Roberto Hernández Montoya
La mentira es violencia simbólica, para usar palabras de Pierre Bourdieu.
Pero hay una violencia sin voz, cuando el poder calla y procede, como decía Louis Marin. El poder siempre habla para justificarse, pero mientras mayor es el poder menos necesita argumentar sus acciones y por eso Shakespeare hablaba de 'la insolencia del gobierno' (“the insolence of office”, Hamlet, 3,1,http://j.mp/sp5sWv). Decir, por ejemplo, que se llevaron nuestro oro para certificarlo durante 22 años.
¿Por qué el discurso imperial es tan precario? ¿Será que no necesita alegar mucho porque tiene demasiado poder? Nunca ha sido muy esmerado. Al Imperio Español del siglo XVI le bastaba leer el Requerimiento a los indios (Notificación y requerimiento que se ha dado de hacer a los moradores de las islas en tierra firme del mar océano que aún no están sujetos a Nuestro Señor), intimarlos a la rendición incondicional, para largarles la Guerra Justa si no se rendían, pues el mando de los reyes era heredado de Dios Mismo:
«Y si así no lo hicieseis o en ello maliciosamente pusieseis dilación, os certifico que con la ayuda de Dios nosotros entraremos poderosamente contra vosotros, y os haremos guerra por todas las partes y maneras que pudiéramos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de Sus Majestades, y tomaremos vuestras personas y de vuestras mujeres e hijos y los haremos esclavos, y como tales los venderemos y dispondremos de ellos como Sus Majestades mandaren, y os tomaremos vuestros bienes, y os haremos todos los males y daños que pudiéramos, como a vasallos que no obedecen ni quieren recibir a su señor y le resisten y contradicen; y protestamos que las muertes y daños que de ello se siguiesen sea a vuestra culpa y no de Sus Majestades, ni nuestra, ni de estos caballeros que con nosotros vienen» (http://j.mp/tV7pSc).
¿Se diferencia esta atrocidad de las de Standard & Poor's o Goldman Sachs? Curioso que siempre se molestan en hacer un discurso, por badulaque que sea, como los «bombardeos humanitarios» contra Libia para impedir masacres de civiles mediante masacres de civiles. El argumento chambón no importa cuando se tiene un presupuesto militar de 750 millardos de dólares.
Eso repercute en la vida interna de Venezuela, donde el Imperio impone una oposición tan ruin como la que padecemos. Y no es por falta de cuadros decentes e intelectualmente aptos, sino porque lo que el Imperio piensa que necesita es cantos de ballena, peras del honro, verbo responsabilidad, «no acateremos» (sic), etc. Pero no solo es nulidad intelectual sino ética. Aquello sería admisible y hasta respetable porque, entre otras cosas, tiene remedio. Pero no la parte ética, porque es la opción de quienes aprovechan la muerte, por abominable que sea un asesinato o una enfermedad, para sus fines políticos. Es eso lo que el Imperio estimula entre algunos nosotros. Y en otros países. Ya vemos la horma de dirigentes impresentables aliados del Imperio, en Israel, en Libia, en Italia, en Grecia, forajidos, funcionarios de empresas financieras, ignorantes, miserables, belitres, pícaros, bacanes.
Así que ante todo argumento ramplón, prepara el combate.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com
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