Fidel Castro.
Escribir es una forma de ser útil si consideras que nuestra sufrida
humanidad debe ser más y mejor educada ante la increíble ignorancia que
nos envuelve a todos, con excepción de los investigadores que buscan en
las ciencias una respuesta satisfactoria. Es una palabra que implica en
pocas letras su infinito contenido.
Todos en nuestra juventud oímos hablar alguna vez de Einstein y, en
especial, tras el estallido de las bombas atómicas en Hiroshima y
Nagasaki, que puso fin a la cruel guerra desatada entre Japón y Estados
Unidos. Cuando aquellas bombas fueron lanzadas, después de la guerra
desatada por el ataque a la base de Estados Unidos en Pearl Harbor, ya
el imperio japonés estaba vencido. Estados Unidos, el país cuyo
territorio e industrias permanecieron ajenos a la guerra, pasó a ser el
de mayor riqueza y mejor armado de la tierra, frente a un mundo
destrozado, repleto de muertos, heridos y hambrientos. Juntos, la URSS y
China habían perdido más de 50 millones de vidas, sumadas a una enorme
destrucción material. Casi todo el oro del mundo fue a parar a las arcas
de Estados Unidos. Hoy se calcula que la totalidad del oro como reserva
monetaria de esa nación alcanza 8 mil 133,5 toneladas de dicho metal. A
pesar de ello, haciendo trizas los compromisos suscritos en Bretton
Woods, Estados Unidos, declaró unilateralmente que no harían honor al
deber de respaldar la onza Troy con el valor en oro de su papel moneda.
Tal medida decretada por Nixon violaba los compromisos contraídos por el
presidente Franklin Delano Roosevelt. Según un elevado número de
expertos en esa materia, crearon así las bases de una crisis que entre
otros desastres amenaza golpear con fuerza la economía de ese modelo de
país. Mientras tanto, se adeuda a Cuba las indemnizaciones equivalentes a
daños, que ascienden a cuantiosos millones de dólares como denunció
nuestro país con argumentos y datos irrebatibles a lo largo de sus
intervenciones en las Naciones Unidas.
Como fue expresado con toda claridad por el Partido y el Gobierno de
Cuba, en prenda de buena voluntad y de paz entre todos los países de
este hemisferio y del conjunto de pueblos que integran la familia
humana, y así contribuir a garantizar la supervivencia de nuestra
especie en el modesto espacio que nos corresponde en el universo, no
dejaremos nunca de luchar por la paz y el bienestar de todos los seres
humanos, con independencia del color de la piel y el país de origen de
cada habitante del planeta, así como por el derecho pleno de todos a
poseer o no una creencia religiosa.
La igualdad de todos los ciudadanos a la salud, la educación, el
trabajo, la alimentación, la seguridad, la cultura, la ciencia, y al
bienestar, es decir, los mismos derechos que proclamamos cuando
iniciamos nuestra lucha más los que emanen de nuestros sueños de
justicia e igualdad para los habitantes de nuestro mundo, es lo que
deseo a todos; los que por comulgar en todo o en parte con las mismas
ideas, o muy superiores pero en la misma dirección, les doy las gracias,
queridos compatriotas.
Fidel Castro Ruz
Agosto 13 de 2015
1 y 23 a.m.
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