Esmeralda García Ramírez
El TIAR, o Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, o Tratado de
Río (firmado el 02 de septiembre de 1947 en Río de Janeiro), fue un
pacto que los EE.UU. impuso a los países latinoamericanos en la Guerra
Fría, para defender a América de cualquier agresión, especialmente de la
antigua Unión Soviética. En el fondo es la Doctrina Monroe, que se
impuso como un acuerdo de defensa mutua interamericano, cuya área
geográfica de acción comprende a América y 300 millas a partir de la
costa, a los fines de que en caso de un ataque armado por cualquier
Estado contra un país de este continente se consideraría como una
agresión contra todos los países americanos, comprometiéndose cada una
de las partes contratantes a ayudar a hacer frente al ataque en
ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o
colectiva. Sin embargo, a pesar de su carácter defensivo en "pro de este
hemisferio", nunca se usó para la defensa de Argentina por las Islas
Malvinas (en 1982), por el contrario se avaló la intervención de otro
continente a este hemisferio, siendo EE.UU. el primero en irrumpir el
acuerdo, por ser miembro además de la OTAN, donde el Reino Unido era
también integrante. No obstante, el Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas se lavó las manos como Pilatos y exigió el retiro de Argentina
de las Islas Malvinas como condición a cualquier proceso de negociación
entre las partes, lo cual le permitió a los gringos hacerse los locos,
no hubo un cumplimiento de facto de las obligaciones del tratado, lo que
ayudó para que este tipo de instrumento de defensa multilateral quedara
seriamente deslegitimada. La prueba de fuego de aquel entonces para los
EE.UU. le obligó a apoyar a Inglaterra, como una demostración más de
que los países de este lado del continente nunca les ha interesado,
excepto sus recursos y control por la fuerza. Por ende el TIAR es un
mecanismo inútil que ha perdido legitimidad y vigencia, cuyo propósito
de resucitarlo es, irónicamente, invadir a Venezuela los EE.UU., junto a
la mayoría de los mismos países de este continente, por orden de su amo
Trump. Siendo así, el TIAR debería llamarse Tratado de Invasión Americano de Rapiña,
por su característica de ladrón, de robo de nuestros recursos, por lo
salvaje, antidemocrático, inhumano e ilegal del imperio americano contra
un pueblo de este mismo continente.
El TIAR del imperio, dirigido ahora por Trump, debe ser contundentemente rechazado y enfrentado por cualquier ciudadano Bolivariano, como otrora lo hicieran los países de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos (ALBA), comandados por el presidente Chávez, el 05 de junio de 2012. En este sentido, los pueblos de este hemisferio deben imponer la Alianza Bolivariana contra el TIAR de Trump; es decir, optar por el paradigma del pueblo, que es el mismo sistema que Bolívar pregonó en función de la libertad de los pueblos, cuya libertad hoy pretenden imponernos los caídos del TIAR, haciéndonos colonias a través de la intervención económica, militar y cultural. La descolonización, como lo dice el Plan de la Patria no es una campaña publicitaria, ni mucho menos un slogan de los pueblos libertarios, es la lucha de clases a la que ahora nos enfrentamos los latinoamericanos, TODOS, en este tiempo. Cualquier acción contra Venezuela dentro del marco de este tratado salvaje afectaría a toda la región, me atrevo a decir al planeta entero, debido al poderío militar de países como China, Rusia, Corea del Norte, entre otros, que nos blindaría. Colombia sería el más afectado no solo porque es nuestro vecino más cercano, sino porque viviría otra guerra sin precedentes, impredecible en el tiempo, por su traición al legado de Bolívar y por su entreguismo al imperio; hechos estos de los cuales no se recupera por su terquedad de ser una colonia yanqui. El informe de la Bachelet, la solicitud de Juan Guaidó desde la ilegal AN de solicitar la reincorporación de Venezuela ante el TIAR, la ratificación de esta petición de Julio Borges a su amo Trump, aúpan a una confrontación bélica contra Venezuela. Pero, nuestra terquedad como bolivarianos de independizarnos totalmente del imperio estadounidense sigue siendo nuestro máximo juramento. La legalidad o no de una intervención militar, desde el TIAR, o desde cualquier otro adefesio que invente el imperio contra Venezuela, no está en discusión para los bolivarianos; es decir, no estamos ahora en la época de la colonia para que otros determinen o no nuestro destino, si es legal o no. Estamos en una era con un estado mayor de consciencia revolucionaria en defensa de todo lo que atente contra la Patria de Bolívar. Así como Donald Trump el derecho internacional se lo pasa por el forro, nosotros los venezolanos bolivarianos y todo ciudadano del mundo que nos acompañe en esta lucha histórica, la defensa de nuestra soberanía es legal, es soberana, anti Imperialista, así diga el resto del mundo lo contrario, y la defenderemos no rodilla en tierra, sino parados, de pie, con las botas puestas y con la frente en alto, pues esta sería una guerra del bien contra el mal.
La defensa de la soberanía es el reto que debemos asumir desde una Alianza Bolivariana con todos los pueblos del mundo. Es nuestro bien más preciado, es el valor histórico de la etapa bicentenaria, es nuestro Objetivo Histórico, que se debe encaminar, además, hacia la independencia del aparato económico productivo, hacia la protección del sistema financiero, de nuestra moneda, la soberanía alimentaria, las capacidades de distribución y de abastecimiento en materia alimentaria, garantizando las libertades económicas del pueblo, al mismo tiempo la responsabilidad de los autores de los crímenes de guerra de toda índole que han aplicado contra Venezuela. Nuestro país ha sido guía, luz, modelo, para otras naciones del mundo desde la independencia con Bolívar, luego con el despertar de consciencia de Chávez y ahora estamos dando una gran lección al mundo de resistencia. La oposición ha sido necesaria para fortalecer nuestro proceso. El imperio utilizó a Guaidó (un personaje aparentemente débil, inexperto, inseguro, fácil de manipular, pero puede ser peor su parte espiritual que Trump), para cubrir su desparpajo de robarnos nuestros recursos y propulsar la guerra de manera "legal", para luego pagarle el favorcito por unas cuantas monedas de dólar, tal cual lo hizo Judas Iscariote. Obviamente, es una metáfora, Guaidó no es Jesús, pertenece a la parte oscura, es el pigmeo del imperio. Estamos ante una gran lucha interna con personajes como Guaidó que entregan hasta su madre por un puñado de dólares y ante una confrontación externa con países hermanos que nos ha llevado el imperio por querer el control de nuestros recursos. El imperio estadunidense ha tenido un gran dominio en estos países de América, el dólar dominó toda la economía, a pesar de la presencia de otra monedas en el escenario, pero su caída va en picada y una intervención contra el país ayudará a su desestabilización financiera; pero si no la hace, su economía también se afectará porque no goza de una fortaleza monetaria económica financiera, por eso agota sus últimos cartuchos contra Venezuela, imponiendo sanciones a China y generando conflictos entre otros países. Una gran Alianza Bolivariana de los pueblos hermanos contra el TIAR es indispensable para la estabilidad, la paz, el desarrollo de la región, la independencia nacional y del hemisferio.
El TIAR del imperio, dirigido ahora por Trump, debe ser contundentemente rechazado y enfrentado por cualquier ciudadano Bolivariano, como otrora lo hicieran los países de la Alternativa Bolivariana para los Pueblos (ALBA), comandados por el presidente Chávez, el 05 de junio de 2012. En este sentido, los pueblos de este hemisferio deben imponer la Alianza Bolivariana contra el TIAR de Trump; es decir, optar por el paradigma del pueblo, que es el mismo sistema que Bolívar pregonó en función de la libertad de los pueblos, cuya libertad hoy pretenden imponernos los caídos del TIAR, haciéndonos colonias a través de la intervención económica, militar y cultural. La descolonización, como lo dice el Plan de la Patria no es una campaña publicitaria, ni mucho menos un slogan de los pueblos libertarios, es la lucha de clases a la que ahora nos enfrentamos los latinoamericanos, TODOS, en este tiempo. Cualquier acción contra Venezuela dentro del marco de este tratado salvaje afectaría a toda la región, me atrevo a decir al planeta entero, debido al poderío militar de países como China, Rusia, Corea del Norte, entre otros, que nos blindaría. Colombia sería el más afectado no solo porque es nuestro vecino más cercano, sino porque viviría otra guerra sin precedentes, impredecible en el tiempo, por su traición al legado de Bolívar y por su entreguismo al imperio; hechos estos de los cuales no se recupera por su terquedad de ser una colonia yanqui. El informe de la Bachelet, la solicitud de Juan Guaidó desde la ilegal AN de solicitar la reincorporación de Venezuela ante el TIAR, la ratificación de esta petición de Julio Borges a su amo Trump, aúpan a una confrontación bélica contra Venezuela. Pero, nuestra terquedad como bolivarianos de independizarnos totalmente del imperio estadounidense sigue siendo nuestro máximo juramento. La legalidad o no de una intervención militar, desde el TIAR, o desde cualquier otro adefesio que invente el imperio contra Venezuela, no está en discusión para los bolivarianos; es decir, no estamos ahora en la época de la colonia para que otros determinen o no nuestro destino, si es legal o no. Estamos en una era con un estado mayor de consciencia revolucionaria en defensa de todo lo que atente contra la Patria de Bolívar. Así como Donald Trump el derecho internacional se lo pasa por el forro, nosotros los venezolanos bolivarianos y todo ciudadano del mundo que nos acompañe en esta lucha histórica, la defensa de nuestra soberanía es legal, es soberana, anti Imperialista, así diga el resto del mundo lo contrario, y la defenderemos no rodilla en tierra, sino parados, de pie, con las botas puestas y con la frente en alto, pues esta sería una guerra del bien contra el mal.
La defensa de la soberanía es el reto que debemos asumir desde una Alianza Bolivariana con todos los pueblos del mundo. Es nuestro bien más preciado, es el valor histórico de la etapa bicentenaria, es nuestro Objetivo Histórico, que se debe encaminar, además, hacia la independencia del aparato económico productivo, hacia la protección del sistema financiero, de nuestra moneda, la soberanía alimentaria, las capacidades de distribución y de abastecimiento en materia alimentaria, garantizando las libertades económicas del pueblo, al mismo tiempo la responsabilidad de los autores de los crímenes de guerra de toda índole que han aplicado contra Venezuela. Nuestro país ha sido guía, luz, modelo, para otras naciones del mundo desde la independencia con Bolívar, luego con el despertar de consciencia de Chávez y ahora estamos dando una gran lección al mundo de resistencia. La oposición ha sido necesaria para fortalecer nuestro proceso. El imperio utilizó a Guaidó (un personaje aparentemente débil, inexperto, inseguro, fácil de manipular, pero puede ser peor su parte espiritual que Trump), para cubrir su desparpajo de robarnos nuestros recursos y propulsar la guerra de manera "legal", para luego pagarle el favorcito por unas cuantas monedas de dólar, tal cual lo hizo Judas Iscariote. Obviamente, es una metáfora, Guaidó no es Jesús, pertenece a la parte oscura, es el pigmeo del imperio. Estamos ante una gran lucha interna con personajes como Guaidó que entregan hasta su madre por un puñado de dólares y ante una confrontación externa con países hermanos que nos ha llevado el imperio por querer el control de nuestros recursos. El imperio estadunidense ha tenido un gran dominio en estos países de América, el dólar dominó toda la economía, a pesar de la presencia de otra monedas en el escenario, pero su caída va en picada y una intervención contra el país ayudará a su desestabilización financiera; pero si no la hace, su economía también se afectará porque no goza de una fortaleza monetaria económica financiera, por eso agota sus últimos cartuchos contra Venezuela, imponiendo sanciones a China y generando conflictos entre otros países. Una gran Alianza Bolivariana de los pueblos hermanos contra el TIAR es indispensable para la estabilidad, la paz, el desarrollo de la región, la independencia nacional y del hemisferio.
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