jueves, 18 de julio de 2013

Desafíos, amenazas y castigos.

MARYCLEN STELLING.


Lo sucedido al presidente Morales, una auténtica "violación del derecho internacional", es, según analistas, un caso de "neofascismo a nivel mundial de Estados Unidos que ordena a Europa que controle el avión de un presidente latinoamericano"
Curiosamente el caso Snowden, que engendra el "atentado" en contra del presidente Evo Morales, constituyen dos hechos que fortalecen la integración regional latinoamericana. En la cobertura mediática de ambos casos, destacan tres momentos no necesariamente cronológicos, referidos a la acción-reacción de la región contra Estados Unidos y Europa.

El primero, desafíos, expresa la pretensión de dominación ejercida por un país sobre otros Estados. Resalta el cuestionamiento al liderazgo político y moral de los Estados Unidos en el caso Snowden. Varado en el aeropuerto de Moscú, pidió asilo a 27 países, pero tan solo Bolivia, Nicaragua y Venezuela, miembros de la Alianza Bolivariana, le dieron la seguridad de procesar su salida de Rusia. Desafiante propuesta de "asilo humanitario colectivo" que, en palabras de Maduro, pretende demostrar que "EEUU no gobierna el mundo y menos a nosotros", "país libre y soberano" que ofrece la oportunidad de escapar de "la persecución imperial norteamericana".

Lo sucedido al presidente Morales, una auténtica "violación del derecho internacional", es, según analistas, un caso de "neofascismo a nivel mundial de Estados Unidos que ordena a Europa que controle el avión de un presidente latinoamericano". Destaca la reunión extraordinaria de la Unión de Naciones Suramericanas y "la respuesta en bloque", en la que los presidentes de seis países de Unasur exigieron "disculpas públicas" de cuatro Gobiernos por negar el tránsito al avión de Morales. Muy bien expresado por Nicolás Maduro, cuando afirma que "esta América rebelde y revolucionaria se ha levantado en una sola voz", de rechazo frente a la agresión perpetrada por Francia, Italia, Portugal y España contra Bolivia.

El segundo momento, amenazas, engloba la postura imperial y "la retórica del eje del mal" dirigida a las naciones latinoamericanas que osaron retar al poder global que pretende imponer la dirección hegemónica del mundo. Lo sucedido a Morales en Europa, demuestra el manejo realizado por EEUU, un claro caso de un Estado "suficientemente poderoso como para mantener las reglas que gobiernan las relaciones interestatales y está dispuesto a hacerlo" (Robert Keohane, Después de la hegemonía).

Los probables castigos a la desobediencia imperial, en tanto tercer momento, están abiertamente expresados por el presidente Obama, quien "habría dejado claro que cualquier país que albergase a Snowden tendría que atenerse a las consecuencias".

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