ANTONIA MUÑOZ
Al final de la década del 90 se publicó un reportaje que analizaba las razones por la cual los países conocidos como los tigres asiáticos (Hong Kong, Taiwán, Singapur y Corea del Sur), en corto tiempo habían disminuido drásticamente la pobreza y se habían convertido en potencias económicas. Hoy lo traemos a colación, porque entre las buenas decisiones que supuestamente habían tomado unas décadas antes de catapultarse como naciones prósperas y sociedades ordenadas, fue poner un gran énfasis en formar buenos maestros, buenos jueces y buenos policías. Sin embargo, el estudio en referencia no hacía mención al modelo económico usado por estos países; donde se privilegia a los inversores y se sacrifica a la abundante mano de obra con muy bajos salarios, lo cual por supuesto no es digno de imitar. A pesar de ello, la referencia se utiliza a manera de introducción motivadora, porque nos sirve para soñar un poco y para destacar el rol de tres grupo de profesionales, que pudieran hacer la diferencia en una sociedad, siendo el gremio de los educadores el primero y más importante; ya que Bolívar no pudo haber estado equivocado cuando señaló que “las naciones avanzan hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educación”. .
En nuestra humilde opinión, la educación es la clave fundamental “para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica, y pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones… como lo establece el Preámbulo de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Y nunca habrá una buena educación sino se cuenta con excelentes educadores y educadoras. Excelentes por su vocación, excelentes por su formación en valores e instrucción académica, excelentes por su amor al prójimo. Nuestros excelentes maestros necesariamente tienen que ser valorados socialmente y bien remunerados. En revolución hemos avanzado, pero faltan aspectos por corregir.
No hay por qué dudar, lo deseable, agradable y tranquilizante que sería vivir en una sociedad amante y practicante de la verdad, del respeto al otro, del respeto a la vida y a la naturaleza, amante de la verdadera Justicia que nos iguala a todos. Si nuestras juezas y jueces son formados bajo estos principios se evitaría o minimizaría la discriminación por razones distintas y ajenas a la propia justicia. Estamos seguras y seguros, que en este caso podríamos soñar con impunidad cero. Una policía ética y técnicamente bien formada, además de suficiente numéricamente, remunerada y apreciada socialmente, de acuerdo a su importantísimo rol, garantizaría cuerpos policiales temidos por los infractores pero respetados y queridos por la sociedad, porque con mística velarían eficientemente por nuestras vidas y propiedades. Si creemos que un mundo mejor es posible ¿Por qué no trabajar para concretarlo? En homenaje a los maestros en su día, nos permitimos invitar a todas y todos los venezolanos a trabajar con amor, honestidad y excelencia para poder soñar con una Patria buena donde todos podamos vivir en armonía a pesar de nuestras diferencia. Viviremos y venceremos!
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