Por: Angerlin Rangel
Cuando la vanguardia se adelanta a las masas corre el peligro de transformarse en una patrulla perdida.
Rodolfo Walsh
Uno de los principales logros del proceso bolivariano está relacionado con el reordenamiento en la relación conflictiva entre el Estado y la sociedad civil. Esta reconciliación ayudó a superar el concepto de democracia bipartidista y el descontento de la población, vigente hasta finales de los 90.
Otro logro importante fue que abonó un terreno para la “participación protagónica” del pueblo en los espacios públicos y el discurso con alternativas provisionales y promesas “redentoras” que movilizaron grandes cantidades de personas en torno a la lógica plebiscitaria.
Junto con el acceso al espacio público y político y la reivindicación popular, estalló un proceso de creciente profesionalización que rápidamente advirtió la conformación de un sector medio que se convirtió en el portador natural de “la vanguardia revolucionaria” y que además gozó de las bondades petroleras y personalistas que el momento permitía.
Como consecuencia de la crisis este sector medio retrocedió en su nivel de acceso de bienes y servicios, a partir de lo cual fue posible advertir sobre la vinculación de la crisis, la clase media y el advenimiento del “voto castigo”. A finales de 2015 se impuso la campaña en contra de las colas y el pueblo eligió con mayoría de votos a la oposición.
En 2016, tras asumir la Asamblea Nacional, la oposición se concentró en demandas asociadas a su clase. La nueva asamblea avanzó en despolitización, seguida de su patológica acción de repudio y odio al sector oficial. Por un lado se presentó un pueblo que esperaba la solución prometida al desabastecimiento; por el otro, una oposición concentrada en la “libertad de sus presos políticos”. En definitiva, la oposición perdió la gran oportunidad de avanzar en el cambio de la correlación de fuerzas. Desperdició una oportunidad valiosa para consolidarse como fuerza política alternativa.
La población avanzó en descontento y el año transcurrido con la crisis marcada por la caída de los precios del petróleo ilustra varias tendencias que en la realidad política venezolana muestran el vaivén coyuntural, las acciones del gobierno versus las de oposición sobre las que podemos especular en unas pocas líneas.
Cabe destacar que las narrativas del gobierno sobre las causas de la crisis son las que hasta ahora han tenido mayor aceptación social, queremos aventurarnos con algunas proyecciones sobre el devenir del país a partir de la crisis económica regional y global:
- En su balance preliminar de la economía regional 2016 publicado el 14 de diciembre, Cepal precisó que América Latina será la subregión más afectada este año, con una caída de su producto del 2,4 %, mientras el Caribe se contraerá 1,7 % y Centroamérica tendrá un crecimiento del 3,6 %.
- Según el organismo, las proyecciones para 2017 dan cuenta de un entorno global que se prevé más auspicioso que el de 2015 y 2016.
- El petróleo podría mantenerse en promedio entre los US$50 barril en 2017.
- Se espera que la crisis económica siga marcando el ritmo de los aconteceres de la región. Si no hay mejoras en la economía, poco será lo que se pueda avanzar a nivel de gobiernos. En este contexto, es probable que Venezuela siga el tránsito que marca la crisis económica.
- Ciertamente es un panorama gris en el que todos pierden y en donde la gestión gubernamental será fundamental.
El Gobierno
- Tendrá mayor oportunidad que la oposición.
- Pondrá prioridad sobre el tema económico por encima del político, si bien debe enfrentar el escenario electoral de las regionales.
- Trabajará en limpiar su imagen como gestor de los asuntos públicos.
- Se esforzará en cohesionar su vanguardia.
- Deberá privilegiar la conexión con el pueblo y con la realidad para evitar que la oposición continúe beneficiándose del descontento.
- El principal reto estará en mantener la estabilidad política y garantizar la reducción de la pobreza y estabilidad de los principales indicadores sociales.
- La incertidumbre sobre la crisis en Venezuela, remontará el debate sobre la pobreza a los años 90.
La oposición
- Se beneficiará del descontento, pero sin presentar alternativas.
- Continuará con su tentativa de caotizar el país.
- Seguirá con su liderazgo desactualizado que no logra interpretar las nuevas realidades.
- Desmeritará la gestión gubernamental.
- Cometerá los mismos errores con retóricas repetitivas.
- Mantendrá la misma línea de discurso que la desconectó del pueblo, encadenada en la subestimación del otro y en el odio que la ciega y le impide comprender la realidad.
- Seguirá recorriendo el mismo camino hacia el abismo.
- Lucirá más fragmentada.
- Se proyectará con mayor fuerza una “tercera vía” frente a las dos grandes polaridades simbólicas de la política venezolana.
- Henri Falcón continuará su apuesta por el diálogo. Hasta ahora se muestra partidario de un método de consulta para elegir candidatos, apela al método democrático en todo momento y no pierde ocasión para deslindarse de las acciones violentas. No hace referencia a liderazgos (HCR, López, Machado) ni habla de presos políticos.
El Pueblo
- Estará cada vez más enfocado en su subsistencia.
- Avanzará en su proceso de despolitización.
- Evitará una irrupción popular.
- Apostará a escenarios electorales.
- Crecerá el sector “ni ni”, que al momento algunas encuestadoras señalan que está por encima del 50%.
- Se configurará en torno a este porcentaje, una tercera voz.
El escenario internacional
- El debate girará en torno al terrorismo, la inmigración y el narcotráfico. También sobre los efectos de la política Norteamericana hacia la región, con énfasis en Cuba, México y los mecanismos de integración regional como Alba, Unasur, Petrocaribe.
- Venezuela se debatirá en un escenario conflictivo con sus vecinos: Colombia y Brasil. Además de que lidiará con el bloqueo en el seno de Mercosur.
- Las relaciones internacionales de Venezuela estarán presididas por China, Rusia, Irán e India.
A modo de conclusión
Ciertamente la crisis nos obligó a ver nuestra vulnerabilidad y encarar la arrogancia con la que asumimos “ser unos de los mayores poseedores de petróleo en el mundo”. Como todo comportamiento cíclico, en Venezuela el mercado cohesiona y controla voluntades.
Con motivo de la misma crisis, fue posible mirar con mayor énfasis la diversificación del aparato productivo. Será de suma importancia la sinceración en torno al sistema cambiario y el valor de los productos según su costo de producción, así como la activación de mecanismos de disciplina fiscal.
En el futuro inmediato el éxito de los resultados va a depender en gran medida de la gestión que haga el gobierno, la priorización de la economía y el rescate de las categorías que lo identifican como el gobierno del pueblo.
Las tareas que se emprendan tendrán que ver con: innovar la política, resemantizar el discurso de izquierda, reestructurar al pueblo del declive antipolítico en el que se está sumergiendo y reconectar con la realidad. De lo contrario, será un suicidio político.
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