Carola Chávez.
Pasó como aquella vez hace dos años, cuando Capriles anunció por Twitter que iría al diálogo convocado por el presidente Maduro “para hacer temblar a Miraflores”. Y fue, y solo puso la torta. Bueno, Ramos Allup reeditó el fracaso con un anuncio con tintes de amenazas, un tuit para el lado gris de la historia: “Maduro, Delcy y Bernardo: aprietense los cinturones y peguense del taburete que vamos con todo a la OEA.” Así, sin tildes, porque la rabia le nubla la ortografía. Y con su “todo” se fue a Washington en el avión de su cuñado.
Todo se derrumbó, dentro de él, dentro de él. No hay derecho de palabra para Henry, a menos que quieras hacer como Maria Corina y sentarte como embajador de Paraguay que, en este caso, parece ser el país subalterno que insiste en llevar la voz cantante del Departamento de Estado. Pero Henry puede ser torpe, pero no tanto. Ya sabe lo que pasa cuando uno se pone a inventar mariacorinadas.
Tanta bulla para una reunión y fotos con sonrisas de disimulo, una rueda de prensa previa a la sesión del Consejo Permanente y un encierro en un saloncito con un monitor y un taburete. Allí, Henry, William “Sigatoka Negra” Dávila, Rafaél Poleo, Luís Florido y otros, aplaudieron a rabiar cuando el consejo aprobó, por 20 votos a 12, escuchar el informe de Almagro. ¡Los jodimos! Hasta las islas chulas votaron a favor de nosotros –celebró Henry.
Informe leído, tomaron la palabra los embajadores y el gesto triunfal de Henry se le derretía en la cara. Alguien le arrimó el taburete para que se sentara, su motor arrechísimo se le estaba enchumbando. Las cuentas fallaban: Entre los 20 votos a favor, los Estados Unidos moviendo sus hilos, algunos dejándose mover. Otros hilando la ambigüedad que les permite caer de pie, pase lo que pase, apostaban al dialogo impulsado por Unasur y agregaban algún ingrediente OEA. La frase repetida: “Votar a favor de la presentación del informe no significa que estemos de acuerdo con el contenido del mismo”. El diálogo ganó. Almagro y Henry no tenían los votos. Informe engavetado.
Al día siguiente, Henry intentó recoger los vidrios rotos con un tuit al estilo del Chavo del 8: “Sobre derecho de palabra OEA: decidimos pasar agachados adrede para no entorpecer la decisión que tambaleó al régimen.” Es decir, “al cabo que ni quería”.
Pasó como aquella vez hace dos años, cuando Capriles anunció por Twitter que iría al diálogo convocado por el presidente Maduro “para hacer temblar a Miraflores”. Y fue, y solo puso la torta. Bueno, Ramos Allup reeditó el fracaso con un anuncio con tintes de amenazas, un tuit para el lado gris de la historia: “Maduro, Delcy y Bernardo: aprietense los cinturones y peguense del taburete que vamos con todo a la OEA.” Así, sin tildes, porque la rabia le nubla la ortografía. Y con su “todo” se fue a Washington en el avión de su cuñado.
Todo se derrumbó, dentro de él, dentro de él. No hay derecho de palabra para Henry, a menos que quieras hacer como Maria Corina y sentarte como embajador de Paraguay que, en este caso, parece ser el país subalterno que insiste en llevar la voz cantante del Departamento de Estado. Pero Henry puede ser torpe, pero no tanto. Ya sabe lo que pasa cuando uno se pone a inventar mariacorinadas.
Tanta bulla para una reunión y fotos con sonrisas de disimulo, una rueda de prensa previa a la sesión del Consejo Permanente y un encierro en un saloncito con un monitor y un taburete. Allí, Henry, William “Sigatoka Negra” Dávila, Rafaél Poleo, Luís Florido y otros, aplaudieron a rabiar cuando el consejo aprobó, por 20 votos a 12, escuchar el informe de Almagro. ¡Los jodimos! Hasta las islas chulas votaron a favor de nosotros –celebró Henry.
Informe leído, tomaron la palabra los embajadores y el gesto triunfal de Henry se le derretía en la cara. Alguien le arrimó el taburete para que se sentara, su motor arrechísimo se le estaba enchumbando. Las cuentas fallaban: Entre los 20 votos a favor, los Estados Unidos moviendo sus hilos, algunos dejándose mover. Otros hilando la ambigüedad que les permite caer de pie, pase lo que pase, apostaban al dialogo impulsado por Unasur y agregaban algún ingrediente OEA. La frase repetida: “Votar a favor de la presentación del informe no significa que estemos de acuerdo con el contenido del mismo”. El diálogo ganó. Almagro y Henry no tenían los votos. Informe engavetado.
Al día siguiente, Henry intentó recoger los vidrios rotos con un tuit al estilo del Chavo del 8: “Sobre derecho de palabra OEA: decidimos pasar agachados adrede para no entorpecer la decisión que tambaleó al régimen.” Es decir, “al cabo que ni quería”.
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