jueves, 25 de junio de 2009

Genocidio en la Amazonía.


José Gregorio González Márquez



La lucha por la defensa de la Amazonía peruana ha dejado una cantidad indeterminada de indígenas asesinados. Alan García, cabeza del gobierno, usa la represión para exterminar cualquier vestigio de cultura ancestral; para él y su gabinete, es fundamental acabar con el “primitivismo” que aún perdura en la selva peruana. Quienes seguimos el conflicto sabemos que en el fondo las acciones buscan entregar los recursos naturales a grandes empresas transnacionales. Es claro que el pueblo peruano no se beneficiará de la depredación que se quiere hacer en el territorio que por milenios ha pertenecido a los indígenas. A la oligarquía dirigida por Alan García, no le interesa el medio ambiente y menos la suerte que puedan correr los habitantes de esos territorios.
Las infelices declaraciones dadas por el presidente peruano señalan el desprecio que siente por sus coterráneos. Referirse a los indígenas como ciudadanos de segunda y sin corona para protestar refleja el odio racista incubado en el seno de la clase pudiente del Perú. García pretende crear una matriz de opinión en el colectivo de su país acusando a los indígenas de provocar enfrentamientos. De esta manera, justifica la represión y el asesinato de los nativos que se oponen al ecocidio de su medio ambiente. Hacerle creer a la población que los indígenas obstaculizan el progreso y que por su culpa no ingresan divisas que podrían distribuirse de forma equitativa, es una mentira falaz.
Lamentablemente, Alan García fue electo presidente a pesar del desastre económico que representó su primer mandato. El pueblo olvidó la recesión que llevó la economía al foso, elevó la inflación a exorbitantes cifras y produjo la quiebra de empresas; olvidó el hambre y las penurias que pasó por el manejo corrupto de un gobierno neoliberal que se entregó a las políticas foráneas, imperialistas del Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano y el Banco Mundial.
Hoy se ataca de nuevo a los pueblos originarios; la saña con que se reprime a los indígenas tiene un mensaje claro para el que se interponga en los deseos de quienes pretenden apoderarse de los recursos de la Amazonía. La aprobación de leyes que despojan a los colectivos indígenas de sus derechos en beneficio de unos pocos, la privatización de las fuentes de agua de la cuenca amazónica y la explotación de los recursos mineros, a la larga perjudicarán al planeta. En estos tiempos de calentamiento global acabar con el pulmón del mundo significa atentar contra la humanidad. Es indudable que a Alan García y su gobierno sólo le interesa la entrega del territorio, aniquilar la biodiversidad y si para lograrlo sacrifica su pueblo, asesinar no será obstáculo para alcanzar su cometido.

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