martes, 20 de mayo de 2014

Los intereses de las corporaciones y la destrucción del planeta.

Miguel Guaglianone.

 

La barbarie nos domina
Más allá de los necesarios análisis socio-políticos (tanto de coyuntura como generales) que nos ayudan a comprender nuestro complejo mundo actual, es necesario no perder de vista que la gran crisis que podamos detectar en éstas áreas, es solo una de las facetas de la crisis general que atraviesa nuestra contemporánea Civilización Occidental.
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Tanto la forma como está estructurado el sistema de poder que conduce hoy  los destinos de la humanidad, como sus intereses particulares, están dejando como saldo nefasto -con consecuencias a muy largo plazo- lo que se ha llamado la crisis ecológica.
El sistema industrial de producción capitalista, universalizado y globalizado, deja con sus acciones y en forma totalmente impune un “efecto colateral” de agotamiento de recursos no renovables, de contaminación ambiental y de alteraciones en el ecosistema, de consecuencias graves para todo el planeta.

A la fecha está bastante claro que:
1)   Nuestra civilización industrial viene produciendo desde hace casi dos siglos como subproducto del uso de maquinarias y factorías, contaminación industrial. A esa contaminación producida directamente por el proceso de producción (hollín, ácidos, CO2 y otros elementos física y químicamente agresivos) se ha ido agregando progresivamente la acumulación de desechos no biodegradables (no posibles de reabsorber por la naturaleza) resultado de un sistema productivo basado en el consumo creciente de bienes y servicios desechables, que se van acumulando en lugares concretos del planeta (los inmensos bolsones de plástico en el Océano Pacífico por ejemplo).
2)   La expansión de la especie humana, sobre todo en el último siglo y medio, ha incrementado notablemente la extinción de muchas especies vivas. Sin tomar como primer ejemplo la depredación de los mares, o la destrucción sistemática de hábitats naturales provocada por la expansión urbana, en los últimos tiempos la proliferación de los organismos modificados genéticamente (los transgénicos) ha acelerado notablemente la desaparición de especies vegetales y animales.
3)  La producción industrial incontrolada genera directamente el progresivo agotamiento de los recursos no renovables (y finitos) del planeta. Además, se está haciendo evidente que el sistema económico imperante produce también la escasez de recursos mucho más vitales, como los alimentos y el agua. Ya el hambre constituye un sistema global de devastación crónica. Las cifras de la FAO son terribles cuando hablan de la muerte diaria de niños en el planeta por hambre. La falta de agua potable para abastecer las necesidades de la humanidad es la otra espada de Damocles que está pendiente sobre nuestras cabezas.
Sin embargo, estas verdades evidentes no son parte de las realidades consideradas por el sistema-mundo para su funcionamiento. La loca carrera de la producción industrial se mantiene, enviando sistemáticamente a la atmósfera millones de toneladas de gases contaminantes generadores del “efecto invernadero” que está provocando un aumento de la temperatura global del planeta de efectos a mediano y largo plazo que pueden ser devastadores.
Aquí podemos apreciar hasta que punto, el control de los grandes medios de comunicación sirve de eficaz herramienta para mantener la dominación mundial, controlando la “opinión pública” global.
Los hechos ecológicos que enunciamos están científicamente probados, por experimentación científica seria que demuestra la validez de las señales de alarma.
Sin embargo la realidad política es que alrededor de cuatrocientos grupos corporativos, controlan el 80% del capital mundial, y son quienes realmente detentan el poder mundial (ocultos tras la fachada de los gobiernos de los estados-nación). A estos grupos corporativos sólo les interesa su lucro inmediato. Tomar medidas para intentar contrarrestar los efectos del sistema industrial afectaría directamente sus ganancias a corto plazo. Entonces no solamente no están dispuestos a permitir que el problema se enfrente, sino que ponen en juego sus inmensos recursos para lograrlo. Así por ejemplo, publicitan masivamente a través de las cadenas mediáticas corporativas, opiniones de los científicos que son sus empleados (y que dependen de ellos para su sustento) que descalifican o desvían la atención de aquellos estudios que muestran los graves peligros ecológicos (el efecto invernadero, el derretimiento de los hielos de ambos polos terrestres, la contaminación y sus efectos en la salud humana, las impredecibles consecuencias del uso de los transgénicos, etc.). Un paradigma de ello es la página web de Monsanto, la mayor corporación contaminante y productora de transgénicos del mundo, que allí aparece como adalid de “la salud del planeta”.
Las grandes corporaciones producen así un “ruido comunicacional” que mantiene a las grandes masas de población en la imposibilidad de tomar conciencia de la gravedad de los hechos. Igualmente presionan sobre los gobiernos (sobre todo los centrales, como EE.UU. y China, los mayores contaminadores del planeta) para que no tomen ningún tipo de decisión política al respecto.
Mantener el status quo, aunque sea suicida para toda la humanidad, es la actitud de los grandes poderes fácticos que controlan hoy nuestro mundo. En un recorrido de autodestrucción (que siempre nos recuerda a los lemmings, esos animalitos nórdicos que todos los años se suicidan en masa arrojándose al mar) los siete mil millones de seres humanos que habitamos el planeta nos vemos empujados hacia un futuro que parece no tener salida.
 El fracking
La última innovación en este sistema alucinante, es el intento de masificar la extracción de hidrocarburos a través de la técnica del “fracking” (fractura). El progresivo agotamiento, sobre todo en los EE.UU. y Arabia Saudí de los pozos tradicionales está llevando (a las corporaciones y al gobierno) hacia la utilización masiva de esta nueva forma de extracción. Inevitablemente, las necesidades inmediatas hacen que se pongan en juego acciones de consecuencias imprevisibles.
La extracción normal de los hidrocarburos consiste en perforar y llevar a la superficie los “bolsones” creados por la naturaleza, que generalmente son líquidos, gaseosos o en algunos casos (como parte de nuestra Franja Petrolífera del Orinoco) en forma de bitúmenes oleosos. El vacío que deja la extracción, generalmente se compensa con las presiones normales de las capas geológicas, ya que se extraen materiales “blandos” o fluidos.
En el caso del fracking, la técnica consiste en perforar lateralmente, y a partir de inmensas cantidades de agua a alta presión, fracturar las rocas donde se encuentran fusionados los hidrocarburos.  No se tienen en cuenta en absoluto para aplicarlo, que efectos producirá sobre la solidez de los terrenos más superficiales la desaparición brusca de estamentos completos de roca sólida y por supuesto tampoco se tiene en cuenta el uso de las inmensas cantidades de agua (líquido vital y cada vez más escaso en el planeta) que esta técnica derrocha sin limitaciones. Por supuesto que tampoco se menciona que los subproductos tóxicos de la técnica (benceno, metano, etc.) quedan libres en los estratos geológicos y contaminan acuíferos y ríos subterráneos con susbstancias altamente cancerígenas
Frente a la crisis de Ucrania y la posible presión de Rusia sobre la Unión Europea, por la dependencia que ella tiene del petróleo y el gas rusos, el propio presidente Obama viajó al viejo continente y ofreció sustituir los abastecimientos de hidrocarburos de Moscú por los de EE.UU. que por supuesto serían extraídos por fracking, dando de esa manera un espaldarazo final a la universalización de esta técnica (primero en los EE.UU. y luego en el resto del mundo).
No sólo tenemos entonces los métodos tradicionales de contaminar y devastar al planeta, sino que la capacidad “creativa” del sistema está siempre sorprendiéndonos con la implantación de tecnologías y acciones que aportan siempre más a la destrucción de nuestro entorno.
La única manera que tenemos de enfrentar estos hechos consumados, es profundizar la denuncia a través de las redes de comunicación alternativa, y participar, apoyar y alentar a los movimientos sociales que se enfrentan a la situación.

 miguelguaglianone@gmail.com

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