viernes, 30 de mayo de 2008

La industria de la guerra está conduciendo a EEUU al suicidio económico

La economía de los Estados Unidos parece enrumbada a la insolvencia fiscal y a una larga depresión de efectos globales, debido a la imposibilidad de que el Gobierno del presidente Bush reduzca a niveles razonables los gastos militares que para el presente año se ubican en un billón de dólares. Esta dificultad será un signo irreversible de la economía estadounidense, si no es desechado el paradigma, por largo tiempo arraigado, de que la industria militar puede animar indefinidamente a la economía de ese país. Así lo sostiene el economista y politólogo estadounidense, Chalmers Johnson, profesor jubilado de la universidad de Berkeley, de California, y agudo crítico del imperialismo norteamericano, en su reciente ensayo, titulado La crisis de la deuda es la mayor amenaza para la República de EEUU, localizable en Internet. Johnson expresa que los neoconservadores de la Casa Blanca y el Pentágono han proyectado sus “guerras imperialistas y de dominación global”, pero no han definido la forma de financiarlas. Explica el economista que sumando todas las partidas que componen el gasto en mantenimiento y operación del estamento militar estadounidense para el presente año fiscal, se arriba a la cifra, “calculada de modo conservador”, de por lo menos 1,1 billones de dólares. “Como resultado -dice- al llegar al 2008, los propios Estados Unidos se encuentran en la situación anómala de no poder pagar sus propios altos niveles de vida o su derrochador, exageradamente grande, establecimiento militar”. Johnson plantea que el déficit en cuenta corriente de los Estados Unidos para el presente año, es de 811 mil 500 millones de dólares, y sostiene que el Gobierno de su país no hace nada por reducir los “ruinosos” gastos de mantenimiento de enormes ejércitos permanentes, de reemplazar equipos desgastados tras siete años de guerras (Irak y Afganistán) o eliminar los planes de guerra en el espacio exterior contra enemigos desconocidos”. “En su lugar –apunta el experto- Bush, en una muestra clara de irresponsabilidad fiscal, posterga esos costos para que sean pagados, (o repudiados) por futuras generaciones”. Crece la deuda A juicio del catedrático, la inmensa deuda que hoy tiene el Estado norteamericano se produce por cuatro razones: la primera son los ya citados gastos militares, sobre lo cual dice “En este año fiscal (2008) estamos gastando cantidades demenciales de dinero en proyectos de defensa que no tienen que ver con la seguridad nacional de EEUU.” Segunda: “Simultáneamente, mantenemos los impuestos sobre los ingresos de los segmentos más ricos de la población estadounidense a niveles sorprendentemente bajos”. Como tercer elemento señala la decadencia de la industria estadounidense. “Seguimos creyendo que podemos compensar la erosión acelerada de nuestra base manufacturera y nuestra pérdida de trabajo con otros países, mediante masivos gastos militares”. Lo que el propio Johnson ha denominado el “keynesianismo militar”. Y cuarto, la caída de la política social en EEUU. “En nuestra devoción por el militarismo, dejamos de invertir en nuestra infraestructura social y otros requerimientos para la salud a largo plazo en nuestro país”. Habla del deterioro alarmante del sistema de educación pública y agrega: “No hemos asegurado la atención sanitaria de todos nuestros ciudadanos y hemos desatendido nuestra responsabilidad como el contaminador número uno del mundo”. A renglón seguido, agrega: “Lo que es más importante, hemos perdido nuestra competitividad como fabricantes para necesidades civiles, un uso infinitamente más eficiente de recursos escasos, que la fabricación de armas”. La situación fiscal El investigador sostiene que “es virtualmente imposible exagerar el despilfarro que constituyen los gastos de nuestro gobierno en las fuerzas armadas” y dice que para el presente año fiscal, estos son mayores que todos los demás presupuestos militares combinados. “El presupuesto de defensa para el año fiscal 2008 es el mayor desde la segunda guerra mundial”. Johnson extiende su cuestionamiento con lo siguiente: “El presupuesto suplementario para pagar las actuales guerras de Irak y Afganistán, que no forma parte del presupuesto oficial de defensa, es en sí mayor que los presupuestos militares combinados de Rusia y China. Los gastos relacionados con la defensa para el año fiscal 2008 excederán 1 billón de dólares por primera vez en la historia. Estados Unidos se ha convertido en el mayor vendedor, por sí solo, de armas y municiones a otras naciones de la tierra”. Con todo, advierte que las cifras podrían ser superiores, porque “los gastos de defensa se destacan por ser poco confiables”. Habla de gastos ocultos y dice que entre un 30 y un 40 por ciento del gasto de defensa es “negro”. Las diferencia con otros países Para ilustrar su prédica sobre el despilfarro militar estadounidense, y la tendencia derrochadora en este terreno, Johnson presenta la lista de países como mayores gastos en esta área y las cantidades aproximadas que invierten: 1. EEUU (presupuesto global año fiscal 2008): 1,1 billones de dólares 2. China: 65 mil millones 3. Rusia: 50 mil millones 4. Francia: 45 mil millones 5. Japón: 41 mil 750 millones 6. Alemania: 35 mil 100 millones 7. Italia: 28 mil 200 millones 8. Corea del Sur: 21 mil 100 millones 9. India: 19 mil millones 10. Arabia Saudita: 18 mil millones Gastos militares totales del mundo (EST. 2004): 1.100.323.050 millones de dólares Gastos totales del mundo (menos EE.UU.): 323.050 millones de dólares. Keynesianismo militar El autor dice que estos gastos militares de su país “no sólo son obscenos desde el punto de vista moral, sino que son insostenibles desde el punto de vista fiscal”. Plantea que algunos podrían justificarlos, alegando que Estados Unidos es la primera economía del mundo, pero sostiene que esto ya no es así. “La entidad política más rica del mundo -dice- según el Libro mundial de datos de la CIA es la Unión Europea. El PIB de la UE en 2006 (todos los bienes y servicios producidos en el interior del país) fue calculado como ligeramente superior al de EEUU.” Pero apela a la comparación de cuentas corrientes para ilustrar “hasta que punto nos va peor”, explicando que estas miden el superávit comercial neto o déficit de un país, más los pagos internacionales de intereses, royalties, dividendos, capital de ganancias, ayuda extranjera, y otros ingresos. En ese orden habla de Japón: “Por ejemplo, para que Japón fabrique algo, debe importar todas las materias primas necesarias. Incluso después de hacer ese increíble gasto, todavía logra un superávit comercial de 88 mil millones de dólares por año con EEUU. y goza del segundo balance de cuenta corriente del mundo por su tamaño (China es número uno). EEUU., al contrario, es el número 163, el último de la lista; peor que países como Australia y el Reino Unido que también tienen grandes déficit comerciales. Su déficit de cuenta corriente en 2006 fue de 811 mil 500 millones de dólares; el segundo peor fue el de España con 106 mil 400 millones de dólares. Esto es insostenible”. Johnson llama “keynesianismo militar”, a la determinación política de mantener una economía de guerra permanente, utilizándola como elemento activador y sostenedor de la economía del país; un criterio utilizado desde los primeros años de la guerra fría y establecido por el gobierno de Harry Truman como política económica pública, a partir septiembre de 1950, que, aún hoy, continúa aplicándose. Esto explica los crecientes y exorbitantes gastos militares de los distintos gobiernos de los Estados Unidos. ”Desde 1947 a 1990 -dice Jonson- los presupuestos militares combinados de EEUU. ascendieron a 8,7 billones de dólares, “a pesar de que la Unión Soviética ya no existe y gracias a los masivos intereses creados, que se han atrincherado alrededor del establishment militar”. El suicidio económico El autor señala que el peso inducido a la industria de defensa por lo que él llama “keynesianismo militar”, ha causado un terrible daño a la base económica estadounidense. Según manifiesta, en 1990, el valor de las armas, del equipamiento, y de las fábricas dedicadas al Departamento de Defensa representaba ya un 83% del valor de todas las fábricas y equipos en la manufactura estadounidense. Expresa que “las industrias militares desplazan a la economía civil y conducen a severas debilidades económicas. La devoción al keynesianismo militar es, de hecho, una forma de lento suicidio económico”. Otro economista estadounidense acude en respaldo de Johnson. Se trata de Dean Baker, autor de un estudio sobre el impacto económico a largo plazo del aumento de los gastos militares, a través de la empresa de pronósticos Global Insight, Baker sentencia: “A menudo se cree que las guerras y los aumentos de gastos militares son buenos para la economía. En los hechos, la mayoría de los modelos económicos muestran que los gastos militares desvían recursos de los usos productivos, como son el consumo y la inversión, y reducen en última instancia el crecimiento económico y el empleo.” Efectos globales Este cuadro de progresivo deterioro de la base económica estadounidense, hoy con expresiones tales como la crisis hipotecaria, que amenaza las viviendas de millones de norteamericanos y sus efectos colaterales; el derrumbe del dólar y la escalada especulativa de los precios del petróleo, apuntan a un ya advertido proceso recesivo de efectos globales, aparentemente indetenibles. Y esto por las razones que esgrime el investigador y analista, Manuel Freytas, de la agencia IAR, citado por el comandante Fidel Castro en su reflexión del 12 de febrero pasado: Hay dos elementos claves que explican por qué una crisis recesiva en Estados Unidos se proyectaría inmediatamente a toda la economía mundial: a) En el actual modelo globalizado de economía mundial, Estados Unidos es el principal comprador y consumidor de productos y recursos energéticos, y representa el 22, 5% de la economía mundial, según los últimos cálculos del Banco Mundial. b) La economía mundial capitalista está “dolarizada”. El dólar es la moneda patrón de todas las transacciones comerciales y financieras a escala global. Estos dos factores centrales explican por qué cualquier oscilación o desequilibrio económico-financiero que tenga a Estados Unidos como protagonista, impacta y se esparce inmediatamente por todo el “sistema “, concluye el analista.

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