viernes, 24 de enero de 2014

TV, nada inocente.

ASALIA VENEGAS S.


¡Tantas teorías, tantas hipótesis! A estas alturas nos vienen a cambiar el discurso. Páginas y más páginas. Libros de libros. Congresos y más congresos.
No hubo foro ni simposio en los años setenta, ochenta y noventa donde nuestros ilustrísimos comunicólogos no estuvieran presentes. Se desgañitaban por hablar de la Teoría Crítica de la Comunicación, de la dependencia cultural y de la injerencia del gran capital en estos predios.

Lo real es que la revolución científico-tecnológica ha desarrollado y perfeccionado hasta lo indecible, no solo los MCS, sino que toda expresión creada por el hombre para ampliar su universo comunicativo, lo proyecta en este complejo siglo. Los grupos económicos que controlan los medios tienen sus propios intereses y objetivos. Los aparatos per se no son los culpables. La responsabilidad es para quienes usufructúan su manejo. 

La sociedad recibe el embate permanente, cotidiano, de unos contenidos y mensajes en cuya producción no participa directamente. Es el Estado como ente el que tiene la potestad para supervisar y regular lo que los ciudadanos de una nación reciben a través de estos medios. Ellos refuerzan ideologías consumistas, modelan conductas, crean arquetipos, trabajan con estereotipos. Tienen décadas haciendo esta labor, que va subliminalmente minando resistencias en el receptor.

La psicología, la sociología, la teoría comunicacional; in extenso, las ciencias humanas, se han abocado a estudiar la incidencia de los contenidos que se difunden en la cultura de los pueblos, sin olvidar lo medular que fue el patrón que se asume como válido en nuestros países cuando la TV hizo su aparición: el modelo de la TV comercial estadounidense. En regiones capitalistas dependientes, donde las burguesías locales asumen el asunto como un lucrativo negocio. Esto es historia.

Sexo, violencia, consumismo, falsos valores y patrones, en propuestas que fueron asumiendo cada vez más cuerpo y cuyo maná ha sido la publicidad, en cuyas expresiones se invierte mucho dinero porque lo que se recaba se multiplica por mil. Es un negocio donde los grupos económicos que controlan los medios se bifurcan como accionistas de otros lucrativos campos, en la madeja de la industria cultural. Seguiremos con este análisis. 


Periodista/Profesora de la UCV


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