miércoles, 22 de enero de 2014

La Lottt frente al machismo empresarial y sindical.



Alba Carosio

Correo del Orinoco A lo largo de la historia ha sido bien difícil lograr beneficios para los trabajadores, y aún más para las trabajadoras. En los momentos de crisis -y si no que lo digan las y los europeos- lo primero que se recorta son los derechos laborales. En la pobrísima Bangladesh, que tiene una de las industrias textiles más grandes del mundo con un 80% de mano de obra femenina y un salario mensual de 28 dólares, los empresarios dicen que van a quebrar porque es posible que la jornada laboral se reduzca de 12 a 10 horas diarias.

Bajos salarios y pocos derechos laborales son las recetas neoliberales para aumentar la competitividad. Nadie explica que también son una forma de encubrir la ineficiencia gerencial y la baja productividad. La línea siempre es reducir los costos laborales, jamás las groseras ganancias del capital. La promesa de más empleo y el fantasma del desempleo son mecanismos perfectos para domesticar las demandas laborales. Por eso hay sindicatos que pretextan defender el empleo si aceptan desmejorar las condiciones de trabajo.

Y este ha sido históricamente el argumento para negar derechos laborales a las trabajadoras.

VENEZOLANAS EN EL TRABAJO

Pocos sindicatos comprenden, por ejemplo, que la protección a la maternidad es una responsabilidad social y un derecho laboral que no es solamente de las mujeres, y debería ser defendido con tanta fuerza como otros, porque es parte irrenunciable de los logros de la clase trabajadora en su conjunto y un aspecto indispensable para humanizar la vida social. Además, es una realidad del trabajo como hecho social.

La Ley Orgánica del Trabajo, las Trabajadoras y los Trabajadores (Lottt) extendió los derechos de las mujeres en el campo laboral, y entonces resurgen argumentos tradicionales: los empresarios dicen que eso dificulta a las mujeres entrar en el mercado laboral. Se oculta que los salarios de la mano de obra femenina son, en promedio nacional, 30% inferiores a los de los hombres, a pesar de una mayor escolarización de las mujeres; se calla que hay ocupaciones altamente feminizadas (es decir, que dependen del aporte femenino mal pagado) como costura, peluquería, enfermería, magisterio, etc. En suma, se invisibiliza o desvaloriza la contribución femenina a la producción nacional.

A PESAR DE LA LOTTT

La Lottt en su Art. 20 garantiza la igualdad y equidad de mujeres y hombres en el ejercicio del derecho al trabajo. Pero sabemos que la discriminación está muy presente en las cabezas gerenciales, incluso en la administración y la empresa pública. Ocurre con frecuencia que se les solicita a posibles trabajadoras en edad reproductiva casi un juramento de que no buscarán familia, para incorporarlas a un cargo, y certificados médicos de lactancia, para otorgar los permisos. Y qué decir de los Centros de Educación Inicial con Salas de Lactancia que establece el art. 343: el cumplimiento de esta obligación patronal es mínimo.

Otro aspecto es que en lugar de establecer turnos y contratar más trabajadoras y trabajadores, muchas empresas usan la Lottt como excusa para la guerra económica, y entonces reducen horarios de atención al público, días de atención, servicios, etc.

En todo esto, es insoslayable la responsabilidad de las organizaciones de trabajadoras y trabajadores, sindicatos por la defensa de los avances de la Lottt y más aún, la del Ministerio para el Trabajo y sus Inspectorías para hacer cumplir sus disposiciones.

¡BIENVENIDO PROFESOR MARTÍNEZ!

Saludamos la designación del profesor Jesús Martínez como ministro del Poder Popular para el Trabajo, quien es un convencido de la centralidad del trabajo como hecho social, ha sido un consecuente defensor de los derechos de las trabajadoras y los trabajadores, y fue sensible a las propuestas de las organizaciones de mujeres para nuestra Lottt.

Texto/ Alba Carosio (Tinta Violeta)
albacarosio@gmail.com

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