OPINIÓN MIGUEL ESPINOZA
Rómulo Betancourt, uno de los artífices de la democracia representativa en Venezuela, fue quien acuñó la frase: “Disparar primero, averiguar después”. La frase inicia e inaugura la política represiva en Venezuela durante la IV República con un costo de miles de muertos y desaparecidos. A pocos meses de instalado su gobierno, el 12 de enero de 1960, ordenaba con esa afirmación hostigar, reprimir y asesinar a todos sus adversarios políticos de izquierda.
Este dirigente socialdemócrata, quien en otros tiempos enarboló las banderas del comunismo, abandonó esos ideales de sus años mozos para insertarse en la órbita imperial norteamericana que, en el marco de la llamada guerra fría, subordinaba a dirigentes y gobernantes del mundo capitalista a las directrices emanadas de Estados Unidos.
De manera que su tránsito por los senderos de la izquierda latinoamericana no pasó de ser una simple retórica. De hecho, su militancia en el Partido Comunista de Costa Rica (PCCR) se desdibujó años más tarde, cuando exiliado en Puerto Rico, junto al nefasto boricua Luis Muñoz Marín, apoyó en 1952 la adhesión de este país caribeño a Estados Unidos como “Estado Libre Asociado”. A su vez formó parte de la “Legión del Caribe”, instancia que defendía los intereses imperiales y se oponía al comunismo en la región. (Vargas Medina, H; 2009: Programa Abril Insurgente).
Luego de su exilio dorado en el Caribe, una vez caída la dictadura de Pérez Jiménez, participó en el proceso electoral de 1958, resultando electo presidente de Venezuela. Desde que asumió el poder el 13 de febrero de 1959, cumplió a cabalidad lo acordado en el pacto de Nueva York, de continuar la entrega del país, además de apoyar la guerra fría como estrategia internacional anticomunista.
Por ello se permite la penetración de las grandes empresas transnacionales estadounidenses, (Nelson Rockefeller) y grupos angloholandeses, alemanes y japoneses que mantenían a Venezuela prisionera en la telaraña del imperialismo; así como también se establece una política de segregación del Partido Comunista de Venezuela (PCV) y demás organizaciones, movimientos y partidos que suscribieran esta ideología. (Vargas Medina, H; 2009: Programa Abril Insurgente).
Su ira con los comunistas y su espíritu represivo lo demostró el 4 de agosto de 1959, cuando un grupo de trabajadores, en conjunto con numerosos desempleados, se concentraron en la plaza La Concordia, en Caracas, para protestar contra las medidas impopulares implementadas por su gobierno. La eliminación del Plan de Emergencia aplicado por Wolfgang Larrazábal y la reducción de 10 por ciento del salario de los trabajadores fue el detonante para las protestas y disturbios, lo que condujo a que su aparato represivo produjera un saldo de varios muertos y heridos.
Orlando Martínez lo expresa en su tesis de grado El MIR: División dentro de la división. Gestación y fracción de un movimiento, en los siguientes términos: “Betancourt, en agosto de 1959, suspende por primera vez las garantías constitucionales tras disturbios producidos por la suspensión intempestiva del llamado Plan de Emergencia. El resultado de estos acontecimientos fueron 3 muertos, 70 heridos y se envía a El Dorado una considerable cantidad de manifestantes” (Martínez, O; 1981. P. 31)
Como se puede apreciar, a menos de un año de asumir la primera magistratura nacional, el caudillo adeco no solo suspendió las garantías constitucionales sino que, al mismo tiempo, reprimió de forma brutal a la manifestación de La Concordia, tiñendo sus manos con sangre al permitir a los organismos represivos del Estado asesinar a tres ciudadanos venezolanos y causando varios heridos por ejercer el derecho a la protesta.
No conforme con ello, luego de este nefasto incidente Betancourt pronuncia la fatídica frase de “Disparar primero y averiguar después” reafirmando su compromiso con los gringos de garantizar y resguardar las inversiones de las transnacionales en el país y mantener a raya a los comunistas inhabilitándolos políticamente y reduciéndolos a su mínima expresión mediante acciones represivas, persecuciones y asesinatos de sus principales dirigentes.
Tal como lo refiere el exguerrillero Hernán Abreu, en su obra Memorias del Frente Guerrillero José Antonio Páez que “al día siguiente que se aprobó la Constitución de 1961, Rómulo Betancourt suspendió las garantías constitucionales y acentuó la represión contra los sindicatos, los estudiantes y los militantes de los partidos de izquierda” (Abreu, H; 2001. P. 21).
Por si fuera poco, durante su quinquenio (1959-1964), seguro de los intereses que representaba, se dispuso a entrenar militares venezolanos en la Escuela de las Américas en Panamá para formarse en contrainsurgencia y en técnicas represivas y de torturas. En tal sentido, el Puntofijismo contó, al decir del investigador Pedro Pablo Linárez, con el apoyo de EEUU a través de su Agencia Central de Inteligencia (CIA) y el Comando Sur del ejército imperial. (Linárez, P; 2012. P.57).
Por fortuna, hoy sale a flote la verdadera historia de este personaje siniestro exaltado por historiadores que, al igual que él, ayer abrazaron la causa libertadora de los pueblos, pero con el devenir de los tiempos fueron tomando posiciones reaccionarias y conservadoras, convirtiéndose incluso en sus biógrafos apologéticos. Ayer escribieron contra él, hoy reivindican su memoria. Al parecer, para Germán Carrera Damas y Manuel Caballero, Betancourt resultó un niño de pecho cuya frase en cuestión resulta una canción de cuna que arropa ensueños y ternura.
La verdad es que bajo su gobierno se implementó la represión más brutal que exasperó y obligó a los sectores críticos y contestatarios de la sociedad venezolana a empuñar las armas contra la entrega de nuestra soberanía y contra los desmanes de una pseudodemocracia que privilegió el capital nacional y transnacional en desmedro de los intereses del pueblo venezolano.
BIBLIOGRAFÍA
-Abreu, Hernán. Memorias del Frente Guerrillero José Antonio Páez. Colección Alfredo Maneiro. Fundación Editorial El Perro y la Rana. 2011, p.378.
-Linárez, Pedro Pablo. La Insurrección Armada en Venezuela. Colección Memoria de la Insurgencia. Ediciones de la Universidad Bolivariana de Venezuela, 2012. P. 645.
-Martínez, Orlando. El Mir: División Dentro de la División. Gestación y Fracción de un Movimiento. Tesis de Grado de la Escuela de Comunicación Social (UCV), 1981.P.227.
-Vargas Medina, Humberto. La Lucha Armada en Venezuela. Programa Abril Insurgente, Ávila TV, 2009.
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