viernes, 24 de septiembre de 2010

Los caradura de la política.

Teresa V. de Lugo 



A propósito de la campaña electoral, los medios se vieron abarrotados de “publicidad partidista”, algunos candidatos trataron de “vender” su imagen y su mensaje, para alcanzar en una estrepitosa carrera un “curul” en el Parlamento Nacional. Es por esto que quiero referirme a este tema del “caradurismo” pocas veces considerado pero, que en la política, es el “pan nuestro de cada día”.       

La palabra “caradura”,  en nuestro idioma, también es conocida como: desvergonzado,  cínico,  atrevido, fresco, intrigante, oportunista, vividor,  aprovechado, fresco,  falso, osado  y como decimos de manera más coloquial  “conchúo”  y  “pasao”. Muchos de los personajes protagonistas de la contienda electoral los vemos y oímos todos los días, en prensa, televisión y radio actuando con un “caradurismo”  impresionante.

Los ánimos, las ambiciones y las ansias de poder conducen a estos sujetos a comportarse como mentirosos compulsivos, se expresan con mucha frecuencia sin tener plena conciencia de lo que dicen, hacen promesas que cualquier persona por ingenua que sea puede reconocer que es muy difícil y hasta imposible de cumplir, porque muchos de ellos, ya demostraron en otros momentos de su vida política, cuando tuvieron la oportunidad de trabajar por el pueblo que no lograron resultados de un todo satisfactorios porque hay problemas de extrema complejidad, como por ejemplo la inseguridad que se debe a múltiples factores entre ellos la crisis de valores morales y éticos que vive la sociedad a nivel mundial.

Actualmente se desgarran las vestiduras, aparentando aquello que distan mucho de ser y olvidan que tienen parte de la culpa de todos los problemas que estamos viviendo y de manera cínica quieren librarse de pecados. Se quejan de lo que ellos llaman “regalos del gobierno a otros países” y ellos viven a expensas de las grandes contribuciones que les hacen a sus partidos, porque muchos, me atrevo a decir, no viven y nunca lo han hecho, de un sueldo por un trabajo estable, alguien con un léxico muy fuerte puede llamarles “parásitos” o “gorrones” porque tienen por hábito comer, vivir, regalarse o divertirse a costa ajena.

Es por esto que los electores tenemos una gran responsabilidad: “elegir”; pero ¿a quién? Allí está el dilema, tenemos que dar de manera consciente nuestro voto a un ciudadano: serio, honesto, responsable, equilibrado, leal, inteligente, estudioso, sensible, generoso, nacionalista y sobre todo un verdadero patriota comprometido con su palabra para hacer de Venezuela un país mejor.  Debemos ser cuidadosos a la hora de votar para que nuestro voto, no lleve a la Asamblea Nacional a un parlanchín o parlanchina, un oportunista, arribista, salido de la nada que sin haber ganado con el sudor de su frente su puesto de luchador social o defensor de las causas de las comunidades, aspira a convertirse en nuestro representante ante el Parlamento Nacional.

Estos “caraduras” son hábiles manipuladores  y quieren seguir viviendo a expensas de los dineros del pueblo, con un cúmulo de adulantes a su alrededor y si bien es cierto que muchas cosas nos confunden y no nos dejan escoger, no podemos convertirnos en títeres manipulados por un discurso cargado de demagogia y una “propaganda electorera” elaborada más para ignorantes, que para seres con un poco de inteligencia y raciocinio pero, sobre todo carentes de memoria histórica, porque aquel que olvida o no conoce el pasado, no puede evaluar el presente, ni anticiparse al futuro.

Entre estos caraduras de la política, tenemos una nueva versión, aquellos que ignoran o desconocen a propósito el pasado y pretenden convertirse en los “salvadores de la patria” y ofertan la solución a todos nuestros males, pero “ojo” con éstos, porque no saben que “no es lo mismo torear que ver los toros desde la barrera”. Quienes no han gobernado o no han legislado, desconocen la magnitud del compromiso que implica asumir con patriotismo esta tarea y más aún si tienen en su historial político la mácula por haber atentado contra las instituciones legalmente constituidas en el Golpe de Estado del 2002 y hoy cínicamente lo niegan.

Estos señores a la hora de ofrecer no son cautelosos y quieren contar los pollos antes de que los huevos salgan de la gallina y prometen aquello de lo cual no tienen al menos una aproximación a la certeza de poder cumplir, esto nos hace pensar que no son políticos serios, íntegros y dignos de respeto. Por eso no pueden liberarse de este calificativo poco apreciado de “caraduras” que toman la política como un medio para destruir y no para construir, un medio para mentir y engañar, saciar sus ambiciones personales, vender la soberanía y no hacen de la política lo que ella es: “el arte, doctrina o actividad de quienes rigen o aspiran regir los asuntos del estado y del bien público nacional”.   

villegastere@yahoo.es
 

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