Carola Chávez
Estaban todos en la sala donde se habían citado. En la pared, un televisor panorámico. Sobre las mesas, grandes poncheras -perdón- bowls de cotufas -excuse me- pop corn bañados en mantequilla. Aunque eran apenas de las nueve de la mañana, había botellas de whisky dispuestas coquetamente al lado de las jarras de agua de coco, junto a unos centros de mesa con claveles azules, blancos y rojos, entremezclados con banderitas de los Estados Unidos y estrellitas de escarcha, todo con el sello inconfundible de Ronald Carreño, experto en estos temas tan sensibles. Esta vez sí había quorum. Por primera vez en la historia, todos los diputados de la MUD habían llegado puntualmente. El optimismo del que está bien dateado se respiraba en el ambiente helado porque el aire acondicionado estaba prendido a todo volumen. “Que se joda Motta Domínguez ” –decía tiritando Ismael García, mientras se ponía aquel legendario abrigo que en Washington lo protegió de “la lluvia de nieve”.
Ramos Allup, en su condición de Presidente de la AN, fungía de anfitrión, cosa que molestó a Julio Borges porque Ramos no le deja ni un cachito del poder que alcanzaron con los votos mayoritarios de Primero Justicia. “Anda a contar las sillas, lechugino, que tú eres bueno para la matemáticas” –le espetó Henry Ramos a Borges cuándo éste le reclama su cuota de poder, aunque fuera para presidir este evento extraoficial. “Freddy Guevara no viene porque está en Cancún defendiendo la libertad” –anunció su compañera de guarimbas, Gabi Arellano, que parece ser la única en echar de menos al diputado cinco estrellas. “María Corina está allá abajo exigiendo que la dejemos entrar” –le informó angustiadísimo Roland Carreño al anfitrión. “Díganle a esa parejera que se vaya a comer chicharrón con pelos y vuelva cuando sea diputada” –ordenó Henry, que tenía el motor de la lengua acelerado.
“Ya empezó, ya empezó” –anunció Roland Carreño aplaudiendo y dando alegres brinquitos por la sala. Todos tomaron sus asientos, menos Julio Borges, que había contado mal las sillas y se tuvo que quedar de pie. “Coño, desde aquí no se ve nada” –dijo Ismael García que, por la fuerza de la costumbre, se había sentado de espaldas al televisor.
Empezó la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA con el aplauso cerrado y casi unánime de la bancada de la MUD. Solo un diputado no aplaudió porque estaba revolviendo su whisky con el dedo. ¡Carta, carta, carta! –coreaban mientras iniciaba la sesión. “¡Shhhhhhh!” –mandó a poner orden Ramos Allup cuando tomó la palabra el embajador de Canadá. “¡Ese es mi gallo!” –gritó Guanipa desde el fondo del salón, creyendo que el pollo canadiense era un gallo tan solo porque se le veía el plumero imperialista.
El ánimo festivo duró poco. En la medida que avanza la jornada, los diputados perdían el apetito. Las cotufas se ponían chiclosas en la mesa, a diferencia del whisky que empezaba a bajar a palo seco, como para amortiguar el trancazo. “¡A quién carajo se le ocurre que el voto de esas islitas, habitadas por cuatro gatos negros, tengan el mismo peso que el voto de los United States! Esa vaina no puede ser. ¿Y quién se cree ese señor de Dominica, con ese colorcito, para tratar a nuestro Almagro de sirviente? ¡El mundo al revés!. ¡Chulos, chulos! ¡Vampiros de petrodólares!” –Comentaban destemplados. “¿Vieron la pinta del embajador de Bolivia con ese sombrerito y esa trenza de indio? Si yo fuera boliviana me moriría de pena –añadió, aria, Delsa Solórzano.
Argentina, que preside el Consejo, anunció el primer receso. El motor de Ramos Allup se recalienta. Julio Borges asegura que tienen los votos en la OEA, que él mismito los contó. Entonces el nerviosismo se vuelve certeza. ¡Nos jodimos! –dice Ismael, aún de espaldas.
Canadá y los Estados Unidos pierden la calma. Argentina, con la ONU en mente, guabinea y pide un receso. Ramos Allup desespera y anuncia la derrota. Desde su cuenta de Twitter, enfila contra Macri el más arrecho de sus motores: el de los insultos. Está tan bravo Henry que no puede insultarlo con gracia y colorido. No le importa, la cosa es insultar e insulta como puede. “Macri, micro, hipócrita” –le dice al Presidente argentino. “Malcorra, mal corra” –le dice, furibundo, a su canciller.
Pasan las horas. Otro receso, otra vez toman la palabra. Los embajadores no se dejan meter gato por liebre. Finalmente hay consenso: No hay Carta Democrática. Los problemas de los venezolanos los resuelven los venezolanos. Todo pasa por el diálogo que impulsa UNASUR.
¡Nos traicionaron! Tuitean desde la cuenta de Dólar Today. La oposición descarga su arrechera virtual tras una nueva derrota. Ramos Allup se da cuenta de la cagada que puso con su admisión de derrota temprana y su rosario de insultos. Trata de recoger los vidrios rotos celebrando una supuesta derrota chavista que, de ser cierta, no habría razón para que Henry estuviera tan perturbado. Ya no hay nada que hacer. El último, que apague la luz.
Ya bien entrada la noche, solo en el salón, Henry mastica una cotufa fría, repasando en cámara lenta la desastrosa jornada. Mientras tanto, en Washington, Almagro se arma de valor para salir del baño donde pasó el día escondido. Mañana será otro día…
Estaban todos en la sala donde se habían citado. En la pared, un televisor panorámico. Sobre las mesas, grandes poncheras -perdón- bowls de cotufas -excuse me- pop corn bañados en mantequilla. Aunque eran apenas de las nueve de la mañana, había botellas de whisky dispuestas coquetamente al lado de las jarras de agua de coco, junto a unos centros de mesa con claveles azules, blancos y rojos, entremezclados con banderitas de los Estados Unidos y estrellitas de escarcha, todo con el sello inconfundible de Ronald Carreño, experto en estos temas tan sensibles. Esta vez sí había quorum. Por primera vez en la historia, todos los diputados de la MUD habían llegado puntualmente. El optimismo del que está bien dateado se respiraba en el ambiente helado porque el aire acondicionado estaba prendido a todo volumen. “Que se joda Motta Domínguez ” –decía tiritando Ismael García, mientras se ponía aquel legendario abrigo que en Washington lo protegió de “la lluvia de nieve”.
Ramos Allup, en su condición de Presidente de la AN, fungía de anfitrión, cosa que molestó a Julio Borges porque Ramos no le deja ni un cachito del poder que alcanzaron con los votos mayoritarios de Primero Justicia. “Anda a contar las sillas, lechugino, que tú eres bueno para la matemáticas” –le espetó Henry Ramos a Borges cuándo éste le reclama su cuota de poder, aunque fuera para presidir este evento extraoficial. “Freddy Guevara no viene porque está en Cancún defendiendo la libertad” –anunció su compañera de guarimbas, Gabi Arellano, que parece ser la única en echar de menos al diputado cinco estrellas. “María Corina está allá abajo exigiendo que la dejemos entrar” –le informó angustiadísimo Roland Carreño al anfitrión. “Díganle a esa parejera que se vaya a comer chicharrón con pelos y vuelva cuando sea diputada” –ordenó Henry, que tenía el motor de la lengua acelerado.
“Ya empezó, ya empezó” –anunció Roland Carreño aplaudiendo y dando alegres brinquitos por la sala. Todos tomaron sus asientos, menos Julio Borges, que había contado mal las sillas y se tuvo que quedar de pie. “Coño, desde aquí no se ve nada” –dijo Ismael García que, por la fuerza de la costumbre, se había sentado de espaldas al televisor.
Empezó la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA con el aplauso cerrado y casi unánime de la bancada de la MUD. Solo un diputado no aplaudió porque estaba revolviendo su whisky con el dedo. ¡Carta, carta, carta! –coreaban mientras iniciaba la sesión. “¡Shhhhhhh!” –mandó a poner orden Ramos Allup cuando tomó la palabra el embajador de Canadá. “¡Ese es mi gallo!” –gritó Guanipa desde el fondo del salón, creyendo que el pollo canadiense era un gallo tan solo porque se le veía el plumero imperialista.
El ánimo festivo duró poco. En la medida que avanza la jornada, los diputados perdían el apetito. Las cotufas se ponían chiclosas en la mesa, a diferencia del whisky que empezaba a bajar a palo seco, como para amortiguar el trancazo. “¡A quién carajo se le ocurre que el voto de esas islitas, habitadas por cuatro gatos negros, tengan el mismo peso que el voto de los United States! Esa vaina no puede ser. ¿Y quién se cree ese señor de Dominica, con ese colorcito, para tratar a nuestro Almagro de sirviente? ¡El mundo al revés!. ¡Chulos, chulos! ¡Vampiros de petrodólares!” –Comentaban destemplados. “¿Vieron la pinta del embajador de Bolivia con ese sombrerito y esa trenza de indio? Si yo fuera boliviana me moriría de pena –añadió, aria, Delsa Solórzano.
Argentina, que preside el Consejo, anunció el primer receso. El motor de Ramos Allup se recalienta. Julio Borges asegura que tienen los votos en la OEA, que él mismito los contó. Entonces el nerviosismo se vuelve certeza. ¡Nos jodimos! –dice Ismael, aún de espaldas.
Canadá y los Estados Unidos pierden la calma. Argentina, con la ONU en mente, guabinea y pide un receso. Ramos Allup desespera y anuncia la derrota. Desde su cuenta de Twitter, enfila contra Macri el más arrecho de sus motores: el de los insultos. Está tan bravo Henry que no puede insultarlo con gracia y colorido. No le importa, la cosa es insultar e insulta como puede. “Macri, micro, hipócrita” –le dice al Presidente argentino. “Malcorra, mal corra” –le dice, furibundo, a su canciller.
Pasan las horas. Otro receso, otra vez toman la palabra. Los embajadores no se dejan meter gato por liebre. Finalmente hay consenso: No hay Carta Democrática. Los problemas de los venezolanos los resuelven los venezolanos. Todo pasa por el diálogo que impulsa UNASUR.
¡Nos traicionaron! Tuitean desde la cuenta de Dólar Today. La oposición descarga su arrechera virtual tras una nueva derrota. Ramos Allup se da cuenta de la cagada que puso con su admisión de derrota temprana y su rosario de insultos. Trata de recoger los vidrios rotos celebrando una supuesta derrota chavista que, de ser cierta, no habría razón para que Henry estuviera tan perturbado. Ya no hay nada que hacer. El último, que apague la luz.
Ya bien entrada la noche, solo en el salón, Henry mastica una cotufa fría, repasando en cámara lenta la desastrosa jornada. Mientras tanto, en Washington, Almagro se arma de valor para salir del baño donde pasó el día escondido. Mañana será otro día…
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