sábado, 6 de junio de 2009

Cuba siempre.

José Gregorio Gonzalez

Después de 47 años execrada del seno de la Organización de Estados Americanos, Cuba de nuevo es noticia al derogarse la resolución que la mantenía como la “oveja negra” del sistema interamericano. Muchos años de complicidad, de sometimiento, de burla pasaron desde el 31 de enero de 1962 cuando se tomó la decisión de castigarla por impulsar su autonomía, su derecho a guiar al pueblo por los senderos del socialismo. Estados Unidos acostumbrado a imponer su doctrina imperialista no aceptó jamás el triunfo de la revolución cubana. Desde la OEA y la ONU se movieron los hilos del poder para sancionar a un estado que se perfilaba como el ejemplo a seguir en América. La dominación le permitía a EEUU mantener la hegemonía política en la región; dictaduras, gobiernos títeres y la manipulación económica facilitaron la injerencia del imperialismo en la mayoría de los países de América Latina.
El bloqueo impuesto a la hermana República de Cuba intentó ahogar la economía de la isla. Décadas de ignominia no bastaron para aislar a un país que pese a las presiones internacionales logró no sólo sobrevivir, sino convertirse en un referente internacional en el campo de la salud, la cultura y la educación por mencionar algunos. Desde el norte, los ataques arteros contra el pueblo cubano son sistemáticos; muchos de ellos buscan minar la dignidad de hombres y mujeres que luchan diariamente por mantener la revolución. Cincuenta años de política criminal naufragaron en las aguas de la dignidad cubana; jamás pensaron los gobernantes norteamericanos ni sus cómplices, que Cuba poseía un colectivo humano capaz de sobreponerse a cualquier intento de anular la revolución.
La Resolución VI adoptada en enero de 1962 y que queda sin efecto a partir del 3 de junio de este año, permitió empujar al pueblo cubano hacia el trabajo revolucionario; con más ahinco y perseverancia se sentaron las bases de un sistema que con sacrificios impulsó la igualdad social y política en su estado. Lamentablemente la OEA desde su nacimiento sólo ha servido a los intereses norteamericanos; si revisamos la historia contemporánea podemos visualizar el verdadero papel que juega este organismo en América. En muchas ocasiones sus miembros desviaron la mirada para no darse por enterados de los atropellos causados por EEUU; en otras actuaron como borregos o cómplices del país norteño.
Hoy se hace necesario indemnizar al pueblo cubano. Ser admitido en el organismo no es prioridad para la nación antillana; de hecho no le hace falta pues las relaciones bilaterales con otros gobiernos se han normalizado paulatinamente. Sin embargo, consideramos que no se debe manipular la realidad, Cuba nunca solicitó ser reintegrado y menos está en la disposición de aceptar condiciones para incorporarse a la OEA. Es hipócrita la posición de la Casa Blanca y algunos presidentes quienes pretenden condicionar a La Habana con el cuento de los Derechos Humanos y la apertura democrática dejando entrever que todavía controlan a los pueblos americanos. En la XXXIX Asamblea de la OEA quedó demostrado que marchamos hacia la auto determinación de los pueblos; que el imperio pierde progresivamente su área de influencia; que Cuba nos ha dado una lección de dignidad.

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