jueves, 13 de septiembre de 2012

Coraje siempre.

Reinaldo Iturriza López 




Con alguna frecuencia le pregunto a Sandra Mikele sobre qué temas escribir. Es un ejercicio divertido. Yo exagero la pose de articulista desesperado en busca de algún motivo. Ella suele recomendarme extravagancias, como la vez aquella que me sugirió que escribiera una reseña sobre su libro inédito: "El mundo de los locos". Otras veces me ha dicho que escriba sobre alguna película de terror. Me parece que nunca me ha pedido que escriba sobre música. 

La semana pasada me propuso que contara sobre la ocasión en que la perdí en una apuesta con uno de sus tíos paternos, y del sollozo inconsolable de la Tía Gladys, que no podía creer cómo un padre podía ser tan desalmado como para sacrificar a su propia hija ante la diosa fortuna.

¿Qué pasará por la cabeza de Sandra Mikele cada vez que le hago la misma pregunta?

Está circulando un video que parece corresponder a una escuela rusa, grabado furtivamente por algún estudiante, en el que puede verse a un maestro de inglés, regordete y bigotudo, de pantalón oscuro, camisa manga larga de cuadros y pullover de rombos, interrogando de la manera más humillante a una niña que con absoluta seguridad no llega a los diez años.

La niña permanece de espaldas al pizarrón, casi siempre con la cabeza gacha, aguantándose los gritos del maestro, hasta que éste pasa de la agresión verbal a la física: a partir del segundo cuarenta y ocho, pone su dedo índice sobre la cabeza de la niña una, dos, tres veces, cada vez con más violencia, hasta que intenta tomarla por el hombro izquierdo. Entonces la niña sacude con fuerza su brazo izquierdo, en un gesto de defensa, se voltea, le propina al maestro un soberbio patadón por los testículos y sale corriendo.

No dispongo de más detalles sobre el video. No sé si se trata realmente de una escuela rusa (no logro distinguir el idioma del maestro), y tampoco sé cuándo fue grabado. Pero esto es lo de menos. Lo importante es que constituye un testimonio vergonzoso, indignante e incluso doloroso de todo el daño que puede hacer un idiota que se cree con derecho a ejercer la autoridad de manera brutal, sin importar las consecuencias. Al mismo tiempo, es un ejemplo maravilloso de coraje y rebeldía, de insumisión contra la autoridad que, como sucede tantas veces, ocurre cuando el poderoso menos se lo espera.

¿Qué estaría pasando por la cabeza de esa niña mientras el maestro la molía a preguntas?

Así es, Sandra Mikele, hija querida: con frecuencia uno debe lidiar con personajes parecidos: jactanciosos, autoritarios, sin escrúpulos. Frente a ellos, sumisión nunca. Coraje. Coraje siempre.

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