio del lado venezolano puede ejemplificarse de la siguiente manera:
Si en una acera hay un grupo de establecimientos que controlan un producto (en este caso, monedas, y en Cúcuta y Maicao), y todos esos establecimientos ofrecen el mismo producto a un mismo precio, ocurre lo que llaman cartelización. Si en la acera de enfrente alguien abre un negocio con el mismo producto, pero a un precio mucho más bajo, muchos clientes optan por comprar allí. Pero puede producirse un fenómeno de "bachaqueo". En este caso, de monedas.
En las casas de cambio venezolanas, comprar 4 pesos por bolívar supone el desarrollo de un incentivo para que personas naturales puedan comprar pesos en Venezuela y canjearlos por dólares o bolívares en Colombia a la tasa de Cúcuta.
Podríamos estar en el preámbulo de una guerra de monedas
¿Está el gobierno venezolano al tanto de esto? Por supuesto que sí, dado que esta centrífuga serviría para ampliar los niveles de demanda de dólares en la misma frontera, cuestión que acelera la alta tasa del paralelo. ¿Qué sucede entonces? ¿Por qué sopesar ese riesgo? Sugerimos esperar y ver.
¿Guerra de monedas?
Para no especular de más, por la particularidad de la estrategia venezolana, podríamos estar (desde la perspectiva de Cúcuta y Maicao) en el preámbulo de una guerra de monedas, si entendemos que el uso del peso (comprados en Venezuela) para comprar bolívares (a tasa Cúcuta) en Colombia significa un mecanismo de repatriación de moneda venezolana (esto, con el propósito de erradicar la excesiva presencia del bolívar en Colombia, cosa que acelera la devaluación), si además asumimos que el peso (desde la perspectiva de Cúcuta) se está ofreciendo devaluadamente en Venezuela y siendo un hecho que las operaciones por particulares para el cambio de bolívares por pesos a la tasa del Banco de la República de Colombia (4 pesos por bolívar) son virtualmente imposibles en ese país.
Dicho de otra manera, el Gobierno de Venezuela al parecer ha emprendido pasos en un camino que probablemente sea extenso y complejo, el de enfrentar por medio de la legalidad (usando la tasa del Banco Central colombiano) las asimetrías monetarias fronterizas con "el mismo remedio", la cura del mercado monetario, como una forma de revertir los abismos en los precios de las monedas. Esto, luego de agotar sucesivas veces todas las solicitudes formales a Colombia sobre la derogación el Decreto 8-2000 que facilita el "libre albedrío monetario" en la frontera del lado colombiano.
Para los cambistas del lado colombiano, esto es sin duda el inicio de una nueva etapa en una guerra de monedas. Veámoslo así. No es lo que promueve Venezuela. Es la perspectiva de ellos, quienes entienden que su precio impuesto hiperdevaluado del bolívar frente a otras monedas es mero "libre mercado". En términos prácticos, ya hay una guerra de monedas iniciada por los cambistas desde hace años.
Italcambio, operadora cambista privada de Venezuela autorizada por el gobierno venezolano para abrir casas de cambio sufrió ataques cibernéticos con robots desde Estados Unidos, Panamá y Colombia. Desde esta página es donde se efectúan las solicitudes de citas para compra de divisas.
¿Guerra declarada?
Sobre el ataque al tipo de cambio paralelo
Necesario es puntualizar, primeramente, que aunque la tasa del dólar paralelo sea fijada arbitrariamente y sin ningún tipo de transparencia, esta se consolida dado que es una tasa construida sobre la base de personas que estén dispuestas a pagarla.
La clave yace en establecer acciones contundentes de soberanía monetaria
De hecho ha sido así. Particulares y actores económicos (especialmente comerciantes) que compran dólar a tasa paralela para importaciones o para resguardo (en divisas) de su dinero (para eludir su devaluación dada la alta inflación), han pagado a esa tasa, entendiendo que no hay otras alternativas, es decir, las divisas del Estado están restringidas y no existe (o existía) otro mecanismo legal para comprar moneda extranjera. En este grupo de compradores de divisas a tasa paralela entran también especuladores de la misma moneda extranjera (revendedores). La tasa paralela se ha consolidado por ser la única fuente no oficial de divisas a particulares y actores económicos, por lo tanto es una tasa que se ha consolidado por haber quienes estén dispuestos a pagarla, dado que no han tenido otra opción.
Las posibilidades de que la tasa de las casas de cambio venezolanas pueda inferir en el tipo de cambio paralelo no son para el corto plazo. Apenas podría haber una contención del precio del paralelo en el mediano plazo y esto depende de varios factores:
Lidiando con bemoles ideológicos de diversa índole, el gobierno venezolano le apuesta a una medida bastante pragmática y sui generis, para reducir asimetrías monetarias en una apuesta complicada y que tiene riesgos. En esencia, hay una flexibilización de los mecanismos actuales de control de cambio.
Un atributo, entonces, es el ofrecimiento del peso colombiano en la frontera a una tasa pública y legal, que es la publicada por el Banco de la República de Colombia, cuestión que facilita el tránsito fronterizo por particulares en Venezuela para ir a Colombia. Esto, lidiando con el riesgo de la centrífuga de monedas, cuestión que se convierte en un negocio especulativo y lucrativo para parásitos económicos. Nos referimos a quienes compran 4 pesos por bolívar y los cambian en Colombia por bolívares o dólares a tasa Cúcuta.
Otro atributo es el reconocimiento de las aristas del gran problema del abastecimiento, de la escasez y de las colas, y que tiene que ver con los precios de las divisas y su disponibilidad. Este inicio de colocar y abrir casa de cambio con convertibilidad de peso colombiano es un paso de oxígeno que puede contribuir a la adquisición de bienes por parte de particulares. Esto va a facilitar las compras en Colombia, cuestión que es un paño caliente para un no menos 20% de la población que habita las zonas de influencia de la frontera y ha lidiado con años de bachaqueo interno, extracción dura de bienes esenciales, precios especulativos (llamados internacionales) y otros desmanes de la paraeconomía fronteriza consolidada y en franca guerra económica.
Necesario es también puntualizar que un conjunto de medidas debería devenir en materia cambiaria para complementar estas acciones, pues las casas de cambio venezolanas, pese a ser una cuestión incipiente, no por eso dejan de parecer una medida incompleta. Es decir, la clave del rescate del bolívar frente a las mafias del dólar paralelo yace en el sentido común político de establecer acciones contundentes de soberanía monetaria, esto en referencia a la derogación unilateral por Venezuela de acuerdos monetarios con Colombia para que, de esa manera, se pueda vetar el uso del bolívar en ese país.
Esto último sería una cuestión a considerar, tiene muchas derivadas, pero hay que analizarlo si entendemos la complejidad de estas situaciones económicas excepcionales. Eso quedará para otra nota, conforme a la evolución de estas cuestiones y a las señales que veamos por parte del chavismo y su directorio económico.
El Gobierno de Venezuela estima abrir, en los próximos días, 20 casas de cambio más en la frontera con Colombia y Brasil, para llegar a 28 establecimientos que permitan el canje del bolívar.
Hay que recalcarlo siempre: necesario es reconocer esta estrategia como una medida excepcional en circunstancias económicas excepcionales.
Hasta ahora el dólar paralelo es usado como referente para la determinación de precios especulativos en la economía, esto pese a que según Ecoanalítica sólo un 15% de los insumos y productos de importación entren al país comprados con divisas basadas en esa tasa. De allí las grandes presiones sobre la variable inflación, en un contexto claramente inferido por variables políticas que intervienen en la fijación de esa tasa, bien sea por el marcador Dólar Today como también por el marcador Dólar Cúcuta.
El Gobierno venezolano tiene la necesidad de actuar sobre el tema cambiario en función de disminuir las distorsiones que imponen a la economía, los niveles a los que se cotiza la divisa estadounidense en el mercado paralelo, fenómeno cuestionado por economistas de distintas tendencias por carecer de transparencia y de fundamentos del mercado. La principal misión de las acciones en política cambiaria del Gobierno es quebrar esta referencia, cuestión que explica la apertura de estas tasas de cambio.
Con el establecimiento de una tasa de 4 pesos por bolívar en las casas de cambio venezolanas, el tipo equivaldría a Bs. 734,22 por dólar, al tomar como referencia la paridad que establece el Banco de la República de Colombia entre el dólar y el peso, ya que este es el marcador, lo que implica que Venezuela no está empleando variables arbitrarias y desleales para fijar las tasas, cosa que dista mucho del lado colombiano. Las equivalencias son de 4 pesos por bolívar. Sobre este nivel ha estado moviéndose esa referencia en los días de operaciones que llevan las casas de cambio venezolanas.
Este número está por encima del dólar flotante Dicom (Bs. 678 por dólar) que determina el Banco Central de Venezuela (BCV) y por debajo del referencial de Bs. 949 por dólar, que surge de la relación entre Liquidez Monetaria y Reservas Internacionales, llamado también dólar implícito.
La idea que se maneja desde el Gobierno venezolano es crear esta nueva referencia del Dólar Fronterizo para tratar de contener la tasa del paralelo como referente.
Los riesgos de bachaqueo
Uno de los bemoles a los cuales hay que prestar particular atención es el de la reproducción de una centrífuga de monedas. La alternativa de las casas de cambio del lado venezolano puede ejemplificarse de la siguiente manera:
Si en una acera hay un grupo de establecimientos que controlan un producto (en este caso, monedas, y en Cúcuta y Maicao), y todos esos establecimientos ofrecen el mismo producto a un mismo precio, ocurre lo que llaman cartelización. Si en la acera de enfrente alguien abre un negocio con el mismo producto, pero a un precio mucho más bajo, muchos clientes optan por comprar allí. Pero puede producirse un fenómeno de "bachaqueo". En este caso, de monedas.
En las casas de cambio venezolanas, comprar 4 pesos por bolívar supone el desarrollo de un incentivo para que personas naturales puedan comprar pesos en Venezuela y canjearlos por dólares o bolívares en Colombia a la tasa de Cúcuta.
Podríamos estar en el preámbulo de una guerra de monedas
¿Está el gobierno venezolano al tanto de esto? Por supuesto que sí, dado que esta centrífuga serviría para ampliar los niveles de demanda de dólares en la misma frontera, cuestión que acelera la alta tasa del paralelo. ¿Qué sucede entonces? ¿Por qué sopesar ese riesgo? Sugerimos esperar y ver.
¿Guerra de monedas?
Para no especular de más, por la particularidad de la estrategia venezolana, podríamos estar (desde la perspectiva de Cúcuta y Maicao) en el preámbulo de una guerra de monedas, si entendemos que el uso del peso (comprados en Venezuela) para comprar bolívares (a tasa Cúcuta) en Colombia significa un mecanismo de repatriación de moneda venezolana (esto, con el propósito de erradicar la excesiva presencia del bolívar en Colombia, cosa que acelera la devaluación), si además asumimos que el peso (desde la perspectiva de Cúcuta) se está ofreciendo devaluadamente en Venezuela y siendo un hecho que las operaciones por particulares para el cambio de bolívares por pesos a la tasa del Banco de la República de Colombia (4 pesos por bolívar) son virtualmente imposibles en ese país.
Dicho de otra manera, el Gobierno de Venezuela al parecer ha emprendido pasos en un camino que probablemente sea extenso y complejo, el de enfrentar por medio de la legalidad (usando la tasa del Banco Central colombiano) las asimetrías monetarias fronterizas con "el mismo remedio", la cura del mercado monetario, como una forma de revertir los abismos en los precios de las monedas. Esto, luego de agotar sucesivas veces todas las solicitudes formales a Colombia sobre la derogación el Decreto 8-2000 que facilita el "libre albedrío monetario" en la frontera del lado colombiano.
Para los cambistas del lado colombiano, esto es sin duda el inicio de una nueva etapa en una guerra de monedas. Veámoslo así. No es lo que promueve Venezuela. Es la perspectiva de ellos, quienes entienden que su precio impuesto hiperdevaluado del bolívar frente a otras monedas es mero "libre mercado". En términos prácticos, ya hay una guerra de monedas iniciada por los cambistas desde hace años.
Italcambio, operadora cambista privada de Venezuela autorizada por el gobierno venezolano para abrir casas de cambio sufrió ataques cibernéticos con robots desde Estados Unidos, Panamá y Colombia. Desde esta página es donde se efectúan las solicitudes de citas para compra de divisas.
¿Guerra declarada?
Sobre el ataque al tipo de cambio paralelo
Necesario es puntualizar, primeramente, que aunque la tasa del dólar paralelo sea fijada arbitrariamente y sin ningún tipo de transparencia, esta se consolida dado que es una tasa construida sobre la base de personas que estén dispuestas a pagarla.
La clave yace en establecer acciones contundentes de soberanía monetaria
De hecho ha sido así. Particulares y actores económicos (especialmente comerciantes) que compran dólar a tasa paralela para importaciones o para resguardo (en divisas) de su dinero (para eludir su devaluación dada la alta inflación), han pagado a esa tasa, entendiendo que no hay otras alternativas, es decir, las divisas del Estado están restringidas y no existe (o existía) otro mecanismo legal para comprar moneda extranjera. En este grupo de compradores de divisas a tasa paralela entran también especuladores de la misma moneda extranjera (revendedores). La tasa paralela se ha consolidado por ser la única fuente no oficial de divisas a particulares y actores económicos, por lo tanto es una tasa que se ha consolidado por haber quienes estén dispuestos a pagarla, dado que no han tenido otra opción.
Las posibilidades de que la tasa de las casas de cambio venezolanas pueda inferir en el tipo de cambio paralelo no son para el corto plazo. Apenas podría haber una contención del precio del paralelo en el mediano plazo y esto depende de varios factores:
- Que un importante número de casas de cambio sean aperturadas en el lado venezolano y que puedan constituir un contrapeso significativo, de cara a las miles de casas de cambio y operadores al menudeo (buhoneros cambiarios) que hay del lado colombiano.
- Que haya un flujo sostenido y sólido de moneda extranjera, disponible en las casas de cambio del lado venezolano.
Lidiando con bemoles ideológicos de diversa índole, el gobierno venezolano le apuesta a una medida bastante pragmática y sui generis, para reducir asimetrías monetarias en una apuesta complicada y que tiene riesgos. En esencia, hay una flexibilización de los mecanismos actuales de control de cambio.
Un atributo, entonces, es el ofrecimiento del peso colombiano en la frontera a una tasa pública y legal, que es la publicada por el Banco de la República de Colombia, cuestión que facilita el tránsito fronterizo por particulares en Venezuela para ir a Colombia. Esto, lidiando con el riesgo de la centrífuga de monedas, cuestión que se convierte en un negocio especulativo y lucrativo para parásitos económicos. Nos referimos a quienes compran 4 pesos por bolívar y los cambian en Colombia por bolívares o dólares a tasa Cúcuta.
Otro atributo es el reconocimiento de las aristas del gran problema del abastecimiento, de la escasez y de las colas, y que tiene que ver con los precios de las divisas y su disponibilidad. Este inicio de colocar y abrir casa de cambio con convertibilidad de peso colombiano es un paso de oxígeno que puede contribuir a la adquisición de bienes por parte de particulares. Esto va a facilitar las compras en Colombia, cuestión que es un paño caliente para un no menos 20% de la población que habita las zonas de influencia de la frontera y ha lidiado con años de bachaqueo interno, extracción dura de bienes esenciales, precios especulativos (llamados internacionales) y otros desmanes de la paraeconomía fronteriza consolidada y en franca guerra económica.
Necesario es también puntualizar que un conjunto de medidas debería devenir en materia cambiaria para complementar estas acciones, pues las casas de cambio venezolanas, pese a ser una cuestión incipiente, no por eso dejan de parecer una medida incompleta. Es decir, la clave del rescate del bolívar frente a las mafias del dólar paralelo yace en el sentido común político de establecer acciones contundentes de soberanía monetaria, esto en referencia a la derogación unilateral por Venezuela de acuerdos monetarios con Colombia para que, de esa manera, se pueda vetar el uso del bolívar en ese país.
Esto último sería una cuestión a considerar, tiene muchas derivadas, pero hay que analizarlo si entendemos la complejidad de estas situaciones económicas excepcionales. Eso quedará para otra nota, conforme a la evolución de estas cuestiones y a las señales que veamos por parte del chavismo y su directorio económico.
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