*JUAN MARTORANO.
Estoy
convencido, tal y como lo señalan las líneas de acción política
del PSUV: Los próximos años serán cruciales para nuestra
Revolución Bolivariana. Así debemos asumirlo, tanto la militancia
como la dirigencia del PSUV y de nuestros aliados. Lo que está en
juego es la posibilidad de avanzar en la profundización democrática
de la sociedad venezolana, y de preservar el legado de Chávez, para
seguir abriendo los caminos hacia el horizonte socialista o
retrogradar al pasado del oscurantismo capitalista que impusieron el
Imperio y la burguesía al pueblo de Simón Bolívar.
Luego
del sensible fallecimiento del Comandante Hugo Chávez, el imperio y
sus lacayos aceleraron sus planes de restitución del orden
neocolonial de dominación. Nuestra Revolución Bolivariana y los
Gobiernos Populares y Democráticos reunidos en la Alianza
Bolivariana para nuestra América (ALBA) han sido amenazados
directamente por la ultraderecha estadounidense, las fuerzas de la
ultraderecha a nivel mundial y por los terroristas del fascismo
latinoamericano. De nosotros depende que tengan o no éxito.
Sin
dejar de reconocer los inmensos esfuerzos realizados por el Gobierno
que lidera Nicolás Maduro, debemos reconocer un conjunto de fallas y
limitaciones políticas que hacen que buena parte del chavismo, que
es una amplia mayoría en el país, este muy molesto, descontento, y
que eso se pueda convertir en una amenaza de cara a la preservación
de la Revolución Bolivariana en el poder.
Es
por eso, que se impone la obligación, de retomar el pensamiento e
ideario de Hugo Chávez, así como se ha decretado el 8 de diciembre
como día de la lealtad absoluta y del amor a nuestro Presidente
siempre invicto, Comandante Inmortal, sería la de relanzar la
orientación chavista de las 3R al cuadrado: Revisión,
Rectificación, Reimpulso, Reunificación, Repolitización,
Repolarización, la cual implica el reconocimiento de nuestros logros
y de nuestras ventajas estratégicas frente a nuestros adversarios,
pero también de un conjunto de errores, de deficiencias y de
obstáculos que podrían dificultar el logro del objetivo
estratégico, que no es otro que consolidar el camino de la
Revolución Bolivariana en su avance al Socialismo.
Nuestro
reto inmediato debe ser el de identificar todos esos obstáculos,
combatirlos y superarlos para lograr la reunificación de todos los
sujetos sociales y políticos que comparten los objetivos
estratégicos y los valores sustantivos de la Revolución
Bolivariana. El actual momento político y social exige de la
militancia y dirigencia psuvista audacia y honestidad para defender
nuestros logros y conquistas: la politización de nuestra sociedad,
el protagonismo popular, la inclusión social sin excluir a los que
ya se encontraban incluidos, y el avance progresivo en la
satisfacción de las necesidades humanas, además de la elevación de
la conciencia de nuestro pueblo y el gran logro de la reconquista de
la independencia nacional (que pudiéramos perder si no entendemos
esto); pero también encarar los problemas de diversa índole que
afectan a nuestra organización: la burocratización, el oportunismo,
el sectarismo, entre otros. Ignorarlo o subestimarlos sólo
contribuiría al debilitamiento, no sólo del partido, sino alimentar
el desencanto y la decepción contra la Revolución Bolivariana, que
de juntarse con la campaña de neurotización y caotización de la
sociedad que promueven los enemigos de la Patria, se convierte ésto
en un peligroso cóctel, con alta carga explosiva.
La
coyuntura que hoy vivimos exige voluntad y claridad políticas,
necesarias para vencer la inercia, la dispersión, el descontento y
hasta ciertos niveles de decepción que se están apoderando de buena
parte de nuestra militancia revolucionaria. Estamos obligados a
reafirmar el impetú revolucionario, que si bien no se ha pérdido,
pienso que ha tenido de alguna manera, un freno. Pero sobre todo,
nuestro reto es la unidad inquebrantable, la disciplina consciente y
revolucionaria y la lealtad a los principios de nuestra Revolución.
Es
fundamental en esta etapa, recuperar, reagrupar, rearticular las
fuerzas dispersas. Hoy en día, pienso que las fuerzas de nuestra
revolución se encuentran unidas, más dispersas, desmovilizadas,
desmoralizadas o confundidas por el adversario y también muy
descontentas por nuestros errores y fallas.
Nuestros
adversarios nos prefieren mejor dispersos, desunidos y enfrentados en
diatribas estériles, porque saben que ése es el camino más
expedito para intentar poner freno al avance de las fuerzas
democráticas revolucionarias.
Nuestro
trabajo como organización debe partir del principio estratégico de
una profundización democrática de la sociedad venezolana, que nos
permita el debilitamiento progresivo de las fuerzas antidemocráticas,
reaccionarias y apátridas de la contrarrevolución. Para ello, es
necesaria la combinación de un conjunto de políticas y tácticas,
que neutralicen la reproducción de su ideología y logren para
nosotros la recuperación de los espacios territoriales perdidos, así
como consolidar, reforzar y ampliar los terrenos y posiciones ya
tomados, incrementando nuestra base social de apoyo para la
consolidación estratégica de la Revolución Bolivariana, y esta
adopte, de manera irreversible, el camino del No Retorno.
Como
lo señalan nuestras líneas estratégicas de acción política del
PSUV, específicamente la número 1, referida “De la cultura
política capitalista a la militancia socialista”, este ejercicio
de comparación y revisión de este texto, hoy adquiere una
importancia capital, porque muchos de sus postulados tienen una
vigencia para la coyuntura actual.
El
triunfo electoral de la Revolución Bolivariana el 6 de diciembre de
1998, y su posterior avance, se produjeron por encima de muchas de
las estructuras partidistas entonces existentes, tanto de derecha
como de izquierda, casi todas atravesadas por la “cultura
capitalista” de apropiación y uso del poder político, cuyo origen
es el modelo rentista petrolero que penetró el alma nacional y a´un
esta vigente.
Esta
“cultura capitalista” se expresa en el hecho de considerar
que
pertenecer a un partido equivale a “invertir” en él, a través
de
sus contribuciones financieras o
con su trabajo militante, y que
esa
“inversión” debe ser “recompensada” o “remunerada”
con puestos,
cargos, prebendas o influencia
s en el Estado, en el
terreno de los negocios o en el mismo partido.
La
fortaleza de nuestra Revolución Bolivariana se sustenta en buena
medida, en la voluntad del máximo liderazgo de la Revolución, de
enfrentar esta “cultura capitalista”, favoreciendo el contacto
directo con el pueblo, interpelándolo, pero sobre todo dejándose
interpelar por él, convirtiéndose en una suerte de intérprete de
las demandas y aspiraciones populares, dándole voz a los que nunca
la tuvieron y haciendo visibles a los invisibles, a los marginados, a
los olvidados, a los explotados.
Luego
de las rebeliones militares-populares del 4 de febrero y el 27 de
Noviembre de 1992, hijas de la rebelión popular del 27 de febrero de
1989, y del proceso posterior de movilización popular liderados por
el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, la Revolución
Bolivariana optó por la lucha electoral, y se hizo necesaria dotarla
de un instrumento político electoral, el Movimiento V República,
para lograr que aquella enorme masa popular en movimiento tuviera la
cohesión, disciplina y eficiencia electoral necesarias para derrotar
a la oligarquía y sus partidos. Hoy, al PSUV le toca ejercer esa
función y ser la vanguardia en el proceso de construcción y defensa
de la Revolución Bolivariana y Socialista.
Sin
embargo, el PSUV evidencia en su funcionamiento interno y su
vinculación con la base social de apoyo a la Revolución. Entre esas
posibles causas de esta situación, podemos verificar , en mayor o
menor medida, algunas actitudes o desviaciones características de
los partidos tradicionales, tales como el burocratismo, el
oportunismo, el sectarismo, el nepotismo y el gradual alejamiento de
la base social bolivariana, resultantes de la persistencia de la
“cultura capitalista” en el seno de la sociedad.
Esta
cultura es reproducida a lo interno del partido, y se expresa en que
algunos sectores lo conciben como un medio para el “ascenso social”
de los y las militantes con responsabilidades de direccióna
distintos niveles. Algunos camaradas se consideran líderes absolutos
e indiscutibles en sus espacios, y asumen la discrecionalidad de
excluir del Partido, y hasta de la Revolución, a quienes se atrevan
a diferir o a disentir de ellos o de ellas.
De
acentuarse este tipo de comportamiento, el PSUB podría terminar
convertido en un partido iglesia, una suerte de “guía de masas
incultas”, que considera a sus militantes y a las diversas formas
de organización popular como simples correas de transmisión de la
línea indiscutible de los nuevos “sacerdotes”. De seguirse este
camino, estas prácticas debilitarán la base social de apoyoa la
Revolución Bolivariana.
Pero,
no desesperen que esta historia apenas comienza.
¡Bolívar
y Chávez viven, y sus luchas y la Patria que nos legaron siguen!
¡Hasta
la Victoria Siempre!
¡Independencia
y Patria Socialista!
¡Viviremos
y Venceremos!
*Abogado,Activista
por
los
Derechos
Humanos,Militante
Revolucionario
y
de
la
Red
Nacional
de
Tuiter@s
Socialistas
(RENTSOC).http://juanmartorano.blogspot.com/
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@juanmartorano
(Cuenta
en
Tuiter).
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