Astolfo Sangronis Godoy
Cuando se habla de "nueva" guerra no convencional (NGNC) nos referimos a las características que tomado hoy en día. Entre los recursos de la guerra no convencional (GNC) en el siglo XX están: la propaganda sucia, el apoyo a grupos armados en territorio enemigo, el sabotaje, entre otras acciones que son consideradas no convencionales. La GNC se caracteriza por la clandestinidad y por ser usada para debilitar al enemigo desde su territorio. Con los avances tecnológicos en el siglo XXI, como las tecnologías de la información y la comunicación, los aspectos propios de la GNC han alcanzado un nuevo nivel de efectividad y su implementación ha dado pie a la NGNC, también conocida como guerra híbrida.
Si la guerra convencional tenía como objetivo la destrucción física del enemigo, la NGNC tiene como finalidad la conquista de la mente del adversario. La batalla, tal y como los plasmaron los analistas estadounidenses en los Documentos de Santa Fe en los años ochenta, es por la mente de la humanidad. En un contexto donde se hace cada vez más costoso mantener el gasto de un ejército desplegado por el mundo, el uso de técnicas menos costosas (pero igual o más efectivas), se ha convertido en la nueva política oficial de los Estados Unidos para intervenir en otros Estados.
El teatro de operaciones en el terreno a quedado en segundo plano, la guerra se ha desplazado al escenario mediático y perceptivo. Para esto la fuerza armada norteamericana publicó, en 2010 y reeditado en 2013, un manual (circulares) sobre la guerra no convencional, en dicho documento se detalla paso a paso el desarrollo de este nuevo tipo de guerra. La guerra no convencional es definida por Estados Unidos como "el conjunto de actividades dirigidas a posibilitar el desarrollo de un movimiento de resistencia o la insurgencia, para coaccionar, alterar o derrocar a un gobierno, o a tomar el poder mediante el empleo de una fuerza de guerrilla, auxiliar y clandestina, en un territorio enemigo", página 6 de la circular tc1801.
Para ejecutar la intervención directa primero hay que justificarla, de allí el papel de los medios. Estos manuales se complementan con otros publicados por el Instituto Albert Einstein, organismo financiado por el gobierno estadounidense, y se basa en la supuesta lucha no violenta, sin embargo en las publicaciones realizadas se describen "técnicas" de intervención que van desde las más simples a las más radicales, para esto utilizan la resistencia activa que consiste en provocar violentamente (como también puede leerse en los manuales publicados) a los cuerpos de seguridad del Estado buscando dos posibles reacciones, la represión o la permisividad, ambas respuestas refuerzan la imagen de un gobierno dictatorial o la de uno débil y fácil de conquistar.
Se han estudiado los manuales publicados o financiados por el gobierno de Estados Unidos, podemos ver un patrón que se ha construido a lo largo de todas las intervenciones durante el siglo XXI. Se trabajan ocho frentes de combate; económico, mediático, psicológico, cibernético, seguridad interior, militar, diplomático y político. Todos convergen en el frente mediático y cada uno posee su respectiva carga psicológica, los objetivos a destruir son el pueblo, el Estado y el gobierno (poder ejecutivo). La destrucción o debilitamiento de los objetivos mencionados provocaran el derrocamiento del gobierno por cualquier vía.
Es evidente la activación de todos los frentes en su máxima intensidad en Venezuela, los manuales se cumplen paso a paso. Según la estructura organizativa de los grupos clandestinos (La Resistencia) coordinado por Estados Unidos, existen 17 etapas para ejecutar acciones clandestinas (página 31 de la circular tc1801) que van desde estimular la insatisfacción política, económica y social hasta las acciones armadas a gran escala (provocar la guerra civil), actualmente Venezuela se encuentra en la etapa 15 de 17. A todas luces la futuras elecciones presidenciales implican un reto político pero también militar, ya que de fallar la toma del gobierno por la vía electoral el intervencionismo considerara la opción violenta (la opción militar ya reconocida públicamente por el presidente Trump), dependerá de la unión cívico-militar lograr disuadir esta amenaza, especialmente en el campo de guerra mediático e ideológico.
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