martes, 23 de julio de 2013

Dolarizar nuestra economía no es la solución...

Adán González.


En días recientes hemos leído una propuesta inaudita para “acabar” con la especulación y la inflación postiza en nuestro país: hacer del inorgánico dólar estadounidense nuestra moneda de curso legal y mandar a la basura el bolívar. Según lo esgrimido por quien propulsa tal enfoque, si el billete verde es aceptado como medio de pago de bienes y servicios en Venezuela, ello daría al traste con los sectores que fomentan las devaluaciones periódicas y se frenaría el alza de los precios. Decisiones como éstas, además de representar una capitulación ante el imperialismo yanqui, serían “pan para hoy y hambre para mañana”.
 
Abrir las puertas “de par en par” a la divisa estadounidense sería un disparate en el marco de la Segunda Gran Depresión Capitalista, que comenzó en 2008. La gravedad de la crisis en Norteamérica y Europa no es cuestión pasajera, es un elemento que parece haber arribado para perpetuarse por años. La credibilidad del dólar estadounidense siempre ha estado bajo cuestionamiento, más aún ahora, debido a que no dispone de sustento en algún metal precioso y se imprimen tantos billetes como sea necesario, por medio de la Reserva Federal, para abarrotar el mercado de “papelitos” que no valen literalmente nada. La única razón por la cual Estados Unidos no ha caído a los niveles de depauperación de Grecia, verbigracia, es porque el planeta entero ha subvencionado su monstruoso nivel de deuda pública sobre PIB, el cual orbita en más del 150%.
 
En los últimos años, el “billete verde” ha perdido preponderancia en el mundo (*) y ya varias potencias, entre ellas Japón y la República Popular China, realizan intercambios comerciales con sus respectivas monedas. La depreciación del dólar “gringo” frente a otras divisas como el dólar canadiense o el franco suizo, es otra dura realidad que ha mermado el poder de compra de los ciudadanos estadounidenses en varias coordenadas del orbe. Por el contrario, nuestro bolívar está respaldado, por ejemplo, por las reservas de crudo más vastas de esta “gran esfera azul”. La desgracia que hemos padecido, desde el 18 de febrero de 1983, es haber tenido un dólar sobrevaluado de manera desproporcionada y un bolívar demasiado débil. Lo pretérito ha disparado a su máxima expresión fenómenos perjudiciales como la especulación y la inflación artificial.
 
En otros países donde se ha dolarizado la economía sólo se ha logrado controlar, a duras penas, la inflación, pero ello no ha ayudado a optimizar las condiciones de vida de sus habitantes porque el dólar estadounidense se ha devaluado más de 30% en un período de 12 años. C’est-à-dire, en esos territorios ha habido una desvalorización de salarios y ahorros en idéntica proporción. Un factor común de las naciones que han  adoptado la medida de marras (la dolarización), es su alta dependencia de las remesas del exterior: El Salvador y Ecuador, verbigracia (**). En el caso de Panamá, debido a su condición de paraíso fiscal, la libre circulación del “billete verde” ha servido para facilitar las operaciones financieras e inmobiliarias. Asimismo, hay que tomar en cuenta que las economías de los países citados son bastante más pequeñas y menos complejas que la nuestra.
 
En Venezuela, la contienda debe ser a muerte contra la especulación y los grotescos márgenes de ganancia de los empresarios y comerciantes locales. Mientras en el resto del mundo el mentado dividendo oscila entre 15 y 30%, en nuestras latitudes tropicales puede rebasar el 1.000%. Esta abyecta distorsión es herencia de la Venezuela Saudita y, más tarde, del nefasto Viernes Negro. Las estructuras de costos de la mayoría de los productos manufacturados en el país, no se corresponden con la realidad y ello se comprobó al aplicarse la Ley de Costos y Precios Justos, en 2012. Igualmente, en los artículos importados se constata la usura voraz de los delincuentes “de cuello blanco”: un suplemento proteínico de la marca “GNC” costaba, en enero de este año, Bs. 1.200 ($190). En Estados Unidos, el mismo envase con ídem contenido (1.363g) tiene un importe de 18 dólares (Bs. 113,4). Los ladrones criollos, escudándose en el galimatías vernáculo de la libre empresa, roban al consumidor con una exorbitante y fantasiosa tasa de Bs. 60 por dólar (¡!). ¿Es “el paralelo” la razón de la inflación espuria? ¡No! ¿Es el control de cambio la causa de la “volatilidad” de los precios en Venezuela? ¡No! Los especuladores de oficio son los verdaderos culpables y también aquellos que se dejan “atracar” por no hacer valer sus derechos.
 
EL DÓLAR EN DEFAULT Y EL PETRÓLEO EN BOLÍVARES
 
Está muy cerca el día en que Estados Unidos caiga en cesación de pagos (default), c’est-à-dire, que no pueda honrar sus onerosas deudas con los acreedores, o que el grupo BRICS desplace al dólar con una cesta de monedas para efectuar transacciones comerciales a escala internacional. Si tomáramos como factible la teoría de dolarizar nuestra economía, ¿qué haríamos con millones de “billetes verdes” que no tendrían ningún valor cuando haya otro “crack” en Wall Street y la Depresión alcance su clímax? Por tal razón y para evitar ser arrastrados por tan apocalíptico contexto, mientras menos dependamos del dólar… ¡mejor!
 
La propuesta de cotizar el petróleo venezolano en bolívares coadyuvaría a relanzar nuestro signo monetario en el ámbito mundial, como una divisa robusta y confiable en todos los aspectos. Para dar más empuje a la pretérita tesis, también serían necesarios los siguientes pasos:
 
a) Acuñar piezas especiales de oro y plata para depositarlas en los bancos centrales de nuestros principales clientes y proveedores. Sería un gesto simbólico de nuestra solidez como enclave energético.
b) Firmar acuerdos dentro del MERCOSUR y con otros aliados como la República Popular China, para potenciar el comercio bilateral con monedas locales.
c) Incentivar el turismo en bolívares y que estos sean aceptados como mecanismo de desembolso en países como Argentina, Uruguay, Paraguay, Brasil, Bolivia, Rusia y China, verbigracia.
d) Hacer presión en la OPEP para que se elimine el dólar estadounidense como referencia en la cotización del crudo y se establezca un modelo más flexible acorde con los nuevos tiempos.
 
El imperialismo estadounidense pivota en torno al inorgánico y falaz billete verde. Destruir su vapuleada hegemonía global es la tarea de cualquier revolucionario, en cualquier recoveco del globo terráqueo. La especulación y la inflación –en Venezuela- sólo se atacan yendo a la nuez del problema: declarando tolerancia cero a los inescrupulosos y revaluando con gallardía nuestro bolívar.
 
ADÁN GONZÁLEZ LIENDO
@rpkampuchea
 
P.D. En 2013, las ventas de monedas de plata de inversión “American Silver Eagles”, producidas por Estados Unidos, aumentaron en enero un 23% (en relación con 2012), en febrero 126%, en marzo 32%, y en abril 168%.
 
(*) De acuerdo con Dick Bove, vicepresidente del Departamento de Investigación del banco de inversión Rafferty Capital Markets, el porcentaje de dólares que circula por el orbe cayó del 90% en 1952, al 15% actual.
 
(**) El fenómeno de la dolarización en lugares como El Salvador o Ecuador, se explica por sí solo con el asunto de las remesas desde el extranjero. De esta manera se favorece la absorción de la moneda foránea en el circulante del país, ya que los receptores del dinero -enviado por la diáspora- no necesitan ir a una casa de cambio y pueden disponer de dicha liquidez de inmediato.
 

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