lunes, 13 de septiembre de 2010

Diez mandamientos para resucitar votos.

Luis Britto García 



Con respiración artificial se revive a un ahogado. Con la ley y la lógica es posible resucitar un sufragio asesinado por matavotos infiltrados.
Vamos primero con la lógica, que debería ser la madre de las leyes:
I. Todo trámite versa sobre un aporte de información del ciudadano al Estado. El ciudadano sólo debe entregar la información que requiera una ley expresa; el Estado debe mantenerla como confidencial; sólo el interesado tiene derecho a conocer la información que el Estado maneja sobre él y a solicitar su rectificación en caso de que sea falsa o incorrecta.
Traducimos: El Estado no debe atormentar al ciudadano exigiéndole nuevamente información que ya le fue entregada, ni puede ponerla en manos de buhoneros y del hampa, como hizo con las bases de datos del Seniat.
II. Si el Estado no puede castigar al ciudadano pidiéndole datos de los que ya dispone, menos puede exigirle tramitar y renovar periódicamente documentos que sólo repiten datos conocidos e invariables.
Traducimos: No se debe exigir ni la obtención ni la renovación del absurdo RIF, que meramente replica el número de la cédula, ni del insensato registro en Sencamer, que sólo repite lo que la víctima informa, ni la renovación de títulos cuando las circunstancias en virtud de las cuales se otorgaron no han variado.
III. Las leyes obligan al Estado a informatizar sus registros y mantener al día los datos que legítimamente debe manejar sobre cada ciudadano.
Traducimos: Que el Estado no sepa manejar sus registros informáticos no lo autoriza a obligar al ciudadano a que le aporte reiteradamente datos que la Administración ya posee y que no sabe o no quiere consultar, y mucho menos lo habilita para cobrarle por ello.
IV. Leyes vigentes confieren validez legal a la comunicación informatizada.
Traducimos: El ciudadano tiene la opción –no la obligación- de comunicar instantámente por Internet a la Administración todo informe que ésta válidamente le requiera. Pero no está obligado a imprimirlo en una planilla, ni a llevarla a pie y hacer cola en aras de la informática peatonal.
V. Los sistemas informáticos no duermen.
Traducimos: El Estado no puede obligar al ciudadano a perder tiempo con la informática reposera de páginas web que no abren, o abren sólo en días y horarios laborales y dependen de una conexión que jamás conecta.
VI: Leyes vigentes imponen a la Administración el uso racional de la informática.
Traducimos: Trámite que se inicie en Internet, debe poder ser concluido en todas sus fases por la misma vía.
VII: Ninguna ley obliga al ciudadano a poseer ni saber manejar equipos informáticos.
Traducimos: Mientras una Misión Turing no alfabetice informáticamente a nuestros treinta millones de habitantes y otra Misión Linux no los dote de hardware y software libres, incurre en delito de denegación de justicia la dependencia que exija al ciudadano llenar y bajar planillas de la red.
VIII: La declaración de un ciudadano tiene efectos jurídicos, y no las formas, formatos o soportes de esa declaración.
Traducimos: Son nulos de toda nulidad requisitos como las facturas de cobro exigidas por el Seniat, que cuestan medio salario mínimo, sólo se imprimen en juegos de a quinientas y en pocas imprentas ungidas con el toque sagrado de la predestinación.
IX. El Estado no puede retener ni confiscar documentos del ciudadano.
Traducimos: Incurren en delito las dependencias que decomisan la cédula de identidad del ciudadano para permitirle el paso, o el Setra, que confiscó y jamás devolvió los certificados médicos que le presentamos un centenar de solicitantes.
X. La ley puede revivir un voto defenestrado.
Traducimos: La simple aplicación del Decreto 6.265 con rango, valor y fuerza de Ley de Simplificación de Trámites Administrativos de 22 de julio de 2008 operaría  una incomparable resurrección de sufragios.
 Pero si la lógica dice que las leyes no se cumplen, usemos por lo menos la lógica.
EPÍLOGO: El 9 de septiembre me llega una factura de HIDROCAPITAL a ser pagada el 15 de agosto, ello a pesar de que he domiciliado el pago en una cuenta bancaria. Mientras no se proceda a la destitución masiva de imbéciles y saboteadores, todo lo anterior será en vano.
PD: Como promoción especial de Alfaguara, hasta fines de septiembre está a la venta mi novela Pirata a precios más que solidarios en las mejores librerías.

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