Son aterradoras las historias de vida de niños y niñas que han perdido a su madre de forma violenta.
Alba Trejo
Son historias tan aterradoras como trágicas. Es la vida de niños y niñas que han perdido a su madre de forma violenta y quienes, a su corta edad, de repente tuvieron que reemplazar el rostro de mamá por el de la abuela o la tía, cambiar de vivienda dejando atrás a sus amigos, su escuela y el barrio, porque había que huir de las amenazas.
También les llegaron las confusiones, la tristeza, la depresión y el miedo que sobrevino con la ausencia de mamá.
Muñecos sin brazos, cruces, rostros melancólicos, así son los dibujos que hicieron ante especialistas al menos 200 huérfanos del feminicidio, para expresar el vacío que quedó en sus vidas tras la pérdida.
La psicóloga Nadyezhda Van señaló a SEMlac que son niños y niñas cuyo duelo aún no ha concluido, tienen inseguridad y, sobre todo, no se sienten acogidos con la nueva familia con que les tocó vivir.
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