Mercedes Chacín
Para cumplir con ciertos trabajos se necesita valentía. Se necesita precisión en la toma de decisiones. Hay que estar conscientes de que te persiguen, de que vigilan tus movimientos. Unos para aplaudirte, otros para destruirte. Un solo error te puede costar la vida, la carrera. Se necesita fuerza, resistencia, concentración. Pero sobre todo hay que tener un corazón fuerte. Hay emociones extremas. La alegría y la tristeza están al acecho. Y se necesita estar alerta para soportarlas o disfrutarlas con humildad y entereza.
En los casos que hoy nos ocupan son actividades distintas. Muy alejadas una de otra. Mientras una puede hacer “volar” al ser humano, la otra lo controla. En esta semana que recién termina estuvieron en el ojo del huracán político mediático en Venezuela. El venezolano y la venezolana que las lideran agarraron bastantes centímetros en los medios impresos, bastantes minutos en televisión y radio e ilimitada presencia en páginas web.
La venezolana es conocida por su firmeza ideológica, por su temple, por su entrega, por su franqueza, por su valentía. Muchas, pero sobre todo muchos de quienes hoy la critican, serían incapaces de enfrentarse a la más mínima situación de peligro. Pero más acá de eso, seguramente son incapaces de asumir la administración siquiera de un condominio residencial de cuatro pisos.
El venezolano es conocido por su perseverancia y constancia. Se maneja muy bien en situaciones de peligro, está acostumbrado a las altas temperaturas, a la velocidad extrema, a los desafíos y ha sido atacado durante meses con falacias y contradicciones.
Pastor Maldonado Motta y María Iris Varela Rangel se destacaron contra los pronósticos de quienes ven una tragedia nacional en cualquier actividad o persona vinculada al presidente Chávez.
Y es que no importa el tema. Si Venezuela mandara un hombre o una mujer a la luna, no tendría mérito porque ese satélite sólo sirve para los enamorados. Si en Venezuela se entregan computadoras a niños y niñas es inútil, porque igual terminarán delincuentes. Si Venezuela manda un satélite artificial al espacio menos sirve, porque la gente no se enamora con eso. Si Venezuela gana un Gran Premio en la Fórmula 1 es menos trascendente aun, porque ¿a quién le importa que se les gane a esos pilotos arrechísimos? Sólo a una cuerda de imbéciles e idiotas. Si en Venezuela se desaloja una cárcel con total respeto a los derechos humanos, con diálogo y sin violencia, ¿a quién le importa, si esos no son gente? Ah, sí importa (¿o no importa?). Ay, perdón, me confundo, hay que decir que todo es culpa de Chávez, aunque no tenga sentido.
mechacin@gmail.com
Twitter: @mercedeschacin
Para cumplir con ciertos trabajos se necesita valentía. Se necesita precisión en la toma de decisiones. Hay que estar conscientes de que te persiguen, de que vigilan tus movimientos. Unos para aplaudirte, otros para destruirte. Un solo error te puede costar la vida, la carrera. Se necesita fuerza, resistencia, concentración. Pero sobre todo hay que tener un corazón fuerte. Hay emociones extremas. La alegría y la tristeza están al acecho. Y se necesita estar alerta para soportarlas o disfrutarlas con humildad y entereza.
En los casos que hoy nos ocupan son actividades distintas. Muy alejadas una de otra. Mientras una puede hacer “volar” al ser humano, la otra lo controla. En esta semana que recién termina estuvieron en el ojo del huracán político mediático en Venezuela. El venezolano y la venezolana que las lideran agarraron bastantes centímetros en los medios impresos, bastantes minutos en televisión y radio e ilimitada presencia en páginas web.
La venezolana es conocida por su firmeza ideológica, por su temple, por su entrega, por su franqueza, por su valentía. Muchas, pero sobre todo muchos de quienes hoy la critican, serían incapaces de enfrentarse a la más mínima situación de peligro. Pero más acá de eso, seguramente son incapaces de asumir la administración siquiera de un condominio residencial de cuatro pisos.
El venezolano es conocido por su perseverancia y constancia. Se maneja muy bien en situaciones de peligro, está acostumbrado a las altas temperaturas, a la velocidad extrema, a los desafíos y ha sido atacado durante meses con falacias y contradicciones.
Pastor Maldonado Motta y María Iris Varela Rangel se destacaron contra los pronósticos de quienes ven una tragedia nacional en cualquier actividad o persona vinculada al presidente Chávez.
Y es que no importa el tema. Si Venezuela mandara un hombre o una mujer a la luna, no tendría mérito porque ese satélite sólo sirve para los enamorados. Si en Venezuela se entregan computadoras a niños y niñas es inútil, porque igual terminarán delincuentes. Si Venezuela manda un satélite artificial al espacio menos sirve, porque la gente no se enamora con eso. Si Venezuela gana un Gran Premio en la Fórmula 1 es menos trascendente aun, porque ¿a quién le importa que se les gane a esos pilotos arrechísimos? Sólo a una cuerda de imbéciles e idiotas. Si en Venezuela se desaloja una cárcel con total respeto a los derechos humanos, con diálogo y sin violencia, ¿a quién le importa, si esos no son gente? Ah, sí importa (¿o no importa?). Ay, perdón, me confundo, hay que decir que todo es culpa de Chávez, aunque no tenga sentido.
mechacin@gmail.com
Twitter: @mercedeschacin
No hay comentarios:
Publicar un comentario