Miguel Guaglianone.
La barbarie nos domina
Más allá de los necesarios análisis
socio-políticos (tanto de coyuntura como generales) que nos ayudan a
comprender nuestro complejo mundo actual, es necesario no perder de
vista que la gran crisis que podamos detectar en éstas áreas, es solo
una de las facetas de la crisis general que atraviesa nuestra
contemporánea Civilización Occidental.
Tanto la forma como está estructurado el
sistema de poder que conduce hoy los destinos de la humanidad, como
sus intereses particulares, están dejando como saldo nefasto -con
consecuencias a muy largo plazo- lo que se ha llamado la crisis
ecológica.
El sistema industrial de producción
capitalista, universalizado y globalizado, deja con sus acciones y en
forma totalmente impune un “efecto colateral” de agotamiento de recursos
no renovables, de contaminación ambiental y de alteraciones en el
ecosistema, de consecuencias graves para todo el planeta.
A la fecha está bastante claro que:
1) Nuestra civilización industrial
viene produciendo desde hace casi dos siglos como subproducto del uso de
maquinarias y factorías, contaminación industrial. A esa contaminación
producida directamente por el proceso de producción (hollín, ácidos, CO2
y otros elementos física y químicamente agresivos) se ha ido agregando
progresivamente la acumulación de desechos no biodegradables (no
posibles de reabsorber por la naturaleza) resultado de un sistema
productivo basado en el consumo creciente de bienes y servicios
desechables, que se van acumulando en lugares concretos del planeta (los
inmensos bolsones de plástico en el Océano Pacífico por ejemplo).
2) La expansión de la especie humana,
sobre todo en el último siglo y medio, ha incrementado notablemente la
extinción de muchas especies vivas. Sin tomar como primer ejemplo la
depredación de los mares, o la destrucción sistemática de hábitats
naturales provocada por la expansión urbana, en los últimos tiempos la
proliferación de los organismos modificados genéticamente (los
transgénicos) ha acelerado notablemente la desaparición de especies
vegetales y animales.
3) La producción industrial
incontrolada genera directamente el progresivo agotamiento de los
recursos no renovables (y finitos) del planeta. Además, se está haciendo
evidente que el sistema económico imperante produce también la escasez
de recursos mucho más vitales, como los alimentos y el agua. Ya el
hambre constituye un sistema global de devastación crónica. Las cifras
de la FAO son terribles cuando hablan de la muerte diaria de niños en el
planeta por hambre. La falta de agua potable para abastecer las
necesidades de la humanidad es la otra espada de Damocles que está
pendiente sobre nuestras cabezas.
Sin embargo, estas verdades evidentes no
son parte de las realidades consideradas por el sistema-mundo para su
funcionamiento. La loca carrera de la producción industrial se mantiene,
enviando sistemáticamente a la atmósfera millones de toneladas de gases
contaminantes generadores del “efecto invernadero” que está provocando
un aumento de la temperatura global del planeta de efectos a mediano y
largo plazo que pueden ser devastadores.
Aquí podemos apreciar hasta que punto,
el control de los grandes medios de comunicación sirve de eficaz
herramienta para mantener la dominación mundial, controlando la “opinión
pública” global.
Los hechos ecológicos que enunciamos
están científicamente probados, por experimentación científica seria que
demuestra la validez de las señales de alarma.
Sin embargo la realidad política es que
alrededor de cuatrocientos grupos corporativos, controlan el 80% del
capital mundial, y son quienes realmente detentan el poder mundial
(ocultos tras la fachada de los gobiernos de los estados-nación). A
estos grupos corporativos sólo les interesa su lucro inmediato. Tomar
medidas para intentar contrarrestar los efectos del sistema industrial
afectaría directamente sus ganancias a corto plazo. Entonces no
solamente no están dispuestos a permitir que el problema se enfrente,
sino que ponen en juego sus inmensos recursos para lograrlo. Así por
ejemplo, publicitan masivamente a través de las cadenas mediáticas
corporativas, opiniones de los científicos que son sus empleados (y que
dependen de ellos para su sustento) que descalifican o desvían la
atención de aquellos estudios que muestran los graves peligros
ecológicos (el efecto invernadero, el derretimiento de los hielos de
ambos polos terrestres, la contaminación y sus efectos en la salud
humana, las impredecibles consecuencias del uso de los transgénicos,
etc.). Un paradigma de ello es la página web de Monsanto, la mayor
corporación contaminante y productora de transgénicos del mundo, que
allí aparece como adalid de “la salud del planeta”.
Las grandes corporaciones producen así
un “ruido comunicacional” que mantiene a las grandes masas de población
en la imposibilidad de tomar conciencia de la gravedad de los hechos.
Igualmente presionan sobre los gobiernos (sobre todo los centrales, como
EE.UU. y China, los mayores contaminadores del planeta) para que no
tomen ningún tipo de decisión política al respecto.
Mantener el status quo, aunque sea
suicida para toda la humanidad, es la actitud de los grandes poderes
fácticos que controlan hoy nuestro mundo. En un recorrido de
autodestrucción (que siempre nos recuerda a los lemmings, esos
animalitos nórdicos que todos los años se suicidan en masa arrojándose
al mar) los siete mil millones de seres humanos que habitamos el planeta
nos vemos empujados hacia un futuro que parece no tener salida.
El fracking
La última innovación en este sistema
alucinante, es el intento de masificar la extracción de hidrocarburos a
través de la técnica del “fracking” (fractura). El progresivo
agotamiento, sobre todo en los EE.UU. y Arabia Saudí de los pozos
tradicionales está llevando (a las corporaciones y al gobierno) hacia la
utilización masiva de esta nueva forma de extracción. Inevitablemente,
las necesidades inmediatas hacen que se pongan en juego acciones de
consecuencias imprevisibles.
La extracción normal de los
hidrocarburos consiste en perforar y llevar a la superficie los
“bolsones” creados por la naturaleza, que generalmente son líquidos,
gaseosos o en algunos casos (como parte de nuestra Franja Petrolífera
del Orinoco) en forma de bitúmenes oleosos. El vacío que deja la
extracción, generalmente se compensa con las presiones normales de las
capas geológicas, ya que se extraen materiales “blandos” o fluidos.
En el caso del fracking, la técnica
consiste en perforar lateralmente, y a partir de inmensas cantidades de
agua a alta presión, fracturar las rocas donde se encuentran fusionados
los hidrocarburos. No se tienen en cuenta en absoluto para aplicarlo,
que efectos producirá sobre la solidez de los terrenos más superficiales
la desaparición brusca de estamentos completos de roca sólida y por
supuesto tampoco se tiene en cuenta el uso de las inmensas cantidades de
agua (líquido vital y cada vez más escaso en el planeta) que esta
técnica derrocha sin limitaciones. Por supuesto que tampoco se menciona
que los subproductos tóxicos de la técnica (benceno, metano, etc.)
quedan libres en los estratos geológicos y contaminan acuíferos y ríos
subterráneos con susbstancias altamente cancerígenas
Frente a la crisis de Ucrania y la
posible presión de Rusia sobre la Unión Europea, por la dependencia que
ella tiene del petróleo y el gas rusos, el propio presidente Obama viajó
al viejo continente y ofreció sustituir los abastecimientos de
hidrocarburos de Moscú por los de EE.UU. que por supuesto serían
extraídos por fracking, dando de esa manera un espaldarazo final a la
universalización de esta técnica (primero en los EE.UU. y luego en el
resto del mundo).
No sólo tenemos entonces los métodos
tradicionales de contaminar y devastar al planeta, sino que la capacidad
“creativa” del sistema está siempre sorprendiéndonos con la
implantación de tecnologías y acciones que aportan siempre más a la
destrucción de nuestro entorno.
La única manera que tenemos de enfrentar
estos hechos consumados, es profundizar la denuncia a través de las
redes de comunicación alternativa, y participar, apoyar y alentar a los
movimientos sociales que se enfrentan a la situación.
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