Nancy Mastronardi
A lo largo de la campaña electoral que concluyó este viernes, entre los opositores se ha visto la dualidad de los líderes de esta corriente de derecha en el país. Están los candidatos de la oposición que saben muy bien que no ganarán ni en su casa y entonces planean cantar fraude antes, durante y después de las elecciones; y están los que se creen “triunfadores” que hasta le lanzan flores al Consejo Nacional Electoral y llaman a sus electores a votar el 23 de noviembre, cuando en las pasadas elecciones regionales de 2004 llamaron a estos mismos electores a no votar porque el CNE no era una institución confiable. Los dos caminos son dudosos, como siempre, sobre todo cuando los caminos son señalados por los opositores. En unas elecciones deciden creer en el CNE y en otras no; dejan de lado a la minoría que los sigue y sólo piensan en sus intereses. De acuerdo a lo que les conviene deciden si confían o no en las instituciones del Estado. Una vez más, el 23 de noviembre los venezolanos asistirán a una fiesta democrática, completamente transparente e imparcial, tal como lo dejan claro las auditorías que se le practicó al sistema electoral venezolano, que en este proceso comicial será 100% automatizado, tal como lo señaló la presidenta del organismo, Tibisay Lucena. Más de 130 observadores de tribunales electorales y organismos internacionales de los cinco continentes acompañarán los comicios, lo que garantiza aún más la transparencia del Poder Electoral. Las indecisiones Ya para el 10 de noviembre, la mayor fuerza política del país, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), ratificó a sus 603 aspirantes, mientras que diversas agrupaciones de oposición evaluaban, a tan solo 12 días de las elecciones, cambios en las nóminas, una opción que permitió el Consejo Nacional Electoral hasta el pasado jueves. A ello se sumaron las presiones sobre diversos candidatos para que declinaran a favor de otros opositores, supuestamente, mejor ubicados en la preferencia popular. El caso más llamativo es el del independiente Claudio Fermín, a quien la dirigencia opositora presionó para que se retirara a favor de Stalin González, del partido Un Nuevo Tiempo. Sin embargo, de acuerdo con encuestadoras ninguno de los dos tiene opciones frente al ex vicepresidente Jorge Rodríguez, candidato del PSUV, en el capitalino municipio de Libertador, uno de los más grandes del país. Este panorama de indecisiones podría ser favorable para la oposición para anunciar fraude y así quedar como la víctima del juego y tapar sus errores; cuando realmente son los opositores los planificadores de la desestabilización del país después del 23N, con el apoyo del imperio estadounidense, tal como lo ha denunciado en reiteradas oportunidades el mismo presidente Hugo Chávez, el periodista José Vicente Rangel, entre otras personalidades. Y siguen los milagros Mientras planean anunciar fraude, desconocer al CNE y generar violencia en el país, algunos candidatos visitaron ciertos sectores de la ciudad para ofrecer milagros a los venezolanos. Antonio Ledezma, candidato opositor a la Alcaldía Mayor y ex alcalde de Libertador, quien gobernó por muchos años con el partido Acción Democrática, dijo durante la campaña que el mismo 24 de noviembre Caracas sería otra. Lo propio hicieron Carlos Ocariz, candidato opositor para alcaldía del municipio Sucre, y Henrique Capriles Radonski, aspirante opositor para la gobernación de Miranda, quien gobernó el municipio Baruta por ocho años y está públicamente vinculado con el golpe de Estado de 2002.
sábado, 22 de noviembre de 2008
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