Escrito por Alfonso Elizondo
Ahora
mismo toda Europa vive de zozobra en zozobra. Su alto índice de
desempleo no disminuye en los últimos ocho años, hay un retroceso
notorio en su proceso de integración, aumenta la xenofobia, el euro se
tambalea, se incrementa la inmigración no deseada de los países
africanos, persisten los embates rusos y las amenazas de conflictos
religiosos y culturales procedentes del Norte de África y del Medio
Oriente, además de la guerra en Ucrania. El mundo entero tiene ahora más
problemas que durante la Guerra Fría y padece de mayor inestabilidad
que en el período de la postguerra hasta la caída del Muro de Berlín en
1989.
Los
Estados Unidos viven una recuperación económica en su clase social
alta, pero siguen dentro de una lucha política interna donde se intenta
neutralizar cualquier situación que pretenda lesionar sus intereses
tradicionales vitales, como no pagar impuestos y no ayudar con servicios
sociales, de salud y médicos a las clases sociales de menores ingresos.
Hasta hoy no se ponen de acuerdo las dos facciones políticas existentes
en la forma de ordenar al Medio Oriente. Según la Casa Blanca, ese
objetivo se obtendrá moviendo las piezas del ajedrez geopolítico
regional. Ya sea impulsando a Turquía, a Arabia Saudita, a Israel o a
Irán para que luchen entre ellos y no representen una amenaza para los
intereses de los Estados Unidos en esa región.
Además
de este confuso proceso de control en el Medio Oriente que no ha sido
autorizado y ni siquiera comentado ante las autoridades internacionales
se están llevando a cabo dos eventos muy importantes en esa región:
Egipto está duplicando la capacidad de operación en Canal de Suez y
elevando sus ingresos de 5,000 a 13,000 millones de euros anuales,
además de un plan para atraer 20,000 millones de euros de inversiones en
una nueva zona libre que generará un millón de empleos. Mientras que
Arabia Saudita seguirá actuando durante un período desconocido de tiempo
en contra de sus propios intereses económicos, al mantener un alto
nivel en su producción de petróleo. Aun cuando afecta a Rusia y a Irán
el costo de hacerlo es muy alto y daña su economía.
El
denominado Estado Islámico no es una narrativa inventada para
justificar la lucha antiterrorista de Occidente, sino una verdadera
bomba nuclear para llevar a cabo un eventual plan de estabilización en
el Medio Oriente. Si se continúa demonizando al Islam en bloque, todas
las perspectivas de solución del problema se volverán más difíciles.
Solo el diálogo interreligioso entre los países de la zona podría ayudar
a la solución del problema. Aunque desde hace varios años los Estados
Unidos intentan solucionar el viejo problema del Medio Oriente para
poder dedicarse a los conflictos crecientes en el Lejano Oriente, Rusia,
China y los Estados Unidos enlazan el asunto con Europa y crean la
nueva ‘ruta de la seda’ entre Pekín y Berlín; Rusia conduce su
influencia mediante el impulso a sus empresas de armamentos y su lucha
por el territorio de Ucrania, mientras los Estados Unidos buscan
amurallar a China mediante su alianza con Tokio y su inesperada y
reciente coalición con Vietnam.
Mientras
tanto, en África ocurre un fenómeno paradójico, ya que la mayoría de
sus países crecieron debido a los buenos precios de sus materias primas
básicas, pero no se han desarrollado sus economías estatales, aunque ha
surgido una nueva clase media en casi toda África. Esta contradicción
aumenta por el proceso de balcanización que hicieron los europeos al
fingir que los independizaban. De modo que crearon tantos países como
los necesarios para garantizar la debilidad de cada uno de ellos. Aún en
los principales países como Nigeria, Argelia, Egipto y Libia nada
sucede ahora ni sucederá en el futuro próximo, ya que en los hechos
siguen siendo Colonias bajo el control total de sus viejos amos.
Aun
cuando en Latinoamérica se pretende crear una articulación política y
económica entre sus principales naciones, en los hechos subsisten
grandes problemas, ya que Brasil, que está a la cabeza de todas, sufre
de una crisis política sin precedentes al reorganizarse y fortalecerse
las fuerzas políticas neoliberales que existían antes del surgimiento de
la izquierda con Lula, donde el Gobierno de Washington intenta
recuperar sus antiguos poderes y sus enormes inversiones que han sido
perdidas en gran porcentaje ante las nuevas transacciones financieras y
económicas con China, Rusia y Alemania; mientras México, la segunda
potencia en importancia de Latinoamérica continúa con los añejos
problemas de sus mafias y con la iniquidad social de sus estructuras;
Argentina aún no resuelve su modelo político y económico creado por
Kirchner; Colombia no ha podido arreglar los efectos ocasionados por sus
guerras internas y Venezuela sufre por ahora la peor situación política
y económica de toda Latinoamérica con una dictadura sin ideas que está
enfrentada a los países líderes de Occidente.
Lo
único visible en toda Latinoamérica es que su geopolítica regional en
acción carece de una ideología específica y hay una fragmentación
política, social y cultural sin precedentes. Solo se lucha por acaparar
patentes, negocios, recursos y espacios territoriales, pero en el fondo
solo se defienden intereses materiales.
Adenda:
Es muy difícil intentar una visión geopolítica a nivel global, pero no
hay duda de que podrá estar más cerca de la realidad que las que se
realizan desde una perspectiva regional o nacional.
Solo
para abonar un poco en ese sentido, en el principal periódico de China
(Xinhue) del día 6 de agosto se señala como muy probable que la moneda
internacional china (el renminbi) pasará en este mismo año a formar
parte del grupo de monedas que podrán ser utilizadas como instrumento de
cambio en todo el mundo de acuerdo al FMI (Fondo Monetario
Internacional).
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