martes, 19 de junio de 2012

México falta, México viene.


RODRIGO CABEZAS


Sin ningún lugar a dudas la historia registrará que los pueblos de América Latina, en la aurora del siglo XXI, protagonizaron un giro político hacia a la izquierda, tal proceso se ha realizado respetando la diversidad y pluralidad de cada nación, sin hegemonías de países o de proyectos políticos, sin imposiciones, sin calcos.
El denominador común de este cambio de época tiene tres aristas esenciales. La primera, una clara opción nacional contra las políticas económicas neoliberales impuestas a los pueblos por parte del Fondo Monetario Internacional, que esencialmente han permitido recuperar el papel estratégico del Estado en materia de regulación y control, así como priorizar el gasto social para transferir poder y recursos a los sectores mas desiguales con la finalidad de cerrar la brecha de la pobreza. La segunda, referida a democratizar la democracia, dándole contenido protagónico a los pueblos en la toma de decisiones mediante formas diversas de poder popular y de respaldo a los movimientos sociales. Y la tercera, el inició de una dinámica ascendente de un nuevo proceso de integración económica, política y social, sustentado en los valores y principios de la solidaridad, la cooperación y la complementación productiva. De hecho, el desafió en el horizonte es dotarse de nuevas y propias instituciones políticas y económicas que permitan a América Latina conformarse como el nuevo gran bloque en el marco de la globalización planetaria.
Este despertar de la conciencia de los pueblos venezolano, brasileño, uruguayo, boliviano, ecuatoriano, argentino, paraguayo, nicaragüense, salvadoreño, peruano, es lo que explica en ultima instancia que nuestro continente libre hoy la mas clara batalla mundial contra la desigualdad, la inequidad y, por tanto, haya tenido éxito relativo, según la CEPAL, en la disminución del número de familias en situación de pobreza general y extrema, y se convierta, en medio del crack capitalista europeo, en una referencia de lo que debe hacerse y lo que no debe hacerse contra el mundo del trabajo.
En este contexto sitúo lo que ocurre en un gran país de nuestro espacio continental: México. Este ha sido un pueblo hermano que desde el asiento de la gran civilización Maya, que responde por tres mil años de historia de la mesoamérica precolombina y de la resistencia ante el imperio español, pasando por su revolución del siglo XX que les hizo más independientes, la nacionalización histórica de su industria petrolera en marzo de 1938, por el General Lázaro Cárdenas, y su tradicional hospitalidad y solidaridad con los pueblos del mundo, expresa un significado trascendente que se potencia en el actual curso de América Latina.
México ha sido dominado por el neoliberalismo que le ha impuesto políticas macroeconómicas y acuerdos o tratados de comercio que subordinan su economía a los intereses de los EEUU, condenándoles a un deterioro de la vida material de los mexicanos. Los indicadores son espeluznantes: Mas de 50 millones de sus habitantes están en situación de pobreza critica, 15 de los cuales en pobreza extrema, 25 millones en dificultades alimentarías, 7 millones de sus jóvenes excluidos del trabajo y la educación formal, un salario mínimo para los trabajadores que no supera los 100 dólares, con mas de 100 mil desplazados por la guerra interna entre las mafias del narcotráfico, con 12 millones de mexicanos en situación de migrantes en los EEUU,
México le hace falta a la dinámica antineoliberal e integradora de América Latina, su pueblo como pueblo latinoamericano puede y debe liberarse de la corrupción, la inseguridad, la dependencia del FMI y del Banco Mundial, ganarle la batalla a las mafias políticas y delincuenciales que tantas vidas inocentes han cobrado.
Esperanzados en lo que ocurre en el seno del movimiento popular mexicano, en la insurgencia de su juventud estudiantil, en la unidad de sus sujetos políticos de izquierda, vislumbramos un México más latinoamericano. El 1 de julio puede ser un antes y un después. México nos hace falta, México puede y debe venir a incorporarse a la historia que labran y escriben sus pueblos hermanos en este comenzar de siglo.

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