Por Toby Valderrama y Antonio Aponte.
Si
revisamos el mapa mundial encontraremos la causa para el desánimo de
pusilánimes, pragmáticos y oportunistas: ¡todo el planeta!, con algunas
excepciones, está teñido de capitalismo. En estas condiciones, con el
viento en contra, a estos no les gusta navegar, lo de ellos es mar
calmo, viento en popa.
Sabemos
que con la unanimidad del capitalismo la vida está destinada a
extinguirse en el tremedal del sistema de odio y de egoísmo. En
contraste, esa misma causa de desánimo lo es de reto, de estímulo, de
cumplimiento del deber para los humanistas, para los revolucionarios.
La
Venezuela de Chávez es -debe ser- el epicentro de, quizá, la última
oportunidad para la especie. Como en 1810, de aquí debe partir la
llamarada que ilumine una nueva era para la humanidad, ese es el mandato
que nos dejó el Comandante: fundar el Socialismo.
Es así, no podemos conformarnos con otra cosa, la meta nuestra debe ser
el Socialismo de la única manera que eso es posible, con una
Revolución, obstinados, obsesivos, con coraje para "cambiar todo lo que
debe ser cambiado", equivocarnos intentándolo, desechando los mareos del
poco a poco, del postergar infinito, del reformismo socialdemócrata.
Este
reto no se puede cumplir sin sembrar en el corazón de las masas la
necesidad del Socialismo y la grandeza de su causa; sin derrotar en el
alma popular lo que el Comandante llamó la "lógica capitalista",
generadora de la ética del egoísmo, del odio, y sin apelar a lo mejor
del espíritu del pueblo humilde, al ímpetu y el sacrificio de las masas
que acompañaron a Bolívar y a Chávez; y sin proponerles las mismas
razones sagradas: "con todos y por el bien de todos", "amaos los unos a
los otros", fundar el Reino de Cristo en el nuevo mundo.
Esta
Revolución que nos dejó Chávez debe lanzarse con fe en la concreción de
su sueño, de la causa por la que dio su vida. Es evidente que tenemos
dificultades, la principal de ellas es el extravío ideológico: haber
resucitado la solución socialdemócrata a los problemas del Socialismo,
pensar que la compensación material produciría lealtades, la candidez de
llamar a la burguesía para que sea su propio verdugo, creer en un
capitalismo con rostro humano, en una tercera vía. En definitiva, y en
palabras del Che, pretender usar las armas melladas del capitalismo para
construir socialismo.
Este
extravío ideológico produjo un debilitamiento del liderazgo que sin el
vigor de una ideología revolucionaria se diluye y se consume en un dar
vueltas en el mismo sitio. Sin recomponer la ideología no habrá solución
posible, todo saldrá torcido. Esa era -debía ser- la principal tarea
del Congreso del PSUV, no fue así
No
es momento para un análisis del congreso, lo haremos en otra
oportunidad. Adelantemos que es necesaria una conferencia, una reunión
más pequeña (y no un evento electoral publicitario) en la que se discuta
a fondo la ideología que nos guía, desde lo económico hasta la ética
que de ella se desprende; un reencuentro con la ideología
revolucionaria, con el pensamiento de Chávez. Correr el hermoso riesgo
de hacer la Revolución y dejar la placidez narcotizante del puerto
socialdemócrata. Sería la única manera de blindar a la Revolución, a la
presidencia de Maduro. Discrepamos del postulado que el problema
principal de la Revolución es lo económico; no es así, el problema
principal, fundamental de la Revolución, es lo ideológico
Hoy
se da por sentada una serie de conceptos que llevan a la Revolución al
campo de la socialdemocracia, es decir, a su patíbulo. Por ejemplo, se
dice que hay que elevar las fuerzas productivas y eso justifica la
alianza con la burguesía. Se dice sin mayores explicaciones que los
capitalistas son necesarios por un largo periodo. Se sentencia que todo
lo hecho en economía está bien, que no hay arrepentimiento, no hay
espíritu autocrítico. Se dice que la alianza con el capitalismo chino
nos ayudará a avanzar al Socialismo.
Se
abandona la creación y la elevación de la conciencia del deber social,
se descuida la formación revolucionaria de la masa, se sacrifica la
ética revolucionaria en el altar del capitalismo, se desprecia la
teoría, el papel de la dirección no está claro.
Nosotros
creemos que el Socialismo aún es posible, no sólo es posible, es
imprescindible para la existencia humana. Pero hay que desearlo,
parirlo, creerlo, tenerle fe, imbuirse en el espíritu Martiano: "hacer
posible lo imposible".
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