Carola Chávez
Pasó un amigo opositor por la Feria del Libro y sólo supo decir con asquito: “Mucho libro de política.” Aquello, se suponía, era una descalificación.
Cuando hablan de política mis amigos opositores fruncen la cara con grima y aclaran que ellos -¡Líbrelos Dios!- no son políticos sino simples ciudadanos ejerciendo su derecho a opinar. Y amanecen enchufados a Globovisión, buscando una tragedia nacional, una hecatombe siempre fallida, algo que les mantenga intacto el terror. Así desayunan, almuerzan y cenan hablando, con la boca llena, mal del gobierno... apolíticamente, claro.
La política, para la gente pensante de este país, es poco menos que una obscenidad. “La política es sucia, embarra todo lo que toca.” -Afirma cada ladrón juzgando por su condición.
Y es que, claro, si su punto de referencia son los adecos, copeyanos sus neo partidos derivados, UNT y Primero Justicia, no pueden menos que sentirte asqueados al punto de Alka Seltzer. Pero es que en este caso estamos hablando de la degradación de la política, de su uso retorcido en beneficio del poder económico, de esa minoría siempre beneficiada que acostumbra a ganarse el pan con el sudor de frentes ajenas.
Fueron ellos nos que, convenientemente, nos condicionaron a repudiar a la política. Mientras más asco nos diera menos nos íbamos a meter a curucutear e inevitablemente a descubrir que la política es la herramienta matriz para la construcción de la Patria.
Hoy somos un país politizado, culpechavez, por supuesto. Unos lo asumimos orgullosos y otros, tiralapiedraescondelamanomente, se distancian, con fingido pudor, de la política de guarimbas, sabotaje, guerra sucia, mentiras globotizantes: hijos no te han quitado, bombillos espías que solo dan luz, agua tóxica que no intoxica. Y el odio que no respeta ni a los muertos, y el racismo, y las pruebas por llegar de un fraude que no fue, y “se van a tener que comer las alfombras”... la espoleta…
Así, apolíticamente, se oponen a todo lo que haga el gobierno quejándose, con especial esmero, de lo que ellos llaman paternalismo de estado, “porque eso de darle casas, educación, salud, a la gente solo fomenta la flojera, no crea ciudadanos sino mendigos, aunque mi papá me dio todo, hasta mi apartamento y mi camionetota, pero mi papá no es el estado y yo ni tengo la culpa de tener un papá con billete, o sea…” En cambio, aplauden a los gobiernos que, cual padres desnaturalizados, rescatan bancos quebrados sacando el pan de la boca a sus pueblos para dárselo a los banqueros causantes del descalabro. Es decir, que el estado solo debe ayudar a quien no lo necesita. A los demás si no los ayuda su papá, que se jodan, nadie los mandó a ser pobres. Apolíticamente hablando, claro.
Con razón el asquito...
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