Mariadela Linares.
Bien bueno que Capriles vaya retomando su camino, ése del que se desvió en la carrera preelectoral y que lo colocó en una especie de tierra de nadie, donde un día era más chavista que Chávez y otro recibía mensajitos de Uribe, el narcopara colombiano. Ahora se redefinió y se colocó donde es: a la derecha de la derecha. Su reciente minigira a Perú y Chile, donde por más que buscó no encontró sino rechazos mayoritarios, lo puso en su sitio.
Uno llega hasta a pensar que la ignorancia lo condujo a ese desatino. Después de todo el hombre no es muy ilustrado que se diga, ni sus asesores parecieran tener muchas luces, sobre todo por los holgados espacios que su vocación para la derrota le ha dejado al chavismo en las últimas semanas. Como quiera que sea, ser recibido por un tipo de la calaña del corrupto Alan García no es para andar celebrando mucho.
Y como si ese desacierto fuese poco, ser agasajado por la "crema y nata", o mejor dicho, por las ratas del pantano pinochetista en Chile debería por lo menos avergonzarlo. Pero no, en las fotos se le ve muy sonriente junto a Patricio Aylwin, quien tuvo a Pinochet como comandante de las Fuerzas Armadas chilenas durante su mandato; con Jovino Novoa, subsecretario del gobierno del dictador más cruento que ha conocido Latinoamérica; y por Patricio Melero Abaroa, antepasado de las "manitos blancas" de allá, quien tuvo como penosa tarea ser dirigente estudiantil de la oprobiosa institución que enterró a la Federación de Estudiantes de Chile en esa negra era.
Da igual lo que piense Capriles, porque al fin y al cabo lo que tiene en agenda no nos sorprende. Anuncia que intentará otro tanto en Bolivia, Brasil y Ecuador. No dudamos que por allá haya descendientes de Hugo Banzer o de Humberto Castello Branco, Garrastazu Médici o Ernesto Geisel, criminales y torturadores, prestos a reanimar el fascismo en el continente. Los que sí deben sentirse un poco incómodos son los ex izquierdistas que están con él y que sufrieron el pinochetismo en carne propia cuando estudiaban en la república austral. ¿Qué dirán los que, hoy al lado de Capriles, pregonan que siempre que haya una derecha ellos estarán a la izquierda? Ahí lo tienen pues.
Uno llega hasta a pensar que la ignorancia lo condujo a ese desatino. Después de todo el hombre no es muy ilustrado que se diga, ni sus asesores parecieran tener muchas luces, sobre todo por los holgados espacios que su vocación para la derrota le ha dejado al chavismo en las últimas semanas. Como quiera que sea, ser recibido por un tipo de la calaña del corrupto Alan García no es para andar celebrando mucho.
Y como si ese desacierto fuese poco, ser agasajado por la "crema y nata", o mejor dicho, por las ratas del pantano pinochetista en Chile debería por lo menos avergonzarlo. Pero no, en las fotos se le ve muy sonriente junto a Patricio Aylwin, quien tuvo a Pinochet como comandante de las Fuerzas Armadas chilenas durante su mandato; con Jovino Novoa, subsecretario del gobierno del dictador más cruento que ha conocido Latinoamérica; y por Patricio Melero Abaroa, antepasado de las "manitos blancas" de allá, quien tuvo como penosa tarea ser dirigente estudiantil de la oprobiosa institución que enterró a la Federación de Estudiantes de Chile en esa negra era.
Da igual lo que piense Capriles, porque al fin y al cabo lo que tiene en agenda no nos sorprende. Anuncia que intentará otro tanto en Bolivia, Brasil y Ecuador. No dudamos que por allá haya descendientes de Hugo Banzer o de Humberto Castello Branco, Garrastazu Médici o Ernesto Geisel, criminales y torturadores, prestos a reanimar el fascismo en el continente. Los que sí deben sentirse un poco incómodos son los ex izquierdistas que están con él y que sufrieron el pinochetismo en carne propia cuando estudiaban en la república austral. ¿Qué dirán los que, hoy al lado de Capriles, pregonan que siempre que haya una derecha ellos estarán a la izquierda? Ahí lo tienen pues.
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