Nicmer N. Evans
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En los últimos días se ha hablado intensamente tanto en las redes sociales como en medios de comunicación nacional y extranjeros sobre la “sucesión” de Chávez. Este término posee diversas acepciones, sin embargo es evidente que la connotación que se le ha querido dar está vinculada a la que afirma (según la RAE ) que la sucesión es la “entrada como heredero o legatario en la posesión de los bienes de un difunto”, interpretación que tiene dos supuestos que tergiversan la realidad política e histórica de nuestra actual.
El sistema político venezolano a partir de 1999 se define como democrático, representativo, participativo y protagónico, y en ninguna parte del desarrollo de nuestro marco constitucional se describe al Estado como un bien heredable, concepción que está presente en los sistemas monárquicos como el español o el británico por ejemplo, países de donde por cierto proviene la mayoría de las notas y análisis que al abordar el tema venezolano utilizan este término.
El otro supuesto que tergiversa la realidad gira en torno a la muerte, matriz permanente entre los generadores de opinión adversos a la revolución venezolana, que a partir de la convalecencia de presidente Chávez han hecho de esta un escenario necrofílico único en sus análisis.
Con este comentario previo sobre el término “sucesión” deseo expresar claramente que esto es imposible en Venezuela en los términos que pretenden imponer las agencias de noticias internacionales y los repetidores de oficio en los medios nacionales, la “sucesión” en Venezuela desde la concepción del Estado venezolano es inviable ya que no responde a nuestra realidad política y menos aún constitucional.
Lo que está en discusión en este momento en Venezuela es la preocupación por la continuidad del proceso revolucionario que democráticamente su pueblo ha decidido desarrollar, y la profundización de políticas que permitan hacer del socialismo cada día un proyecto más viable, eficaz y eficiente. Es definitivo que la enfermedad del Presidente ha convocado a una muy seria reflexión (más allá de las pasiones, los afectos y el amor que la mayoría le profesa), de si la revolución bolivariana y socialista depende o no sólo del liderazgo del Comandante, o si la madurez del proceso permitirá pensar en un legado político que garantice la permanencia de la revolución a mediano y largo plazo.
Nuestro Presidente Chávez es humano y mortal como cada uno de nosotros, aunque con unas características particulares que sin duda lo han hecho ya pasar a la historia como aquel que ha conducido un proceso político inédito en nuestro país, masificando la educación en sus distintos niveles, garantizando el acceso a la alimentación y la atención primaria de la salud entre muchas otras cosas, pero fundamentalmente generando una segunda independencia, la de la conciencia patria y política en todos los venezolanos, incluso más allá de nuestras fronteras. Es esa conciencia la que hoy se somete a la prueba del “inicio del retorno” y la necesidad de comprender, tal como él mismo lo ha expresado: “Que nadie vaya a creer que mi presencia significa que ganamos la batalla. Hemos comenzado a remontar la cuesta, a vencer el mal que se incubó en mi cuerpo quién sabe por cuantas razones… Viviremos y venceremos estas dificultades”.
Por lo anterior, uno de los retos más importantes que se presentan en este momento es la generación de cuadros políticos formados para la gobernanza política y administrativa, que garanticen la continuidad y profundización del legado político e ideológico del Líder Chávez. Si la “sucesión” de Chávez es imposible ya que no es un Rey, lo que si es viable es garantizar que el pueblo adquiera la madurez y conciencia política necesaria para que el socialismo bolivariano sea una realidad empoderada, con base en la participación activa de los venezolanos.
Por ello, la decisión de haber colocado a Mary Pili Hernández como ministra de la juventud apuesta hacia la mirada conciente de un proceso político de largo aliento. Como lo había advertido el 3 de abril de 2011 en mi artículo ¿La construcción colectiva de un Ministerio de la Juventud ?: “Es difícil definir quien debe dirigir un ministerio como éste, es además discrecionalidad del presidente seleccionar a sus ministros, pero sin duda, el perfil debe cumplir algunos parámetros: tener capacidad para la formulación, seguimiento y control de políticas públicas con eficiencia y eficacia, ser una persona nacida del consenso y que genere consenso (el asunto de la edad es relativo y creo que no limitativo), con experiencia política, y fundamentalmente sensible al tema de la juventud y los estudiantes sin menos cabo del desarrollo de otros sectores sociales que constituyen nuestra sociedad.”
Sin duda este perfil es satisfecho con la designación, pero en las circunstancias actuales este perfil tiene una nueva demanda, la de tener la capacidad y el compromiso de garantizar la formación de esos cuadros políticos necesarios para el relevo generacional.
Desde su llegada, y al momento de escribir estas líneas, el único ajuste que ha hecho el Presidente a su equipo es la designación de la Ministra de la juventud, y sin duda este es un extraordinario acierto que da respuesta puntual a la “sucesión” de la que tanto hablan los detractores de la revolución. El “sucesor” de Chávez es el pueblo, encarnado en su juventud. El paso siguiente deberá ser garantizar el impulso de un liderazgo colectivo que ya tiene su espacio de acción pero aún queda pendiente eliminar los obstáculos que algunas tendencias a lo interno del proceso han colocado para minar su concreción: “El Polo Patriótico”.
Mientras esto sucede en el seno de la revolución, la oposición venezolana se centra en dos estrategias puntuales: 1.- la trivialización de la enfermedad del Presidente y 2.- El adelanto de la selección de su candidato por “consenso” y no por primarias. La primera estrategia intenta revertir lo que la misma oposición protagonizó como la develación de la enfermedad del Presidente Chávez, que en su afán de mostrar a un Presidente convaleciente y casi moribundo, lo que generó fue una solidaridad automática con él, lo que hizo que el apoyo a su gestión, su popularidad e incluso la intención de votos se haya incrementado hasta en 8 puntos porcentuales. Ahora el objetivo es desmentir lo que ellos mismos intentaron mostrar, que la enfermedad es cáncer, acusando incluso al Presidente de haberse hecho una liposucción, etc. ya que librar una batalla electoral ante un convaleciente sería muy mal visto por la población venezolana. La segunda estrategia: adelantar la selección del candidato, es una muestra de oportunismo político, ya que para la oposición es importante combatir contra un convaleciente (a pesar de que quieran mostrar lo contrario), para obtener ventaja, y si se espera a febrero del 2012 corren el riesgo de que el Presidente se recupere totalmente y también que los demonios desatados de la oposición hagan que la ambición individualista rompa la unión, que hasta ahora, sólo está motivada por el desplazamiento de Chávez.
Es evidente, son dos formas de ver al país, mientras uno piensa en el futuro, los otros piensan en “sucesores” y en el botín.
El jueves 14 de julio, estaré junto a Victor Álvarez, Juan Carlos Monedero y Luis Bonilla en el Centro Internacional Miranda (CIM) en un conversatorio sobre “Reencuentro de fuerzas progresistas y revolucionarias” (Acerca de la crítica leal y la propuesta comprometida). PH del Hotel Anauco Suite, a partir de las 9 a .m. están cordialmente invitados.
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