domingo, 18 de mayo de 2014

Tras la capucha.

LUIS BRITTO GARCÍA.

 ¿Qué esconde el terrorismo encapuchado?
En un relato de García Márquez figura una pensión que en lugar de excusados ofrece máscaras para que sus clientes hagan sus necesidades en plena calle. Oculta el rostro quien se avergüenza. ¿Qué esconde el terrorismo encapuchado?

Medios nacionales e internacionales pretenden presentar a los terroristas como “estudiantes” y “pacíficos”. Las cifras dicen otra cosa. La fiscal Luisa Ortega Díaz revela que unas 174 personas quedan privadas de libertad mientras avanzan las averiguaciones. De estas, apenas 12 eran estudiantes, menos de 7%. A principios de mayo las autoridades allanan campamentos que mantienen focos de perturbación, y detienen a 243 personas. No más de 20% de ellas estudian. Vigilantes de la UCV detienen a cinco violentos armados. Solo uno era estudiante, pero de otra universidad.

La Fiscal General revela que 49 de las 190 pruebas de droga practicadas a opositores detenidos en el desalojo de los campamentos dieron positivo. No parece comportamiento ejemplar de defensa de derechos políticos. ¿Quieren el poder para imponer al resto de la población sus modelos de conducta?

El ministro de Interior y Justicia declara que entre los detenidos figuran 58 extranjeros, 21 comprobadamente paramilitares colombianos, otros con órdenes de captura en Interpol, otros terroristas buscados en Medio Oriente: algunos en posesión de arsenales de armas y sustancias incendiarias, muchos con prontuarios de narcotráfico. De triunfar estos forasteros, ¿ejercerán sus pacíficas profesiones desde el poder?

Tras la capucha, mienten medios internacionales y nacionales, se ocultan seres “pacíficos”. Entre el 12 de febrero y mayo la violencia que desencadenan arroja un saldo provisional de 42 muertos, en las categorías siguientes: 1) 20 víctimas fatales bolivarianas, que comprenden 9 militantes del Psuv y agrupaciones sociales afines, 10 miembros de cuerpos de seguridad pública del Estado (GNB, PNB y el Sebin) y un fiscal del Ministerio Público. 2) 15 ciudadanos cuya filiación política no se conoce, víctimas de diversos episodios de violencia. 3) El resto de víctimas fatales se podrían adscribir a la oposición, de los cuales solo 8 fallecieron por actos imputables a las autoridades, y 7 fueron víctimas de incidentes creados por cortes viales o sus propios actos: uno murió al accionar un mortero improvisado, otro se electrocutó al reponer un obstáculo para una barricada, un tercero cayó desde la azotea de su propia casa.

Tal masacre no se debe a “estudiantes”, “desarmados” y mucho menos “pacíficos”. Parte considerable de los bolivarianos perecieron por disparos en la cabeza, a veces desde larga distancia. Una estudiante opositora falleció de un tiro en la nuca, asestado desde las propias filas de la manifestación opositora. Tampoco es táctica estudiantil el incendio y destrucción de cerca de un centenar de unidades de transporte colectivo, de varias centrales eléctricas, universidades, bibliotecas y un preescolar con 89 niños dentro.

Ninguna proclama, manifiesto o plan de gobierno ha sido esgrimido como excusa para esta hecatombe de compatriotas. Ocultamos nuestros propósitos cuando son más inconfesables que nuestros actos. Una masiva campaña de incendios y asesinatos no se mantiene durante más de tres meses sin complicidades ni financiamiento ¿Levantamos un poco más la capucha terrorista? Tras ella atisban la CIA, la Usaid, la NED, las mil y una ONG creada para distribuir sus fondos y los de los empresarios para pagar mercenarios, los partidos opositores que no han condenado el terrorismo, la Fundación Internacionalismo para la Democracia, de Álvaro Uribe Vélez, el Paquete Neoliberal que privatizará Pdvsa y la educación, la salud y la seguridad social, y traerá de regreso los niveles de pobreza de 70% del siglo pasado. Te conozco, mascarita. No me trates de engañar. 
 
 

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