viernes, 7 de octubre de 2011

(era lo que Chávez tenía que hacer):Ni lo uno, ni lo otro, sino todo lo contrario

Moravia Peralta-Hernandez


Cuando uno está fuera del centro de las decisiones es muy fácil, extremadamente fácil decir: “hubiera hecho tal cosa” o “¿por qué no habrá hecho tal cosa?” o “debería haber hecho tal cosa”. Pero la verdad es que todos recordamos que cuando los gringos forzaron a Pérez Jiménez a que se fuera sin protesto, garantizándole asilo, porque necesitaban meter aquí al Padre de la Asesinocracia, ninguno de los comunistas de la época hizo algo para tomar el poder. Algunos porque probablemente tenían ya su pago en billetes verdes garantizado de por vida, pero de otros no se puede decir que no estuvieran genuinamente comprometidos con la idea de que el mundo necesitaba un cambio de rumbo real; pero EL PODER CAGA.
 
Y es así como en las primeras de cambio, armado ya el berenjenal en el 92, aquel Comandante Tribilín que todos veíamos a las 7 de la mañana, se tiró dos pedos y mandó a toda su gente a replegarse y a entregarse, porque él no había podido poner preso al Asesino Mayor. Yo imagino que montado en el burro se dio cuenta que una cosa es hablar paja en los salones de los cuarteles y otra cosa la vida real. Pero inclusive, diez años después, todavía pudo oírse desde las afueras de Miraflores cómo las canillas le temblaron al tomar aquella decisión, en principio incomprensible, de entregarse a aquella caterva de imbéciles, de los cuales Fidel, que pasó mucho tiempo tomando decisiones, dijo con razón: ellos estaban mucho más caga’os que nosotros.
 
Pero de allí en adelante, nuestro Comandante en Jefe, que innegablemente aprende a paso de vencedores, pero que sobre todo está fuera de este y de muchos lotes, para desgracia de los dueños de todo, todos los días agarra el bastón de mando, lo acaricia, se lo lanza a la cabeza de quien tenga la desdicha de pasar por ahí en momentos neuróticos y ya a estas alturas, lo recita de memoria en peso, color, maniobrabilidad y forma. Porque el poder solo se aprende a manejarlo, manejándolo. Y ya lo maneja con tanta propiedad que cuando de tomar una decisión se trata, lo hace sin complejos y sin ambages. Y después se burla de él mismo a voz en cuello.
 
Ahora bien, casi todos los militares son bastante buenos en eso de obedecer, porque una de las primeras cosas que tienen que aprender del oficio, es que los altos mandos son los que tienen la información completa de lo que está pasando y los demás deben obedecer porque no la tienen. Pero una cosa es obedecer y otra cosa es estar ante una decisión, reconocerla inmediatamente como una situación perder-perder y tomar la decisión que conlleve menos daños colaterales. Para eso hay que tener información que incluso pareciera no tener nada que ver con la circunstancia y tener las bolas para tomar la decisión oportunamente; porque de nada servirá saber qué era lo que había que hacer, después que ha pasado el momento. Eso lo sabe cualquier jugador de ajedrez.
 
Yo no creo en Dioses ni en nada, quienes me conocen lo saben. He sido toda mi vida una roncha en el culo de cualquier jefe, porque tengo que entender para hacer y siempre me ha costado mucho obedecer, lo cual significa que muchas veces mis decisiones son tardías y por tanto a destiempo (y sobre todo ha significado no tener muy buenas referencias como asalariada). Pero con Chávez me he dado cuenta y lo he dicho en varias oportunidades, que si no entiendo una decisión en el momento, normalmente después de haber pasado algún tiempo, le encuentro el sentido y me sorprendo con la inteligencia y la asertividad de la decisión tomada.
 
Cada quien tiene su lugar en la circunstancia en que se encuentre inmerso. Yo he decidido apoyar a esta Revolución, condicionadamente, mientras vea que los pasos no se dirigen al camino del capitalismo. Mi labor es leer, estudiar, analizar, pensar y escribir. Y eso es lo que hago todos los días de la vida con la pasión que nunca había sentido por nada. Y cuando Chávez actúa y yo no lo entiendo, algunas veces paso días “brava” con él y no lo veo ni en pintura y me quejo amargamente con mi familia, con mis amigos, con mi almohada.
 
Pero ya estoy absolutamente convencida de que con el Comandante de esta Revolución, cuando los subalternos no entendemos porqué está pasando lo que está pasando, lo que tenemos que hacer es ESPERAR, CALLAR Y CONTINUAR. Porque reconozco mis limitaciones y una de ellas es que me es muy difícil ver el bosque, tiendo a quedarme en los árboles, que es lo que le pasa a la mayoría de la gente, porque esa ha sido una estrategia evolutiva muy exitosa. Eso, por supuesto, a menos que tengamos demasiadas razones pequeño-burguesas que no nos dejen ver que no hay forma de garantizar que el camino no fuera largo y espinoso, tal vez demasiado.
 
Claro, no significa que los que renuncien en el camino hayan dejado de ser buenos o muy buenos; solo significa que únicamente los que luchen toda la vida serán los imprescindibles. Lo cual, por cierto, no aseguro que será mi caso.
 
Socialismo o barbarie, VENCEREMOS!!!


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