Fernando Buen Abad Domínguez
A la ya multi-denunciada mediocridad de la producción mass media burguesa en Argentina, se suman los paupérrimos argumentos defensivos de cierta parte de la “clase política” e “intelectual”. Ahora resulta que claman por la “libertad de expresión”, ahora resulta que se desgarran las vestiduras para defender las peores calamidades mediáticas que, con impunidad e impudicia, se exhiben a todas horas. Ahora resulta que las facciones más reaccionarias de vuelven “críticas” y resulta, por colmo, que se dan por ofendidas mientras se exculpan con demagogia democrática para poner a salvo los negocios radioeléctricos de sus amos. Saliva oportunista para defender una de las peores farándulas. Ya anuncian una epopeya legalista de derecha para salir de la “ley de medios” recién promulgada en sustitución de la vieja ley de la dictadura militar. El golpe de estado legalizado -como en Honduras- inspira a la burguesía argentina.
Antes, durante y después de los debates realizados para sustituir el esperpento legaloide heredado por la dictadura militar de Videla, la derecha argentina ha dejado ver con claridad sus dolores y sus planes revanchistas contra una iniciativa democratizadora que, aun con debilidades diversas, implica un cambio inédito y un avance en la vida política de los argentinos. Esa derecha, tensionada por las contradicciones de clase, agudizadas por la crisis capitalista, que agobia a los trabajadores, ha mostrado su desesperación y su impotencia ante una iniciativa democratizadora de los mass media que tiene décadas de vida y que ha sumado las voluntades de muchos frentes y luchas. Esa derecha repite, con mediocridad e ignorancia llamativas, y casi ingenuas, los mismos argumentos con que todas las derechas del continente criminalizan a los movimientos sociales y las iniciativas de los pueblos. Por eso reducen la lucha democratizadora de los mass media a un capricho gubernamental de coyuntura. Por eso les gusta decir que la ley nueva es sólo un desplante totalizador de un gobierno “intransigente”. Por eso les encanta olvidarse de Rodolfo Walsh y les encanta ignorar al aporte de la prensa obrera. Por eso la indiferencia sobre la lucha de todo un continente contra la alienación mediática. Por eso desfilan en sus foros y sus televisoras los intelectuales y políticos reaccionarios más serviles al aplauso burgués. Por eso ofrecen impúdicamente los mejores sofismas que su inteligencia monetaria les permite trepar a la farándula de las amenazas neo nazis. Desvergüenza de verborragias hasta la náusea.
Ganar la Ley no es ganar la batalla
Y aunque la nueva ley ha sido promulgada y se han pronunciado, con razón histórica, festivamente muchos sectores y movimientos que han luchado denodadamente contra los monopolios y las oligarquías mass media en Argentina, es preciso advertir que el paso legal conquistado es sólo eso: un paso. Las tareas democráticas más importantes en comunicación están aun por ser cumplidas. Es preciso impulsar la democratización de las organizaciones de los trabajadores de los medios. Es preciso garantizar la democratización de la enseñanza de la comunicación y luchar contra todos los vicios burocráticos y academicistas que la victiman con impunidad obscena. Es preciso demandar la democratización de los presupuestos y las herramientas para la producción. Es preciso garantizar la participación directa de la clase trabajadora en los medios y garantizar que dispongan de herramientas comunicacionales suficientes. Es preciso integrar una revolución cultural, profunda y creadora, capaz de derrotar el fardo descomunal de vicios y manías a que nos ha acostumbrado la decadencia simbólica burguesa. Es preciso comprender el escenario continental de guerra mediática y entender la relación íntima entre los mass media oligarcas y bases militares en la “Guerra de Cuarta Generación”.
Es imprescindible sumar los éxitos, aun incipientes, que Argentina vive en materia de lucha contra la dominación mass media, a las luchas que en todo el continente se libran en el mismo sentido. Y esto es urgente. Argentina llega relativamente tarde a las luchas que, por ejemplo, ya se libran en Ecuador, Cuba, Bolivia, Brasil, Venezuela... Es vital contribuir a la construcción de una Corriente Internacional de la Comunicación hacia el Socialismo. Es indispensable dar la batalla de las ideas con base en la batalla de la organización sin los inexplicables sectarismos de la izquierda argentina, sin las pataletas del ego ni las manías del arribismo. Es imprescindible trabajar en un programa socialista de la comunicación basado en una comprensión revolucionaria de las tareas y una intervención semiótica de combate. No hay tiempo que perder. La derecha ya tiene una agenda para revertir los avances logrados.
Necesitamos una Revolución Internacionalista de la Comunicación contra el culto de la vanidad salivosa. Contra todo engendro de prostitución o cursilería. Comunicación contra la palabrería con calenturas patrioteras. Contra los retruécanos eyaculatorios de caballeros o niñas sensibleros, se llamen como se llamen, publiquen lo que publiquen, se premien como se premien. Comunicación necesaria, arma-herramienta de formas nuevas, venidas de la materia, del tiempo y el movimiento en la producción racional y emocional. Comunicación que transforme al mundo... que transforme la vida. No hemos visto todavía la mejor Comunicación y no debemos seguir retrazando su desarrollo.
Necesitamos una Revolución Internacionalista de la Comunicación que expanda e inaugure la conciencia de una humanidad sin clases, sin estado, sin propiedad privada. Comunicación que encienda todas las máquinas amorosas para la resolución de los problemas en la vida práctica, armada también con poesía. Y si logramos una Comunicación “bella” será porque es maravillosa, porque sólo lo maravilloso es bello, y semejante maravilla no puede provenir más que de poner en común nuestra fuerza para construir el futuro.
Por una Corriente Internacionalista de la Comunicación hacia el Socialismo
Por una Cumbre Latinoamericana de los pueblos en materia de Comunicación
A la ya multi-denunciada mediocridad de la producción mass media burguesa en Argentina, se suman los paupérrimos argumentos defensivos de cierta parte de la “clase política” e “intelectual”. Ahora resulta que claman por la “libertad de expresión”, ahora resulta que se desgarran las vestiduras para defender las peores calamidades mediáticas que, con impunidad e impudicia, se exhiben a todas horas. Ahora resulta que las facciones más reaccionarias de vuelven “críticas” y resulta, por colmo, que se dan por ofendidas mientras se exculpan con demagogia democrática para poner a salvo los negocios radioeléctricos de sus amos. Saliva oportunista para defender una de las peores farándulas. Ya anuncian una epopeya legalista de derecha para salir de la “ley de medios” recién promulgada en sustitución de la vieja ley de la dictadura militar. El golpe de estado legalizado -como en Honduras- inspira a la burguesía argentina.
Antes, durante y después de los debates realizados para sustituir el esperpento legaloide heredado por la dictadura militar de Videla, la derecha argentina ha dejado ver con claridad sus dolores y sus planes revanchistas contra una iniciativa democratizadora que, aun con debilidades diversas, implica un cambio inédito y un avance en la vida política de los argentinos. Esa derecha, tensionada por las contradicciones de clase, agudizadas por la crisis capitalista, que agobia a los trabajadores, ha mostrado su desesperación y su impotencia ante una iniciativa democratizadora de los mass media que tiene décadas de vida y que ha sumado las voluntades de muchos frentes y luchas. Esa derecha repite, con mediocridad e ignorancia llamativas, y casi ingenuas, los mismos argumentos con que todas las derechas del continente criminalizan a los movimientos sociales y las iniciativas de los pueblos. Por eso reducen la lucha democratizadora de los mass media a un capricho gubernamental de coyuntura. Por eso les gusta decir que la ley nueva es sólo un desplante totalizador de un gobierno “intransigente”. Por eso les encanta olvidarse de Rodolfo Walsh y les encanta ignorar al aporte de la prensa obrera. Por eso la indiferencia sobre la lucha de todo un continente contra la alienación mediática. Por eso desfilan en sus foros y sus televisoras los intelectuales y políticos reaccionarios más serviles al aplauso burgués. Por eso ofrecen impúdicamente los mejores sofismas que su inteligencia monetaria les permite trepar a la farándula de las amenazas neo nazis. Desvergüenza de verborragias hasta la náusea.
Ganar la Ley no es ganar la batalla
Y aunque la nueva ley ha sido promulgada y se han pronunciado, con razón histórica, festivamente muchos sectores y movimientos que han luchado denodadamente contra los monopolios y las oligarquías mass media en Argentina, es preciso advertir que el paso legal conquistado es sólo eso: un paso. Las tareas democráticas más importantes en comunicación están aun por ser cumplidas. Es preciso impulsar la democratización de las organizaciones de los trabajadores de los medios. Es preciso garantizar la democratización de la enseñanza de la comunicación y luchar contra todos los vicios burocráticos y academicistas que la victiman con impunidad obscena. Es preciso demandar la democratización de los presupuestos y las herramientas para la producción. Es preciso garantizar la participación directa de la clase trabajadora en los medios y garantizar que dispongan de herramientas comunicacionales suficientes. Es preciso integrar una revolución cultural, profunda y creadora, capaz de derrotar el fardo descomunal de vicios y manías a que nos ha acostumbrado la decadencia simbólica burguesa. Es preciso comprender el escenario continental de guerra mediática y entender la relación íntima entre los mass media oligarcas y bases militares en la “Guerra de Cuarta Generación”.
Es imprescindible sumar los éxitos, aun incipientes, que Argentina vive en materia de lucha contra la dominación mass media, a las luchas que en todo el continente se libran en el mismo sentido. Y esto es urgente. Argentina llega relativamente tarde a las luchas que, por ejemplo, ya se libran en Ecuador, Cuba, Bolivia, Brasil, Venezuela... Es vital contribuir a la construcción de una Corriente Internacional de la Comunicación hacia el Socialismo. Es indispensable dar la batalla de las ideas con base en la batalla de la organización sin los inexplicables sectarismos de la izquierda argentina, sin las pataletas del ego ni las manías del arribismo. Es imprescindible trabajar en un programa socialista de la comunicación basado en una comprensión revolucionaria de las tareas y una intervención semiótica de combate. No hay tiempo que perder. La derecha ya tiene una agenda para revertir los avances logrados.
Necesitamos una Revolución Internacionalista de la Comunicación contra el culto de la vanidad salivosa. Contra todo engendro de prostitución o cursilería. Comunicación contra la palabrería con calenturas patrioteras. Contra los retruécanos eyaculatorios de caballeros o niñas sensibleros, se llamen como se llamen, publiquen lo que publiquen, se premien como se premien. Comunicación necesaria, arma-herramienta de formas nuevas, venidas de la materia, del tiempo y el movimiento en la producción racional y emocional. Comunicación que transforme al mundo... que transforme la vida. No hemos visto todavía la mejor Comunicación y no debemos seguir retrazando su desarrollo.
Necesitamos una Revolución Internacionalista de la Comunicación que expanda e inaugure la conciencia de una humanidad sin clases, sin estado, sin propiedad privada. Comunicación que encienda todas las máquinas amorosas para la resolución de los problemas en la vida práctica, armada también con poesía. Y si logramos una Comunicación “bella” será porque es maravillosa, porque sólo lo maravilloso es bello, y semejante maravilla no puede provenir más que de poner en común nuestra fuerza para construir el futuro.
Por una Corriente Internacionalista de la Comunicación hacia el Socialismo
Por una Cumbre Latinoamericana de los pueblos en materia de Comunicación
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