martes, 9 de junio de 2009

Alan García, el Pizarro criollo masacra impunemente a los hijos de la Amazonía

Hernán Mena Cifuentes

Las balas de los francotiradores asesinaron el viernes a decenas a los hijos de la Amazonía peruana por orden de Alan García, el Pizarro criollo que en nombre del TLC imperial entregó a las transnacionales el “Oro negro” de sus tierras ancestrales, parte del pulmón vegetal del planeta, llamado a salvar a la humanidad del exterminio al que lo está llevando el capitalismo con su libre mercado. La masacre, que aún continúa impunemente, comenzó en la “Curva del diablo”, tramo de una carretera donde los indígenas se habían concentrado para impedir el paso de tractores, grúas y taladros llamados a violar el suelo virgen de la selva donde viven los últimos sobrevivientes de los pueblos originarios, guardianes ancestrales de ese frágil territorio en armonioso equilibrio con el agua de sus ríos que da vida a los árboles y a la biodiversidad más rica del planeta. Al genocida no le importó perpetrar el crimen un 5 de junio, fecha designada por la ONU en 1972 como El Día Mundial del Ambiente para crear conciencia conservacionista del agua, la fauna y los bosques del planeta, amenazados de extinción por la acción depredadora del hombre que ha dado origen al cambio climático, fenómeno que de no detenerse cuanto antes llevará a la desaparición de toda forma de vida en la tierra. Y allí en la Amazonía peruana, parte de la más extensa selva tropical del mundo, donde abundan como en ninguna otra parte esos recursos, es donde García ha desatado su obra depredadora llevado por su irracional afán de lucro, como fiel “Cachorro del Imperio” que lo ha llevado a cometer un etnocidio, otro eslabón mas de la cadena de crímenes de lesa humanidad que se suma a los que perpetró durante su primer mandato, (1985-1990.) Y es que su soberbia y prepotencia no toleró las protestas realizadas durante 56 días por el pueblo originario a través de pacíficas “tomas” dirigidas por uno de sus principales líderes, Alberto Pizango, exigiendo la derogatoria de los decretos que en el marco del TLC suscrito por Lima y Washington, se entrega a la voracidad de las petroleras, más de la mitad de la Amazonía peruana. Las negociaciones iniciadas en respuesta a los reclamos del pueblo amazónico fueron suspendidas por instrucciones de García, quien dio la orden de asesinar a los manifestantes, lanzando un sorpresivo y cobarde ataque inicial que dejó como saldo decenas de muertos entre ellos, y de algunos policías atacantes, de cuyas muertes el gobierno culpa a los indígenas, mientras estos aseguran que perecieron víctimas del fuego cruzado de sus propias armas. La prensa mercenaria peruana e internacional, trató en principio de ocultar los hechos, pero ante su magnitud, optó por dedicar breves espacios a la noticia, mientras despliega fotos de ataúdes con los gendarmes muertos, mientras minimizan la cifra de los indígenas asesinados que las autoridades incineran y los lanzan en bolsas plástica al río Marañón, cerca del cual hoy fueron descubiertos otros 15 cadáveres más, mutilados y con muestras de tortura. El etnocidio continuaba este lunes, tras la declaración de Estado de sitio decretado por las autoridades que impiden el paso de ambulancias en auxilio de las víctimas, mientras que en el hospital de Bagua, próxima al lugar de la matanza inicial, unos pocos médicos y enfermeras asisten con escasos recursos a los heridos que han logrado ingresar burlando el cerco policial que, además prohíbe a los familiares recoger a sus muertos. El doctor José Sequén Reyes, director de ese centro asistencial, describió la grave situación que allí se vive, al revelar que más de medio centenar de heridos son tratados en la sala de emergencia, en medio de sus gritos de dolor por falta de anestesia, sin traumatólogos, y sin suficientes vendajes y medicamentos. El facultativo dio a conocer igualmente que Bagua esta sumida en el caos, al decir que los heridos estaban por todas partes, al tiempo que el Colegio Médico de Chachapoyas, capital de la región de Amazonas, reconoce la muerte de 29 indígenas muertos por bala, mientras que la Asociación Interétnica de la Selva Peruana, organización que organizó y lidera el movimiento de protesta, afirma que la misma asciende a mas de medio centenar de asesinados. Se concreta así el macabro pensamiento racista y colonialista de Alan García, quien exhibe un amplio prontuario criminal, como autor de otros genocidios, como los de El Frontón y Cayara, que un sistema judicial cómplice pretendió borrar declarándolos prescritos, cuando bien se sabe que los crímenes de lesa humanidad jamás prescriben, por lo que, más temprano que tarde habrá de enfrentar al Tribunal Penal Internacional para responder por sus delitos. Porque ya se escucha el clamor de cientos de miles de voces indígenas que desde el propio Perú y del resto del continente, desde la ONU, Perú, Colombia, Bolivia y Venezuela y otros países exigen justicia por el etnocidio cometido por Alan García y sus cómplices, quienes como Judas a Jesús, entregaron por un puñado de monedas la Amazonía peruana a las transnacionales petroleras y mataron a decenas de sus hermanos. La IV Cumbre Amazónica que culminó ayer en Tarapoto, acordó realizar a partir de este jueves 11 de junio, una movilización nacional en coordinación con la Confederación Nacional de Trabajadores del Perú, -CNTP- , los frentes regionales y todo grupo social organizado, para solicitar la renuncia de Alan García por “Incapacidad Constitucional” y exigir al mismo tiempo su sometimiento a un juicio político y penal en el país y ante el TPI. En la cumbre también se acordó solicitar la inconstitucionalidad de los decretos mediante los cuales se entrega la Amazonía peruana a las transnacionales extranjeras, así como la instalación de una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución. Desde la ONU, Elisa Canqui, vicepresidenta del Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas denunció el etnocidio, exigiendo que se ponga fin a la masacre, mientras que desde la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas,-CAOI- que aglutina a los indígenas de Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, Chile y Argentina, se convocó a todos los movimientos sociales del mundo a tomar acciones concretas contra el crimen cometido por Alan García. Y como el delincuente que huye hacia adelante, el mandatario peruano, en vano intento por desviar la atención de su crimen, acusa aunque sin mencionarlos directamente, a los gobiernos de Bolivia y Venezuela, de haber organizado la protesta que el aplastó a sangre y fuego, y recurriendo al más bajo y perverso argumento, pregunta: “A quien le conviene, hay que preguntarse, el que Perú no utilice su gas, a quien le conviene que el Perú no encuentre más petróleo, a quien le conviene que el Perú no pueda explotar más y mejor sus minerales' Sabemos a quienes les conviene.” Su canallesca acusación fue ratificada por una de sus principales cómplices en el genocidio, la ministra del Interior, Mercedes Cabanillas, quien cínicamente aseguró que la Policía Nacional,- organismo autor material del etnocidio- tiene indicios de una injerencia extranjera. “Tenemos información, indicios y hechos,-dijo- de algo articulado.” La enérgica respuesta de los gobiernos de La Paz y Caracas, desmintiendo la temeraria como absurda acusación no se hizo esperar a través de altos funcionarios de ambos países, como la ministra boliviana de Justicia, Celina Torrico, quien manifestó: “Quiero sinceramente repudiar ese asesinato a los hermanos indígenas, humildes como nosotros. Somos solidarios. El gobierno neoliberal, corrupto, sometido a gringos, está empezando a atacar a los hermanos peruanos. Queremos decirles que estamos con ellos porque son compañeros que también luchan por liberarse, por un nuevo país sin miseria y hambre.” Por su parte, la ministra venezolana para Los Pueblos Indígenas, Nicia Maldonado, expresó que “Si a alguien todavía le queda la duda de cómo actúa el gobierno de los neoliberales. Deñps fascistas, ahí lo tenemos. Condenamos de manera categórica y absoluta este genocidio de nuestros hermanos de la selva amazónica peruana.” Pero el más claro y valiente comentario de rechazo y repudio a la vil acusación hecha contra los Gobiernos revolucionarios y progresistas de Bolivia y Venezuela, no llegó del exterior, sino del mismo corazón de Peru, cuando, desde Lima, el filófo peruano César Monterroso, declaró: “Fácil es decir Injerencia extranjera, así cualquiera se lava las manos. ¿Acaso Venezuela o Bolivia tienen la culpa de cientos de años de olvido de estas comunidades del oriente peruano, o de la Edad Media en la que viven nuestros compatriotas en la Sierra central, donde mueren cientos por frío' El frío no mata, mata el olvido por parte de las autoridades, incapaces de articular un programa de prevención).” “Se graduó de incapaz y vende patria el Sr. Alan Garcia y su banda de delincuentes, - destaca a continuación Monterroso- esbozar ese comentario es falta de realidad de lo que pasa en nuestro país, es no enfocar el problema sino simplemente seguir como un vasallo a los intereses transnacionalistas que quieren convertir a nuestra selva en un dispensario de sus apetitos de dominio y riqueza.” “Señores, la explotación de la selva no va a desarrollar a desarrollar los territorios selváticos ni va a favorecer a nuestros compatriotas, solo va a dejar deforestación y miseria, la historia esta llena de estos casos:” “Las minas de Potosí en Bolivia; el cultivo de la caña de azúcar en Brasil; las minas de Veracruz en México. Yo le recomiendo al Sr. Alan García que lea “Las Venas abiertas de Latinoamérica”. El que se dice de centro-izquierda y pueda reformular su ideología, porque está demostrado que es un gobernante que sólo apoya intereses de los grandes y no beneficia a la gran mayoría de los peruanos que viven con un sueldo de miseria y en un estado de desculturización diario.” No hacen falta mas palabras para explicar lo que sucede en Perú, donde un Pizarro criollo asesina al pueblo originario, opuesto firmemente a la destrucción de la Amazonía peruana, parte del último pulmón vegetal del mundo, llamado a salvar del exterminio al que esta condenada la humanidad por la voracidad insaciable del capitalismo salvaje, final que solo podrá evitarse si se pone freno al genocidio y ecocidio que Alan García adelanta en la tierra de los incas.

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