María Angelica González.
Definitivamente las afirmaciones de alguna gente ligada a la industria de la Televisión nacional y de algunos estudiosos de medios, por quienes en otrora llegamos a sentir respeto por sus posiciones críticas y de defensa de la teleaudiencia expuesta a la basura televisiva, dan pena ajena.
Que gente desconocedora de la materia opine que la violencia televisiva no causa efectos en la audiencia, es comprensible. Pero que alguien que tiene conocimiento y conciencia de los efectos que puede causar tanta violencia gansteril en la teleaudiencia sea capaz de apoyarla con tanta frialdad y ligereza, es imperdonable. Quien así se comporta no es muy diferente de aquel individuo que acciona un arma contra su congénere.
¿Será que debamos refrescarles la memoria a los autores de textos tan críticos, a algunos catedráticos, productores o realizadores que pugnaban por una televisión o cine al servicio de las mejores causas? Nos preguntamos si esta gente sufre de alguna enfermedad mental que les mantiene en estado de amnesia.Tanto olvido es sospechoso.
Una cosa es adversar a un gobierno pero otra es negar una realidad tan grande como el universo como el daño que produce una programación televisiva violenta en la conducta humana. A las pruebas nos remitimos: “El otro argumento esgrimido, según el cual no se ha podido comprobar si un mensaje reiterado produce efectos, es sencillamente ridículo. De ser cierto las agencias publicitarias- que manipulan de maravilla al consumidor con técnicas siempre más sutiles-deberían declarar banca rota. En cambio ellas saben que si produce efectos y por eso han llevado a Venezuela a ser uno de los primeros países de la tierra en inversión publicitaria por televisión. La TV droga si produce efectos conforme a la dosis ingerida por el teleadicto, según acaba de comprobar científicamente un estudio de la Annenberg School de la Universidad de Filadelfia.La situación es particularmente critica en relación con la enorme población infantil de Venezuela: Decir que el niño sufre el embate de una programación ininterrumpidamente violenta y no imita al personaje violento porque sabe discernir la ficción de a realidad, es probablemente una de las aseveraciones más siniestras que se han podido enunciar al respecto.”
Este argumento no le pertenece al presidente Nicolás Maduro, sino a un reconocido teórico de la comunicación (Citado de La Comunicación Cercenada en Venezuela de Antonio Pasquali) un referencial para los estudiantes de comunicación social de mi generación. Apoyamos todas las iniciativas orientadas a una mejor programación televisiva que fomente valores; la tolerancia, el amor, la paz y el respeto a la dignidad humana deben destacar en la parrilla televisiva.
Que gente desconocedora de la materia opine que la violencia televisiva no causa efectos en la audiencia, es comprensible. Pero que alguien que tiene conocimiento y conciencia de los efectos que puede causar tanta violencia gansteril en la teleaudiencia sea capaz de apoyarla con tanta frialdad y ligereza, es imperdonable. Quien así se comporta no es muy diferente de aquel individuo que acciona un arma contra su congénere.
¿Será que debamos refrescarles la memoria a los autores de textos tan críticos, a algunos catedráticos, productores o realizadores que pugnaban por una televisión o cine al servicio de las mejores causas? Nos preguntamos si esta gente sufre de alguna enfermedad mental que les mantiene en estado de amnesia.Tanto olvido es sospechoso.
Una cosa es adversar a un gobierno pero otra es negar una realidad tan grande como el universo como el daño que produce una programación televisiva violenta en la conducta humana. A las pruebas nos remitimos: “El otro argumento esgrimido, según el cual no se ha podido comprobar si un mensaje reiterado produce efectos, es sencillamente ridículo. De ser cierto las agencias publicitarias- que manipulan de maravilla al consumidor con técnicas siempre más sutiles-deberían declarar banca rota. En cambio ellas saben que si produce efectos y por eso han llevado a Venezuela a ser uno de los primeros países de la tierra en inversión publicitaria por televisión. La TV droga si produce efectos conforme a la dosis ingerida por el teleadicto, según acaba de comprobar científicamente un estudio de la Annenberg School de la Universidad de Filadelfia.La situación es particularmente critica en relación con la enorme población infantil de Venezuela: Decir que el niño sufre el embate de una programación ininterrumpidamente violenta y no imita al personaje violento porque sabe discernir la ficción de a realidad, es probablemente una de las aseveraciones más siniestras que se han podido enunciar al respecto.”
Este argumento no le pertenece al presidente Nicolás Maduro, sino a un reconocido teórico de la comunicación (Citado de La Comunicación Cercenada en Venezuela de Antonio Pasquali) un referencial para los estudiantes de comunicación social de mi generación. Apoyamos todas las iniciativas orientadas a una mejor programación televisiva que fomente valores; la tolerancia, el amor, la paz y el respeto a la dignidad humana deben destacar en la parrilla televisiva.
Periodista
mango254@cantv.net
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