Carola Chávez
Cochino de Troya. Disculpen, mis distinguidas damas, todas desertoras por cierto, del Frente de damas indignadas con todo lo que haga el gobierno, que pronuncie tan ordinaria frase que describe cuán bajo hemos caído en esta oposición a la que he dedicado los últimos cinco lustros de mi vida.
Ya bien lo advertí el mismo día en que en no sé quién decidió llamar MUD a aquel grupo de partiditos que pretendían simular grandeza y unidad. MUD, ¡válgame Dios! Nosotros tan bilingües, tan USAID, tan Oval Office, tan NED, tan welcome marines; llamarnos MUD sin siquiera detenernos a hacer una simple traducción: MUD, barro; barro, chiquero; chiquero, cochino; cochino, Troya…
Y en medio de semejante ordinariez, yo, Marifer Popof, lejos de las tardes de te canasta, del spa, de la estación de ski; moviendo hilos, abriendo puertas y chequeras que solo alguien con mis conexiones puede abrir… Todo por nuestro retorno al poder; eso sí, ya sin títeres, sin adecos de meñique extendido y amantes disfrazadas de generalas. No, esta vez sería una de las nuestras, arrancada de los jardines del Caracas Country Club. Ella era nuestro futuro inmediato, nuestra revancha, nuestra oportunidad de poner al negraje en su sitio. Nuestra presidenciable. ¡Oh! más presidenciable todavía una vez que la dictadura la inhabilita y le regala cientos de titulares en la prensa mundial.
Un plan hilado por años, hasta que el recién llegado que no va a llegar a ninguna parte, con su voz impostada, con ese modo forzado de cursito de locución, despoja a nuestra Cori de su legítimo derecho a designar a la candidata -demasiado morena para mi gusto, por cierto- que la sustituiría en su circuito electoral; decisión que la inhabilita, por segunda vez, tal como lo había hecho la dictadura que hoy nos oprime.
Igualados hacia abajo, desde el mismo momento en que aceptamos la idea de aquel think tank de parecer populares, de subir a esa cosa horrenda que llaman barrio. Igualados, ya al subsuelo, cuando le dimos la hojilla al mono. Igualados con un blanco de orilla, impuesto en el lugar de Maria Corina; un tal Freddy que ni para guarimbero servía y mire usted…
Igualada hacia abajo yo, Marifer Popof, que ya embarrada de MUD solo puedo decir que, si de cochinos de Troya se trata, el que lo dice lo es con la pata al revés.
Cochino de Troya. Disculpen, mis distinguidas damas, todas desertoras por cierto, del Frente de damas indignadas con todo lo que haga el gobierno, que pronuncie tan ordinaria frase que describe cuán bajo hemos caído en esta oposición a la que he dedicado los últimos cinco lustros de mi vida.
Ya bien lo advertí el mismo día en que en no sé quién decidió llamar MUD a aquel grupo de partiditos que pretendían simular grandeza y unidad. MUD, ¡válgame Dios! Nosotros tan bilingües, tan USAID, tan Oval Office, tan NED, tan welcome marines; llamarnos MUD sin siquiera detenernos a hacer una simple traducción: MUD, barro; barro, chiquero; chiquero, cochino; cochino, Troya…
Y en medio de semejante ordinariez, yo, Marifer Popof, lejos de las tardes de te canasta, del spa, de la estación de ski; moviendo hilos, abriendo puertas y chequeras que solo alguien con mis conexiones puede abrir… Todo por nuestro retorno al poder; eso sí, ya sin títeres, sin adecos de meñique extendido y amantes disfrazadas de generalas. No, esta vez sería una de las nuestras, arrancada de los jardines del Caracas Country Club. Ella era nuestro futuro inmediato, nuestra revancha, nuestra oportunidad de poner al negraje en su sitio. Nuestra presidenciable. ¡Oh! más presidenciable todavía una vez que la dictadura la inhabilita y le regala cientos de titulares en la prensa mundial.
Un plan hilado por años, hasta que el recién llegado que no va a llegar a ninguna parte, con su voz impostada, con ese modo forzado de cursito de locución, despoja a nuestra Cori de su legítimo derecho a designar a la candidata -demasiado morena para mi gusto, por cierto- que la sustituiría en su circuito electoral; decisión que la inhabilita, por segunda vez, tal como lo había hecho la dictadura que hoy nos oprime.
Igualados hacia abajo, desde el mismo momento en que aceptamos la idea de aquel think tank de parecer populares, de subir a esa cosa horrenda que llaman barrio. Igualados, ya al subsuelo, cuando le dimos la hojilla al mono. Igualados con un blanco de orilla, impuesto en el lugar de Maria Corina; un tal Freddy que ni para guarimbero servía y mire usted…
Igualada hacia abajo yo, Marifer Popof, que ya embarrada de MUD solo puedo decir que, si de cochinos de Troya se trata, el que lo dice lo es con la pata al revés.
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