Hernán Mena Cifuentes
EEUU, pese a ser el imperio más poderoso de la tierra, no ha triunfado en ninguna de las guerras que ha desatado en el planeta, y solo ha cosechado derrotas militares en Corea, Vietnam y las que sufre Iraq y Afganistán, además de las batallas políticas y diplomáticas que ha perdido con países del Tercer mundo como Cuba, una isla diminuta habitada por un pueblo gigante en dignidad. La derrota más reciente la sufrió el pasado jueves en la ciudad mexicana de Zacatecas, sede de la XXVII Reunión de Cancilleres del Grupo de Río, organismo regional creado hace 2 décadas por iniciativa de un grupo de países decididos a liberarse de la dominación que durante más de medio siglo ha mantenido en la OEA el imperio sobre los pueblos de América Latina y el Caribe a través del chantaje, la amenaza y la complicidad de sus lacayos. Ese día, Cuba, sorpresivamente, ingresó al Grupo de Río como miembro de pleno derecho mediante una magistral jugada diplomática que por iniciativa de Brasil y el apoyo del resto de los países que lo integran se ejecutó sobre el tablero del ajedrez político regional en el marco de la estrategia de liberación que se adelanta desde ese mecanismo, constituido en baluarte de la soberanía y dignidad de América Latina y el Caribe. El evento, que marcó un hito histórico en los anales de la diplomacia internacional, fue silenciado casi totalmente por los medios mercenarios al servicio del imperio, ya que apenas se le dedicaron reducidos espacios en la prensa escrita, la radio y televisión privados que se limitaron a registrar el hecho noticioso,sin extenderse en mayores comentarios sobre su significado, importancia y trascendencia. Cómo no habrían de callarlo, si se les vino encima todo el andamiaje que habían levantado para impedir el ingreso de la isla de la libertad al mecanismo hemisférico, como lo hicieron en agosto de 2004, cuando Washington y su manada de cachorros imperiales, que entonces eran muchos, vetaron la propuesta que esa vez presentó Brasil planteando la posibilidad de sostener un diálogo con Cuba con miras a su eventual ingreso al Grupo de Río. Cómo no habrían de silenciarlo o reducir su impacto, si saben que a partir de ahora, Cuba, el flamante nuevo miembro del Grupo de Río, estará siempre presente y alerta para defender y consolidar con su vasta experiencia revolucionaria la integridad política, social, económica y territorial de los pueblos de la región, sumándose a la exitosa misión que vienen cumpliendo con tanto éxito desde ese organismo los gobiernos y líderes progresistas que lo conforman. Prueba del ejemplar accionar que desempeña el Grupo de Río en defensa de la siempre amenazada integridad de los países de la región por parte del imperio y sus lacayos lo constituyó la unánime condena que el organismo aplicó el pasado mes de marzo al régimen colombiano de Uribe Vélez por la taimada y cobarde incursión del ejército colombiano que violó la soberanía e integridad territorial de Ecuador para asesinar a un grupo de revolucionarios de las FARC. Fue durante la XX Cumbre Presidencial del Grupo de Río celebrada en la capital dominicana donde mandatarios como Chávez, Correa, Ortega y la presidenta Cristina Fernández de Kirchner desnudaron una vez más ante el mundo la figura genocida del imperio y de uno de sus más sumisos vasallos y donde el Jefe de Estado venezolano desarticuló los planes de Washington y Bogotá orientados a desatar la guerra entre pueblos hermanos de la región. “Estamos a tiempo- dijo Chávez- de detener un vorágine de la cual pudiéramos arrepentirnos, y no sólo nosotros, sino nuestros hijos y comunidades, no sabemos durante cuanto tiempo”, y con sus palabras derribó el macabro andamiaje intrigas y mentiras que acompañaron al asesinato selectivo perpetrado por las tropas colombianas, cuyo oculto propósito era el de encender las llamas de un conflicto fraticida. Y es que en la cumbre de Santo Domingo se pudo constatar el grave e inminente peligro que representa para América del Sur el gobierno títere colombiano y su ejército asesino, convertido por Washington a través del Plan Colombia en cabeza de playa de una eventual invasión a la Amazonía, donde abundan los recursos naturales más codiciados por el imperio, como el “oro azul”, el agua de sus ríos que conforman la mayor reserva hídrica del planeta. El peligro no reside solamente en una eventual invasión o acción militar directa, sino en la descarada injerencia imperial en los asuntos internos de nuestros países, como ha venido sucediendo en Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Guatemala, Nicaragua, Uruguay y Venezuela, donde, como siempre, cuentan con la incondicional complicidad de la jerarquía de la Iglesia católica, la oligarquía y los medios mercenarios. En estos momentos puede evidenciarse esa amenaza en las patrias de Bolívar y de Sandino, a través de la conjura desatada por Washington y sus vasallos en Nicaragua, que tras la aplastante derrota sufrida por el candidato pitiyanqui a la alcaldía de Managua en las elecciones del pasado domingo tomaron las calles de la capital bajo la excusa de protestar por el resultado de los comicios, cuando la verdad es que buscan encender las llamas de una guerra. Lo mismo está por ocurrir en Venezuela este domingo, donde el imperio y sus secuaces han diseñado planes para desestabilizar a la Revolución Bolivariana que lidera el presidente Hugo Chávez Frías siguiendo el mismo guión escrito para Nicaragua, es decir, declarar que hubo fraude, aún antes de conocerse los resultados de los comicios a realizarse el 23-N. Sin embargo, los pueblos, junto con los organismos progresistas hemisféricos como el Grupo de Río y los del resto del planeta como la Organización de Países No Alineados, conscientes del peligro que para esos procesos revolucionarios constituyen esos macabros planes, siguen muy de cerca su desarrollo dispuestos a hacer oír sus voces que son las de miles de millones en todo el mundo, para neutralizar ese grave e inminente peligro. Por eso, en Zacatecas no se habría dado únicamente un acto de justicia y democracia, al que se opuso por mucho tiempo el imperio, sino que además habría sido una medida orientada a reforzar, con la inclusión de Cuba al Grupo, la vigilancia y defensa de la integridad territorial de la región, dada el comprobado historial de solidaridad que con los pueblos oprimidos del continente y del resto del planeta exhibe la revolución cubana. Con la incorporación de Cuba al Grupo de Río, integrado además por Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guayana, Haití, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela se ha ampliado aún más el horizonte de una revolución que en las últimas semanas ha ganado vitales espacios en el universo de la diplomacia internacional. Ello se debe en gran medida a la labor desempeñada por el canciller Felipe Pérez Roque, discípulo aplicado de Fidel, cuya incansable actividad contribuyó a la clausura de perversos entes introducidos por EEUU en la ONU y a la firma de acuerdos de cooperación bilateral en diversas áreas de la economía, el comercio y las finanzas, como los suscritos recientemente con Brasil la Unión Europea, China, Rusia y México. Todo esto evidencia la incapacidad de Washington para detener la marcha de una revolución y de un pueblo que, habiendo soportado con dignidad y valentía conspiraciones, invasiones, atentados terroristas y el más cruel y prolongado embargo económico, financiero y comercial de la historia, se dispone, desde el Grupo de Río, a defender la integridad y soberanía de América Latina y el Caribe de los últimos zarpazos de un imperio en agonía.
sábado, 22 de noviembre de 2008
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